A la FIFA se le acumulan los problemas. El reciente episodio de violencia vivido en las gradas del estadio de Joinville, que dejó al menos cuatro heridos, ha puesto de relieve, según expertos en el comportamiento de las llamadas 'torcidas' brasileñas, la escasa capacidad que Brasil tiene para albergar un evento de las características de un Mundial de fútbol.
A diferencia de la Copa del Mundo de 2022, que se celebrará en Qatar, y cuya celebración en invierno para evitar el calor obligará a parar los campeonatos europeos, la cita de Brasil empieza a preocupar por la violencia en los estadios. Según los investigadores de la Universidad Estatal de Campinas dedicados al estudio del comportamiento y actividades de los ultras del fútbol brasileño, los violentos choques protagonizados el domingo por aficionados del Atlético Paranaense y el Vasco da Gama "muestran la gran distancia que separa a Brasil de poder preparar con garantías un espectáculo futbolístico" de esa magnitud. Tal y como ha apuntado el diario brasileño 'Folha de Sao Paulo', el operativo de seguridad del estadio corrió a cargo de una empresa privada, que cumplía con la directrices estipuladas por la Policía Militar de la ciudad de Joinville.
La investigadora Heloísa Reis ha remarcado que ni la Policía, ni las empresas de seguridad privadas han sido capaces de dar una respuesta satisfactoria a la inseguridad y violencia que se producen en ocasiones en los estadios brasileños de fútbol, por lo que intentar hacer una predicción de lo que pudo haber sucedido "es algo que no se puede hacer".
Reis ha criticado que las autoridades encargadas de la seguridad no evaluaran con precisión un partido en el que se estaba en juego el descenso a la segunda división brasileña. "Un absurdo", tal y como ha destacado, "se tuvo que hacer una evaluación más estudiada. La prevención aquí no es muy seria".
"La Copa del Mundo, aún no teniendo nada que ver con el Campeonato Brasileño, se va a encontrar con situaciones que van a tener que ser mejor medidas. Sin embargo, el tipo de público que asiste a este tipo de eventos disminuye en gran medida la posibilidad de que se produzcan hechos violentos", ha subrayado Reis.
La investigadora ha defendido la educación de la sociedad como medida principal para evitar este tipo de situaciones en el futuro. "Los ultras no son solo vándalos, son personas que necesitan reafirmarse ante la sociedad mediante la violencia. Se divierten así y sólo encuentran en el fútbol la manera de canalizar eso porque el fútbol ha permitido usar esa violencia".