El confinamiento en sus casas de la mayor parte de la población ante la pandemia del coronavirus va a pasar una dura factura a los ingresos públicos, precisamente cuando la desaceleración económica los había ralentizado mientras repuntaba el gasto de las Administraciones.
Dependerá de la duración, y de cómo se produzca la futura salida de la economía (en V, en U, en L o si se replica la W de la última crisis), pero la contaminación de los dos principales motores del PIB, el consumo y la inversión (demanda interna), va a afectar gravemente a los ingresos tributarios al menos en los dos primeros trimestre del año mientras el PIB entra en recesión, que puede ser temporal o ya veremos.
Fuentes del Ministerio de Hacienda confirman que marzo está siendo catastrófico para la recaudación tributaria, y abril puede ser aún peor, porque coinciden en este mes las declaraciones trimestrales de IVA y del pago fraccionado del Impuesto de Sociedades. Nadie se atreve a profetizar qué pasará en mayo o junio.
De momento, el Covid-19 ya tiene contaminados a dos trimestres, es decir, medio ejercicio económico y laboral. Si la estadística sanitaria de afectados y fallecimientos no baja la tensión pronto, el periodo entre abril y junio será el peor ya que el segundo trimestre de cada año suele ser muy importante porque es cuando es cuando se reactiva habitualmente el consumo y la inversión con el inicio de primavera y la precampaña veraniega.
Según estas fuentes, la caída de los ingresos público puede alcanzar entre el 30% y el 50% de la tributación. Lo que podría llevar al Gobierno a una crisis de liquidez. De ahí, por ejemplo, que el Tesoro esté anticipando ya emisiones extraordinarias de deuda pública mientras el presidente del Gobierno pide un plan Marshall europeo o emisiones de coronabonos del BCE y barra libre para el objetivo del déficit público.
El coronavirus ya registra otro parte del estado de guerra: ha parado la economía, destruye empleo y está minorando la generación de ingresos cuando las Administraciones tienen más necesidades de gasto sanitario
El estado de alarma ha asustado, y de qué manera, al consumidor y a la inversión empresarial mientras cunde la desconfianza sobre las medidas tomadas y su oportunismo para el tejido productivo. Aunque marzo no es un mes excesivamente bueno para los ingresos fiscales, Hacienda recaudó el año pasado 9.508 millones (y 20.886 millones en abril) de los 43.402 millones que obtuvo en el primer trimestre (44.055 millones en el segundo trimestre).
Una caída de hasta 15.000 millones
Entre marzo y abril, la caja del año pasado en estos meses superó los 30.300 millones (es el 15% del total de los ingresos fiscales del año), que se pueden quedar en unos 20.000 millones en 2020 si la caída media llega al 30% o en sólo 15.000 millones si alcanza el 50%. Por tanto, Hacienda puede dejar de recaudar sólo en este periodo entre 9.000 y 15.000 millones.
Más de la mitad de esa recaudación mensual en marzo (4.814 millones) la obtuvo Hacienda de las nóminas de los trabajadores a través de las retenciones del IRPF practicadas por las empresas (6.144 millones en abril). Aunque hasta la próxima semana no se conocerá la liquidación de 2019, marzo y abril representaron el año pasado (10.761 millones) casi el 15% de la recaudación total por IRPF.
Aumento del paro
Lo evidente es que el empleo está cayendo en vertical frente a la crisis financiera que se inició a finales de 2007 y que expulsó a más de tres millones de trabajadores a lo largo de cinco años. Ahora se está produciendo una destrucción permanente de puestos, tanto de temporales como fijos, porque las empresas tienen muchas dudas sobre el desarrollo de sus actividades y sus ventas, y el modelo económico de crecimiento (sector servicios) lo favorece.
Las estadísticas del ministerio de Trabajo de la próxima semana lo confirmarán. Todo el sector servicios, que genera más del 7%% del PIB y que acumula el 80% del empleo, anda tocado. En particular, las actividades con mayor número de afiliados: desde la hostelería, la restauración, los hoteles, el comercio (incluso han caído las compras por Internet), viajes, peluquerías, servicios personales y profesionales.
La industria ha dejado de producir. La construcción, cuya actividad también cesará, no consta. El campo dependerá de si sigue activado el acaparamiento alimentario de productos básicos. Además, la pandemia ha cogido al mercado laboral en un proceso de desaceleración importante.
Sueldos menores, menos IRPF
A ello se añade la generalidad de ERTES que ya se conocen y de otros tantos que están pendientes de ser efectivos en abril, así como una nueva fase de ERES y de despidos por el posible alargamiento de la crisis sanitaria. Los sueldos de los queden en el mercado laboral serán posiblemente más bajos.
