No será el partido del Éibar uno de los grandes momentos de la historia del Vicente Calderón. El choque perdió interés a medida que se acercó la hora del mismo pese a que la tercera plaza seguía en juego; de hecho, el tropiezo del Sevilla con la Real Sociedad contribuyó a un relax general multiplicado por la finalísima del miércoles. En el Atlético la gente sólo piensa en el imposible ante el Real Madrid. Los más incrédulos y escépticos ante una remontada se contagiaron después de que Saúl certificara prácticamente la tercera plaza con el gol del triunfo ante un Éibar muy incómodo que angustió a los colchoneros hasta el final del choque.
Simeone reservó algunas bazas, pero la base de su equipo titular no se perdió un envite crucial. Eso sí, la intensidad de otras veces brilló por su ausencia convirtiendo gran parte del encuentro en una somnolienta . De nuevo el Atleti evidenció falta de acierto en remates de Koke, Saúl o Carrasco, los que pusieron más empeño en deshacer la igualada, mientras que otros como Gaitán pasaban desapercibidos.
El caudal ofensivo rojiblanco no fue excesivo ni continuo ni peligroso, algo que se presume ocurrirá el miércoles ante el Madrid. Había cierto relajamiento que contribuyó a prolongar el desenlace del choque hasta la mitad del segundo acto. Entonces, con Fernando Torres ya en el campo (mejor como asistente que rematador) el Atleti pareció despertar ante un Éibar muy bien colocado y sin pasar demasiados agobios.
Fue Saúl, llegando desde la segunda línea, quien encontró el hueco suficiente para batir a Yoel con una gran remate con la zurda desde fuera del área. El gol fue una apoteosis en la celebración del banquillo por la importancia del mismo y Godín fue quien más lo exteriorizó en un abrazo con el Cholo. El 1-0 era justo aunque Filipe Luis debió ser expulsado por una entrada innecesaria e inoportuna a Sergi Enrich lo que hubiese complicado las cosas. Fue entonces momento de conservar el preciado tesoro y aguantar el empuje armero que fue un dolor de cabeza hasta el final de un encuentro que se enmarañó con la expulsión de Godín y el acoso a la portería de Oblak.
El desenlace feliz lo celebró el Calderón casi como un título en un tiempo extra donde la nadie abandonó la grada. La afición se entregó a los suyos, pidió al Cholo que sacara a sus guerreros y estos accedieron salir al césped para recibir el impulso, el ánimo y el aliento de unos seguidores que adelantaron lo que será el miércoles la revancha contra el Real Madrid. El intento de un imposible para despedir la Champions en el Calderón con una remontada histórica en busca de otro sueño...