Movilla no podrá entrenarse tampoco en su segunda casa, o podría decirse quizás que la primera. En la noche del miércoles, el Atlético le denegó tal posibilidad pese a que sólo unas horas antes le había dado el visto bueno. El jugador iba a ejercitarse con el equipo filial de Segunda B, que dirige Alfredo Santaelena, para conservar la forma durante el mes de suspensión de empleo y sueldo que le comunicó el martes el Zaragoza. García Pitarch, director general del club maño e impulsor del castigo al veterano centrocampista, movió hilos para impedirlo y logró finalmente que el Atlético, para evitar líos, le cerrara las puertas a su ex jugador pese a que inicialmente se las había abierto de par en par.
El calvo jugador, cuyos hijos viven en Madrid (de ahí la idea de entrenarse en la capital), ha sido castigado tras estar apartado 14 días expedientado por escribir mensajes en su cuenta de Twitter que los gestores del Zaragoza, pese a no ser mencionados, entendieron que eran críticos y ofensivos hacia ellos. El futbolista ha recurrido el castigo, pero asume que los trámites burocráticos harán que el fallo llegue cuando ya lo haya cumplido. Por eso pidió ayuda al Atlético para mantener el nivel físico de cara a su vuelta el 1 de marzo.
“Lo que quieras, Movi, ya sabes que tú eres uno de los nuestros”, le había dicho Gil Marín en persona al futbolista que, pese a que no tuvo una buena salida de la entidad rojiblanca, siempre pregonó su sentimiento colchonero allá donde fue. No podrá ser. A García Pitarch, influyente aún en el club madrileño, del que fue director deportivo, no le interesa que el futbolista llegue a tope cuando venza su castigo. O tal vez le asusta la publicidad que su presencia en un escenario tan popular pudiera conseguir.
El temor del jugador a dar un paso en falso y la pasividad con la que observa el caso el sindicato de jugadores contribuyen a fomentar su clandestinidad. ¿A qué espera la AFE para intervenir o al menos interesarse? Los futbolistas del Racing de Santander, a la vista de su ejemplo, le dirán a Movilla que no la espere. En el fondo del conflicto está la demanda por impago que el jugador (junto a sus compañeros José Mari y Paredes) presentaron contra el Zaragoza después de que el club intentara sin éxito rescindirles el contrato. A estas horas es Movilla el único castigado.