Además, muchos autónomos (y pymes) han tenido que cerrar, en muchos casos para cumplir las obligaciones del confinamiento, y otros tantos dudan sobre cuándo podrán reanudar la actividad o si mantendrán el cierre hasta ver cómo reacciona la demanda a medio plazo. Todo ello llevará a un espectacular descenso recaudatorio de las retenciones practicadas. Y también se añade una caída de las retenciones sobre el capital mobiliario y en fondos de inversión del ahorro, que también figuran en el IRPF, por el descenso de las remuneraciones de los depósitos y de las rentabilidades de las inversiones en estos activos (hace un año sumaron en marzo 175 millones y 1.120 millones en el primer trimestre).
Merma en el IVA de hasta 5.000 millones
El segundo motor de recaudación de Hacienda, el IVA, también está sufriendo una merma considerable. Aunque los datos no se conocerán hasta finales de abril, la contracción del consumo (que ya venía produciéndose en la última fase de 2019) empieza a ser sustanciosa.
A ello está contribuyendo el descenso del empleo, la inseguridad de la situación, la ausencia de ahorro para aguantar y, sobre todo al miedo escénico a comprar productos y servicios no alimentarios porque muchos ciudadanos todavía tienen en la retina la crisis que se inició a partir de 2007 cuando el empleo y el consumo cayeron a plomo. Los ingresos por IVA en marzo de 2019 fueron de 3.301 millones (19.707 millones en el primer trimestre) y de 6.778 millones en abril (15.779 millones en el segundo trimestre) gracias a la liquidación trimestral del impuesto por parte de empresarios, autónomos y alquileres comerciales del anterior trimestre.
Una caída del 50% de este impuesto puede suponer una pérdida entre marzo y abril de casi 5.000 millones. Es cierto que el consumo en productos alimentarios y de limpieza se ha activado por el acaparamiento de los ciudadanos. Pero estos productos están gravados con los tipos más bajos del IVA del 4% (superreducido) y del 10% (reducido).
La deuda, que lastrará el futuro de la economía y a varias generaciones, seguirá creciendo casi a la italiana (140% del PIB)
Además, muchos restaurantes, bares y hoteles, es decir, el turismo en general, así como las tiendas de tipo hasta papelerías y librerías, y hasta la compraventa de viviendas, han dejado de facturar IVA y de recaudar para Hacienda. Y, por si fuera poco, se han suspendido eventos con un importante movimiento recaudatorio de este impuesto (y del IRPF): Fallas, Semana Santa.
Feria de Abril, partidos de fútbol y todos los actos deportivos, conciertos, teatros o cines. En todo caso, el parón del estado de alarma se está produciendo en el consumo de productos y servicios gravados con el tipo general de IVA (21%), que es el que afecta a la mayoría de artículos. Así, las compras de bienes no perecederos y de servicios se han estrellado: coches, electrodomésticos, viajes, ropa, calzado, peluquerías, fontanería, talleres, tabaco, gasolina y gasóleo (también estos productos está gravados con Impuestos Especiales), gimnasios o bricolaje. Y nadie sabe cuánto va a durar el parón.
Impuestos especiales
También se ve afectada por el estado de alarma la recaudación de Impuestos Especiales. Los ingresos por este concepto en marzo de 2019 fueron de 1.564 millones (4.950 millones en el primer trimestre) mientras que en abril alcanzaron los 1.841 millones (5.415 millones de caja en el segundo trimestre). Una caída del 50% supondría una merma de 1.700 millones sólo entre marzo y abril. Casi el 70% de estos ingresos los aportan los hidrocarburos que emplean los coches y los aviones (gasolina, gasóleo o el queroseno) y el confinamiento ha reducido drásticamente su consumo.
Aunque de momento la recaudación por el Impuesto de Sociedades no es importante ya que hasta abril no se realizan los pagos fraccionados a cuenta del primer trimestre, el segundo trimestre se advierte muy complicado desde el punto de vista recaudatorio. Los ingresos en abril del año pasado por este impuesto fueron de 5.145 millones. La caja va a verse sensiblemente afectada ya que, además del contagio del Covid-19, viene observándose desde finales de 2019 un descenso importante del impuesto sobre los beneficios que declaran y pagan las grandes empresas del IBEX. Por ejemplo, el Gobierno había previsto recaudar el año pasado unos 25.000 millones y sólo llegará a 22.700 millones.
El coronavirus ya registra otro parte del estado de guerra: ha parado a la economía, destruye empleo y está minorando la generación de ingresos para las arcas públicas, precisamente cuando las Administraciones tienen más necesidades de gasto sanitario que atender y con un déficit que debería haberse suprimido hace unos años. La deuda, que lastrará el futuro de la economía y a varias generaciones, seguirá creciendo casi a la italiana (140% del PIB). Por si fuera poco, ha cogido a los españoles en la fase más baja de ahorro, que se añade a las dudas de cómo va a salir de esta la sociedad española con un Estado que no ha hecho los deberes de sanear las cuentas públicas para hacer frente a situaciones extraordinarias como la actual y que no aparece cuando se le necesita.