Llevaba once meses "escondido", salvó una vida y ha sido el premio a los diez menores de un centro de la Agencia Madrileña para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor que han compartido en Madrid una charla sobre seguridad vial, pero también sobre valores y sueños, con la expiloto María de Villota.
Se trata del casco de fibra de carbono que la deportista llevaba el 3 de julio del pasado año, cuando un accidente en el circuito británico de Duxford estuvo a punto de costarle la vida a la primera mujer española que se subió a un Fórmula 1. De Villota, que ha confesado que solo amigos y familiares habían tenido la posibilidad de verlo, ha mostrado su casco a los menores como ejemplo de que incluso en un deporte como la F1, donde todo está medido y controlado, algo puede pasar.
"Pese a tener todo controlado, siempre puede haber un accidente", y más en la carretera, ha recalcado la expiloto antes de incidir en que, en la vida real, todo es más complicado.Y lo es porque en la Fórmula 1 se controla hasta la fecha de caducidad de los tornillos de su coche, mientras que en la calle no se sabe si los neumáticos responderán o si el conductor que se acerca va con una copa de más.
El casco, con tres estrellas y los colores de la bandera de España, ha centrado la atención en una sesión en la que De Villota ha confesado que, al contrario de lo que era habitual, como era nuevo ese día no llevaba en él las iniciales de su familia o el "cosido de la virgen" que solía ponerle su madre.
El elemento de protección, con una larga hendidura en uno de los laterales, protegió a De Villota de la rampa del camión contra la que se golpeó mientras circulaba, un accidente en el que la deportista perdió un ojo.
"Si hubiese llevado el de antes de 2004, no estaría aquí", ha recalcado una optimista De Villota, que ha indicado que tras la charla sacó por vez primera el caso a la luz para que los chicos se sintieran "especiales".
"Era algo para ellos", ha reiterado: "Creo en el destino, creo que sinceramente tenía algo más importante que hacer, un día como hoy".De Villota ha explicado que se siente feliz y con alegría de vivir, ha agradecido el cariño de la familia, los amigos y los ciudadanos en las redes sociales y ha añadido que ahora intenta buscar un nuevo "podium", que es "ayudar a los demás".
No obstante, ha reconocido que echa "en falta" el ruido de los motores y "la sensación más increíble" que ha tenido, que es "poder pilotar un Fórmula 1", aquel R29 que pudo probar en Paul Ricard.
Finalmente, ha deseado a los chicos que persigan sus sueños y sus metas, sus banderas a cuadros. Uno de los menores, que ha confesado a los periodistas que ha hecho el loco al volante "alguna vez", ha indicado que le ha impactado lo que ha visto. Otro ha calificado de "muy impresionante" y "muy motivante" la charla y el hecho de que la expiloto compartiese "algo muy importante para ella".
"Hay que poner los pies en la tierra y conducir con precaución; nosotros tenemos una segunda oportunidad, el que la quiere tener, claro. El que luche por ella siempre la puede tener", ha finalizado la expiloto.
Por su parte, Gustavo, tetrapléjico desde los 21 años por un accidente y que forma parte de la Asociación para el estudio de la lesión medular espinal, ha instado a los nueve chicos y la chica presentes a disfrutar de la vida "siempre con cuidado", porque los accidentes no se escogen y algunos tienen secuelas irreversibles.