El próximo 14 de mayo se cumplirán 60 años de la boda entre el rey Juan Carlos y la reina Sofía. Una fecha importante para cualquier matrimonio que, en otras circunstancias, sería motivo de celebración. Sin embargo, todo apunta a que los Eméritos pasarán, un año más, su aniversario por separado.
Desde hace un par de años, miles de kilómetros separan a los padres del rey Felipe VI. Una distancia que ha confirmado lo que desde hace años era un secreto a voces: el matrimonio está roto e incluso aseguran, lleva años sin hablarse.
Aprovechando que las bodas de diamante del rey Juan Carlos y la reina Sofía están a la vuelta de la esquina, Pilar Eyre ha desvelado algunos de los secretos que escondió la boda asegurando: “Sofía y Juan Carlos se casaron sin amarse y al final llegaron a detestarse”.
Considerada una de las periodistas con más experiencia en la Casa Real española, Pilar Eyre, quien hace unos días descubría cómo la reina Sofía se ha “desmarcado asombrosamente” de la infanta Cristina, a quien dice ha dejado sola tras su divorcio, detalla el compromiso y boda de los Eméritos: “Fue un despropósito desde el principio hasta el final”.
Ni el rey Juan Carlos ni la reina Sofía estaba enamorados
A través de su blog en la revista 'Lecturas', la periodista desvela cómo, poco antes de la boda con la reina Sofía, Juan Carlos pasó una apasionada noche con la condesa Olghina de Robilart, con quien mantenía un romance, y a quien desveló sus planes de boda con una mujer a la que no amaba: “Me obliga mi padre, hay que tener hijos para continuar la dinastía… Ni siquiera sabía si me tenía que casar con Irene o Sofía”.
Pero, según Eyre, la condesa no era la única mujer en la vida del Juan Carlos. Por entonces, “su novia oficial” era la princesa italiana María Gabriela de Saboya: “Juanito la amaba y la llamó días antes de la petición de mano a Sofía: ‘No la quiero… Si tú me dices ven, lo dejo todo… Piénsalo, por favor’”.
De sobra es conocido que finalmente, Juan Carlos se comprometió con Sofía. Algo que según desvela Eyre ocurrió, porque Don Juan interceptó el mensaje de María Gabriela de Saboya pidiéndole que no se casara.
Eso sí, según la periodista, casarse con Juan Carlos tampoco estaba en los planes de doña Sofía: “Tampoco estaba enamorada de Juan Carlos, al contrario de lo que siempre se nos ha hecho creer. Enamorada había estado del duque de Kent, primo de la reina de Inglaterra. Y, cuando este se hizo novio de otra chica, su ambiciosa madre, la reina Federica, había intentado emparejarla con el príncipe Harald de Noruega”.
Un “despropósito” de boda
El 13 de septiembre de 1961 don Juan Carlos de Borbón y doña Sofía anunciaron su boda. Una boda que, según Pilar Eyre, ninguno de los dos deseaba, pero que ocho meses después se celebraba en Atenas: “La describieron como un cuento de hadas, cuando en realidad fue un relato de terror”.
En terror en el que la actitud de la reina Federica, madre de doña Sofía, tuvo mucho que ver: “Había tratado con inmenso desprecio y arrogancia a la familia del novio, al que no dejaba de repetir: “Tú, Juanito, no eres nadie”. Tuvieron que pagarse sus billetes de avión, los alojaron en un hotel de segunda y cada vez que don Juan entraba en un sitio, en lugar de sonar la ‘Marcha Real’, que era lo apropiado, tocaban ‘Paquito el Chocolatero’, lo cual era muy ridículo” desvela la periodista en 'Lecturas.'
Tras una interminable boda, por los dos ritos, los ya ‘marido y mujer’ se retiraron al yate prestado por el millonario Niarchos para el viaje de novios, y donde, según relata Eyre, comenzó otra pesadilla. Días antes, don Juan Carlos se había roto la clavícula practicando kárate, lo que le provocó una herida que cuando acabó el gran día se había abierto e infectado.
Al parecer, fue doña Sofía quien, gracias a sus conocimientos de puericultura le atendió. “Afirman que el príncipe, a pesar de todo, se esforzó, porque el deber hacia a la institución y la obediencia a su padre estaban por encima de todo. ¡Para eso se había casado con Sofía!” relata la reconocida periodista, “cuando tuvieron el ansiado heredero varón, dejaron de esforzarse. Y nunca más”.
Pilar Eyre, además, reflexiona sobre las seis décadas que han pasado desde entonces: “Sesenta años han transcurrido desde esa boda entre dos personas que entonces no se amaban y que al final llegaron a detestarse“.