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¿Suicidas o asesinos?: los pilotos siempre cargan con la culpa 'oficial' en los accidentes mortales

El informe sobre la muerte de Luis Salom en Moto2 concluye que la "probable" causa del accidente fue una "distracción" del mallorquín.

  • Homenaje a Luis Salom después de su mortal accidente.

Cincuenta días y cincuenta noches después de la muerte de Luis Salom en los entrenamientos libres de Moto2 del Gran Premio de Cataluña, la Federación Internacional de Motociclismo (FIM) hizo público un informe técnico en el que descarta que el accidente fuese debido a un fallo mecánico o al bache existente en la curva 12 del Circuit de Barcelona.

En dicho informe, firmado por el director técnico de MotoGP, Danny Aldrige, se concluye que el trágico accidente que derivó en el fallecimiento del mallorquín el pasado 3 de junio se debió probablemente a una distracción del propio piloto, que, supuestamente, tomó la curva con la intención de llegar a la recta de meta a una alta velocidad.

El informe técnico de la Federación descarta que el accidente de Salom fuese debido a un fallo mecánico o al bache existente en la curva 12 del Circuit de Barcelona

Ese mismo documento descarta fallos mecánicos: "Durante la inspección de la moto se comprobó que el manillar del acelerador estaba suelto y que fácilmente pudo haber sido arrancado de los conectores, pero que pudo ser resultado del impacto". Tal cual.

Además, también niega que los neumáticos sean los posibles causantes del accidente: "La rueda trasera tenía un gran daño como resultado del choque. Este tipo de daño es común cuando las ruedas impactan con un objeto sólido a gran velocidad. Esto no es una evidencia de que la rueda estuviese defectuosa o fuese la causa del accidente. Los neumáticos delanteros y traseros fueron inspeccionados y estaban en buenas condiciones. Los datos mostraron que la presión del neumático trasero era la recomendada en el momento del incidente. Esto confirma que el problema con la llanta trasera es una consecuencia y no una causa del accidente". Lo normal, vamos.

Por otra parte, también con la ayuda de la telemetría y bajo supervisión del perito Ángel Calzada Gómez se llevó a cabo una comparación inicial entre la información recogida en el sector una vuelta anterior y en la misma sección la vuelta del accidente. Los datos muestran la inestabilidad de la moto justo antes de que la velocidad en el eje delantero se reduzca de golpe, indicando la pérdida de control del frontal de la moto. En el momento del accidente, la moto era 4 km/h más lenta que en su vuelta más rápida, pero en el momento de la frenada el piloto estaba entre 7 y 8 metros más cerca de la curva que en su vuelta más rápida.

Así, Gómez especula con que el piloto pudo haber mirado hacia atrás y que, al volver la vista al frente, interpretó mal su posición o se encontraba fuera de trazada. Como resultado de encontrarse fuera de trazada y frenando con la moto ladeada, la rueda delantera perdió tracción y provocó el accidente. Por último, se descartó que hubiese algún problema con la superficie del trazado, incluyendo posibles baches.

Resumiendo: la culpa -la grandísima culpa- del accidente mortal de Luis Salom es única y exclusivamente del propio piloto balear.

Porque lo dice la Federación Internacional, lo corrobora la empresa organizadora del Mundial -Dorna- y firma debajo el propio equipo del malogrado Salom, el SAG. Edu Perales, su Team Manager, fue rotundo: “Nos reconforta la respuesta del informe técnico de MotoGP a la FIM, que básicamente es lo que intentamos explicar nosotros en el comunicado de prensa emitido el lunes posterior a la disputa del GP de Cataluña con mejores o peores palabras”.

Lo que el informe no refleja es que después del accidente se modificó el trazado del circuito, entre otras cosas porque la escapatoria de esa mortal curva 12 no seconsideraba los suficientemente segura

SAG se congratula de que el nombre comercial del fabricante que les suministra las motos, Kalex, siga impoluto, y los habitantes de los despachos se sienten ajenos a cualquier desgracia que ocurra sobre el asfalto.

Lo que el informe no refleja es que después del accidente se modificó el trazado del circuito, entre otras cosas porque la escapatoria de esa mortal curva 12 no se consideraba los suficientemente segura y ya había sido criticada antes por varios pilotos.

Pero no pasa nada. Esto son gajes del oficio. Imponderables que se repiten en todos los deportes de motor cuando sucede una tragedia.

Por supuesto, los pilotos son humanos, cometen errores y, a las altísimas velocidades que circulan en competición, los riesgos son elevados. Pero precisamente los organizadores deben minimizar en lo posible ese peligro potencial.

Y lo cierto es que se esfuerzan, pero al igual que los deportistas, cometen fallos. Sin embargo, rara vez los reconocen. Ejemplos dramáticos y recientes hay varios.

En Fórmula 1, los de Jules Bianchi y María de Villota, ambos fallecidos a consecuencia de trágicos y evitables accidentes. Ambos sufrieron sendos terribles impactos con dos objetos que nunca deberían haber estado en sus posibles trayectorias.

En el caso del piloto francés, su coche se estampó contra una grúa en el GP de Japón de 2014; en el de la española, el Marussia con el que se entrenaba en una aeródromo de Gran Bretaña chocó contra la rampa bajada de un camión.

Al igual que en el caso de Salom, los informes señalaron a los dos pilotos como principales culpables. Eso sí, desde entonces se extreman más las precauciones con las grúas en los circuitos y con los entrenamientos fuera de ellos.

Por no hablar de los pilotos de rallies. Ellos también se la juegan al volante, pero su gran temor es segar la vida de los espectadores imprudentes que se colocan donde no deben.

Los accidentes en las cunetas sí suelen ser mayoritariamente debidos a errores de pilotaje, pero si se respetaran las medidas y zonas de seguridad que indican las normas de los rallies no habría que contabilizar la sangría de aficionados muertos bajo los hierros de un coche sin control a gran velocidad.

Los pilotos que tienen la desgracia de ser protagonistas directos de estos percances cargan en solitario y de por vida con semejante culpa sin que los organizadores ni los políticos de garantizar la seguridad en esas carreteras secundarias asuman responsabilidad alguna por su incapacidad para controlar al público o, en último caso, suspender los tramos donde sea imposible hacerlo.

La culpa es de los espectadores (en los rallies), y siempre -en todas las competiciones- de los pilotos.

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