Transfundir sangre a una persona sana carece de sentido, según Carmen Ferrer, médico facultativo del Servicio de Información de Toxicología, en el juicio de la 'Operación Puerto' que se desarrolla en el Juzgado de lo Penal número 21 de Madrid.
"Transfundir sangre a una persona sana carece de sentido. Las autotransfusiones se hacen en circunstancias que lo justifiquen, por ejemplo se aplican en problemas que surgen en preoperatorios porque tiene menos riesgos", resumió en su intervención la declarante.
Entre los riesgos que se derivan de las autotransfusiones la experta destacó "los problemas derivados de infecciones, de confusión en la custodia de la sangre que puede suponer poner a un paciente una bolsa de sangre ajena o dejar a la persona con anemia".
Además, precisó que "transfundir una sangre en mal estado, con los glóbulos dañados, aumenta la viscosidad sanguínea y puede generar un nivel de hematocrito demasiado alto con una carga al corazón que lo pone en riesgo". "Un hematocrito de 52 por ciento en un varón ya es preocupante, pero si llega a 60 los riesgos se pueden manifestar de manera inmediata", aclaró.
Ante una extracción de sangre la persona afectada tiene que someterse antes a control médico y comprobar que está en buen estado. "Hay que cuidar de no dejar a la persona en anemia, por eso son convenientes antes los análisis pertinentes", matizó. "Para evitar riesgos se supone que las bolsas deben llevar el nombre del paciente, la fecha de extracción y hay que mantenerlas a temperatura para evitar la hemólisis", añadió.
Ferrer precisó que la sangre hay que mantenerla en frío, pero sin congelarse, y usarla en los primeros 4 meses, de lo contrario debe ser desechada porque supondría un riesgo para la salud. Respecto a los lugares donde deben practicarse las transfusiones de sangre, la experta aseguró que el Real Decreto que regula la calidad para los centros de transfusiones señala que deben practicarse en instalaciones hospitalarias o sanitarias acreditadas para evitar riesgos de contaminación.
En cuanto a la conservación de la sangre una vez extraída, Ferrer no consideró, a pregunta de la Abogada del Estado, que sea adecuado conservarla en frigoríficos convencionales y sin dispositivos de alarma que eviten los efectos de un eventual corte de energía.
"Nunca se debe hacer así. Aún con la temperatura adecuada hay que controlar la sangre, y para ello hace falta personal que controle la temperatura, ya que si hay alteración significativa habría que desechar las muestras", dijo. Tampoco consideró normal Carmen Ferrer el transporte de bolsas de sangre en mochilas convencionales." Se puede perder la cadena de frío, así que de esa manera nunca se debe hacer".
En cuanto a la necesidad de transfundir sangre a un deportista después de haberse sometido a un gran esfuerzo, la testigo descartó la necesidad de tal practica.
"Un deportista en condiciones normales se recupera con descanso y una buena rehidratación. No hace falta ninguna técnica invasiva", aseguró.