24 horas han sido suficientes para que Messi se desdiga de sus declaraciones, tras el partido ante el Atlético, en las que señaló que quería acabar su carrera jugando en el Barcelona. Ayer, durante la rueda de prensa previa a la gala del Balón de Oro, que se celebró en Zúrich, el barcelonista no tuvo ningún tipo de complejos a la hora de señalar que "no sé donde voy a estar el año que viene, aunque me gustaría acabar mi carrera en el Barcelona, pero nunca se sabe lo que va a pasar".
Ese no fue el único guiño del argentino a una posible salida del Barcelona. Como adelantó Vózpopuli el pasado miércoles, a Messi le atrae la idea de trabajar con Mourinho, algo que ha quedado constatado en la votación de Leo como capitán de Argentina. El delantero dio sus votos como mejores entrenadores a dos hombres bajo cuyas órdenes ha estado en la selección argentina y en el Barcelona, Sabella y Guardiola, pero ha dado el punto de su tercera elección a Jose Mourinho. Otro gesto que ha levantado muchas suspicacias en Barcelona.
Por último, Messi ha escenificado su fractura total con Luis Enrique en el vídeo que ha elaborado la FIFA para presentar al jugador. Cada candidato era presentado por su entrenador de club y posteriormente recibía un mensaje sorpresa de algún deportista que le formulaba además una pregunta. Messi ha escuchado con rostro serio el mensaje de Luis Enrique, quien ha finalizado deseándole "suerte en su carrera". Mientras que cuando ha visto el vídeo protagonizado por su amigo Pablo Aimar, no ha dejado de sonreir en todo momento.
Gestos y declaraciones preocupantes para el incierto futuro de un Barcelona que atraviesa por un momento convulso. Las elecciones que se convocarán en verano y la situación de Luis Enrique, de quien se sigue barajando una posible salida antes del final de temporada, no invitan al optimismo. Y la actitud de Messi no aporta ninguna tranquilidad al ambiente.
