La seguridad en los campos de fútbol españoles de Primera División está en entredicho tras los graves incidentes habidos esta semana. El último, en Granada.
Este domingo, tras el gol de Piti ante el Betis, las cámaras de televisión enfocaron los jugadores granadinos celebrando el tanto. Y en medio de ellos, como uno más, aparece un tipo en vaqueros y desnudo de cintura para arriba.
Al parecer el espontáneo que invadió el césped es un empleado del club andaluz, concretamente el aparcacoches del estadio Nuevo Los Cármenes, pero bien podían haber seguido su ejemplo otros espectadores ubicados en el mismo fondo del estadio.
Este hecho se une a lo sucedido el sábado por la noche, cuando un delincuente disparó un bote de gas lacrimógeno en El Madrigal, que acabó en el césped y obligó a suspender el encuentro Villarreal-Celta y a evacuar las gradas dada la toxicidad del humo.
Días antes, en la semifinal de vuelta de la Copa disputada entre Atlético y Real Madrid en el Vicente Calderón, un energúmeno impactó con un mechero en la cabeza de Cristiano Ronaldo.
Lo preocupante de estos casos es la facilidad e impunidad con la que pueden manejarse los espectadores que acuden a los partidos.
Porque ni el autor del mecherazo ni el del bote de humo han aparecido aún. Y, lo que es peor, ni siquiera han podido ser identificados. Algo inaudito cuando cada día, además, ácude menos gente a los campos de fútbol.
En tiempos de crisis económica como la actual, la inestabilidad social suele crecer y los estadios son, lamentablemente, recintos propicios para interpretar comportamientos asociales y delictivos.
Por eso los clubes, agrupados en la Liga de Fútbol Profesional (LFP), harían bien en extremar las medidas de control y seguridad en sus estadios.
No estaría de más que, amén de campañas contra la piratería audiovisual, Javier Tebas, presidente de la LFP, impulsará algún plan para analizar estos hechos y, sobre todo, para intentar erradicarlos.
De momento, dentro de la gravedad de lo sucedido, ha habido suerte y no se lamentan consecuencias graves. Pero la fortuna no dura eternamente.