Cuatro meses en el Real Madrid son la eternidad. La orejona, la ansiada Décima, presidía el calentamiento desde la banda, pero nadie la tenía muy en cuenta. Es pasado, un pasado glorioso pero del que no se come. En este tiempo, escaso pero contundente, ha habido un Mundial, una reconstrucción de plantilla insatisfactoria, un título de Supercopa de Europa y un mal arranque en Liga. También, y destacando incluso por encima del resto de las cosas al ser la más reciente, una fuerte pitada al capitán, Iker Casillas, que marcaba la agenda del día.
Porque del fútbol no se esperaba mucho. Decir Basilea en el Bernabéu no llama a ningún mal augurio sino, al contrario, a la opción de pensar en otras cosas. Y el tema estrella, hoy en día, tiene que ver con Casillas. Toca un balón el portero cuando aún hay empate a cero y empiezan los pitos. Rápidos, los partidarios, contrarrestan con aplausos y vítores. El sábado, cuando el Madrid perdía el derbi, los animadores del meta no supieron reaccionar. Tres días después, y tras ríos de tinta hablando de la situación, salen en su defensa cada vez que silban los detractores, que ya difícilmente desaparecerán de este estadio. Y si el portero para, más aplausos y más fuertes. Incluso los compañeros van a celebrarlo cuando lo hace bien. Saben que no es tiempo fácil.
Se puede tratar de discernir los motivos de los pitos a un jugador que, más que un portero, es una institución, pero es difícil encontrarlos en sus actuaciones tanto como en los prejuicios que todo aficionado tiene. Los pitos no son consecuencia de sus paradas o errores sino una división por clanes que está instalada en el Bernabéu (y en las redes sociales, y, en realidad, en el madridismo). También los que le aplauden, los que corean su nombre, tienen resortes similares. No importa tanto lo que hace sino quién es. Los errores, si existen y los aciertos, si están, solo llevan a reafirmar las propias convicciones. Difícil, en cualquier caso, atajar una división tan evidente.
Pasaban los minutos entre cánticos y abucheos mientra el Madrid escenificaba lo que todos en el Bernabéu creían que iba a pasar: una goleada de los suyos. Bien es cierto que los resultados a veces son mentirosos, y este sin duda lo fue. Porque el equipo de Ancelotti tuvo los mismos errores que lleva mostrando las últimas semanas, es muy blando. La delantera suiza, más bien naíf, no supo aprovechar el extremo desequilibrio del que hacen gala los blancos. Hay pasillos por todas partes y errores de patio de colegio. Cualquier rival serio hubiese hecho sangre del Madrid, pero el Basilea no da para tanto.
El Madrid se aprovechó de estar mirándose en un espejo del callejón del gato, que reflejaba su mayor defecto, la fragilidad, pero no emulaba su virtud, la pegada. En noches así lo normal es que el Madrid termine arrasando, que es lo que supone un 5-1 en el electrónico. El primero en propia puerta y después, Cristiano, Bale, James y, por último, marcando el 1.000 de la historia de los blancos en la competición (en su competición), Benzema. El francés, también discutido, aunque en ningún caso tan controvertido, se fue poco después con algunos pitos desde la grada. Era noche de sonidos intensos.
Ancelotti podrá sacar el empujón anímico que supone empezar la Liga de Campeones con fuerza. También se llevará a casa una lista de pesares, pues no encuentra la tecla que da equilibrio a un equipo que necesitará mucho más para llegar a todo lo que aspira.
Ficha técnica:
Real Madrid: Casillas; Nacho, Pepe, Sergio Ramos (Varane, m.66), Marcelo; Bale, Kroos, Modric (Illarramendi, m.74), James; Cristiano Ronaldo y Benzema (Chicharito, m.82).
Basilea: Vaclik; Xhaka, Schär, Samuel (Kakitani, m.64), Suchy, Safari; Elneny, Frei (Delgado, m.83); González, Zuffi y Streller (Embolo, m.74).
Goles: 1-0, m.14: Suchý en propia puerta. 2-0, m.30: Bale. 3-0, m.32: Cristiano Ronaldo. 4-0, m.37: James. 4-1, m.38: González. 5-1, m.80: Benzema.
Árbitro: Damir Skomina (SLV). Amonestó a Pepe por el Real Madrid; y a Elneny, Samuel y Xhaka por el Basilea.
Incidencias: Encuentro de la primera jornada de la Liga de Campeones, correspondiente al Grupo B, disputado en el estadio Santiago Bernabéu ante la presencia de 65.634 espectadores.