Al principio la Reina lo llevaba muy marcado con raya al lado, ultramegaplanchado y casi diría yo que cortado a cuchilla, como hace la editora jefe de Vogue Anne Wintentour, una de las embajadoras de este look.
Cuando Letizia sorprendió con su cambio de imagen, los más conservadores pusieron el grito en el cielo y ¡no me extraña!. La Reina se parecía más a Victoria Beckham que a la Leti que habíamos conocido.
Tengo que decir que su corte me gustó por ser un gesto de rebeldía, pero a la vez me supuso un shock que tardé días en asimilar.
Lo que parecía una nueva seña de estilo personal se ha ido desvaneciendo con el paso de los meses. Desde hace ya un tiempo vengo observando que no está manteniendo el corte y su cabello luce más largo (ya casi le llega hasta la altura de los hombros). El hecho de dejarlo largo puede ser porque, como se hace muchos recogidos, así le facilita la labor a su peluquera. O quizá le ocurre como a la común de las plebeyas, que cuando nos cortamos el pelo de manera radical luego nos da pereza y tensión sentarnos en el sillón del salón de belleza (tengo más de una amiga a la que le da ansiedad pasar por la ‘pelu’).
En cualquier caso, el pelo de Letizia ya está en un punto de no retorno: o se lo corta o se lo deja largo. Tiene ese tipo de largura que ya resulta más que incómodo. Qué si un día se te salen las puntas para fuera, que si ni largo ni corto (creedme, sé de lo que hablo)… vamos un drama.
Solo espero que Letizia no vuelva a esas melenas lánguidas ni ¡a las diademas! con las que aparecía sin pudor en el pasado y que no tienen razón de ser en una royal de su altura.
#Letizia se ha cansado de su #pelo, en mi #blog https://t.co/xTrlO4LyTm
— Beatriz Castrillo (@BCastrillo) May 16, 2016