La discreción fue una máxima en su vida, sin embargo, todos conocían a Cristina Macaya. Sobre todo en Mallorca, donde no solo se convirtió en la mejor anfitriona que se podía imaginar, también en personaje imprescindible de las causas sociales y culturales.
Decían de ella que era la mujer que mejor guardaba los secretos de Mallorca. Unos secretos que compartió durante décadas con las decenas de ilustres nombres que acogió en su finca de Es Canyar, donde el pasado 2 de febrero fallecía a los 77 años tras más de dos luchando contra el cáncer. Una enfermedad que también combatió con la discreción que la caracterizaba.
“Lo padecía y sufría pero lo contemplaba, no lo vivía. Llevaba años de operaciones, iba a la clínica a la quimioterapia y después se iba al supermercado a comprar porque tenía gente para cenar. Estos últimos años me ha impresionado su fortaleza física y mental” señala en ‘ABC’ el sacerdote Bartomeu Català, uno de sus mejores amigos y encargado de oficiar el pasado día 4 el funeral de Macaya.
Un multitudinario funeral ofrecido en la Parroquia de la Santa Creu, en el Puig de Sant Pere de Palma, donde amigos y familiares de Cristina Macaya se reunieron para despedir a la que todo el mundo define como “una mujer excepcional”, leal y repleta de vitalidad y generosidad.
Así lo han mostrado sus seres queridos en su último adiós. Seres queridos como el escritor, presentador de televisión y diplomático Fernando Schwartz que en declaraciones a ‘El Diario de Mallorca’ ha señalado: “Era un torbellino de vida, una mujer espléndida, llena de generosidad. La echaremos mucho de menos”.
Bautizada como ‘la dama de Mallorca’, Cristina Macaya fue una de las artífices de que Mallorca se convirtiera en el epicentro de los veranos de la alta sociedad española y el destino elegido por influyentes personajes internacionales. Y es que, tal y como desvelaron a ‘La Razón’ en 2019: “Su agenda es impresionante, pero nunca la sacarás ninguna información relativa a la gente que conoce o que pasa por sus casas. Es una mujer con unas relaciones increíbles”.
Y precisamente Cristina Macaya utilizó esas buenas relaciones en favor de los demás. Tal y como señalan los que la conocieron, la dama de Mallorca, a quien no le gustaba salir en la prensa, dedicó su trabajo e influencias para ayudar a los que más lo necesitaban.
Una discreta vida personal marcada por las pérdidas y su relación con Plácido Arango
Nacida en Madrid en 1945, Cristina López Mancisidor vivió su primera gran pérdida cuando era una adolescente. Un duro golpe que revivió años después, cuando falleció su marido, Javier Macaya: “Mi vida está marcada por la pérdida de dos hombres. Mi padre murió cuando yo tenía 15 años y me impacto muchísimo. Y a los 28, con tres niños pequeños y embarazada de cinco meses de mi hija María, perdí a mi marido. Murió mientras iba sentado a mi lado, circulando por la M-30 en un coche conducido por mí. Un aneurisma fulminante” confesó en 2012 en una entrevista a ‘SModa’, “a partir de ahí o te hundes o sales adelante, y yo hice lo segundo”.
Años más tarde, centrada en sus cuatro hijos y su labor filantrópica, Cristina Macaya comenzó una relación con Plácido Arango con quien mantuvo una estable relación que duró 17 años. Aseguran que nunca quiso casarse con el empresario, con quien formó una de las parejas más poderosas e influyentes en nuestro país. Ambos compartían la pasión por el arte y mantuvieron una maravillosa amistad después de su ruptura.
Tras casi dos décadas de relación, Cristina y el magnate mexicano emprendieron vidas por separado. Una separación en la que el empresario se mostró de lo más generoso. Así lo aseguró hace unos años ‘La Razón’, apuntando que “al no estar casados no le correspondía ni un euro de la fortuna de Arango y tampoco pidió nada. Precisamente por esa falta de interés mercantil la dejó un buen patrimonio que ella acrecentó. En aquellos años, la prensa económica valoró en una cantidad que rondaba los 2.000 millones de pesetas, una apartamento en Nueva York y la mansión de la urbanización La Moraleja, en Madrid”.
Los tres pilares de su labor social
Tras quedarse viuda, Cristina Macaya trabajó en el mundo inmobiliario hasta que, un par de años después, su vecino en La Moraleja, Enrique de la Mata, exministro y por entonces presidente de la Cruz Roja, le ofreció colaborar con la institución que llegó a presidir durante once años. Durante ese tiempo desarrolló importantes acciones como el Sorteo de Oro, que les sirvió para conseguir mayor financiación sin depender exclusivamente de las donaciones.
Años después, y en colaboración con Mercedes Gallizo, directora general de Instituciones Penitenciarias en el Ministerio del Interior, promovió la Unidad de Madres de la cárcel de Palma de Mallorca. En 2006, fue reconocida por Naciones Unidas con el premio' Women Together' por su trabajo para mejorar las condiciones de vida de mujeres encarceladas con sus hijos.
Aseguran que una de sus labores más especiales fue la que llevó a cabo junto al sacerdote mallorquín Bartomeu Català, Proyecto Hombre, dedicada al tratamiento de la drogodependencia. Una causa prioritaria para ella en la que llegó incluso a involucrar a la reina Sofía.
La gran anfitriona de famosos e ilustres personajes en Mallorca
Aunque nacida en Madrid, y a caballo durante años entre España, París y Nueva York, Mallorca se convirtió en su mejor refugio. Allí compró Es Canyar, una impresionante masía en la sierra de Tramontana, donde recibía a sus cuatro hijos (Sandra, Cristina, Javier y María), a sus 17 nietos y a su incontables e ilustres amigos del mundo de la política, la cultura e incluso la realeza.
Durante años, Cristina Macaya recibió en su casa a invitados de la talla de Michael Douglas y Catherine Zeta Jones, Jack Nicholson, Miguel Bosé o Gwyneth Paltrow, a políticos como Felipe González y Bill Clinton y a grandes amigas como Isabel Preysler o Rosario Nadal.
Entre sus amistades, muchos destacan al rey Juan Carlos, quien durante años pasó sus veranos familiares en la isla balear, formando parte del exclusivo círculo de la ‘beautiful people’ que durante años elegía Mallorca para sus vacaciones. Un círculo al que también pertenecía Marta Gayá (durante años relacionada con el rey emérito), íntima de Cristina Macaya, y presente hace unos días en su último adiós.