En muchos sentidos, J. Balvin es el artista que más está haciendo por expandir globalmente el reguetón. No es tan combativo como Bad Bunny, ni tan explícitamente sexual como Maluma, así que tiene mucho más abiertas las puertas de radiofórmulas, macrotiendas de ropa y discotecas de cualquier tipo. Su cima creativa sigue siendo Guinza, un ritmo hipnótico que derrocha sutileza al mismo tiempo que se puede perrear duro. Es una de las cinco mejores canciones de la historia del género.
Su nuevo disco, Colores, tiene ritmos pegadizos, melodías pop y esa voz cálida marca de la casa. El artista colombiano es el más moderno, pero tiene un enorme respeto a las raíces, como demostró en la pasada edición de Coachella con su medley de himnos clásicos del reguetón. Sabe de sobra que sin el trabajo de otros (Daddy Yankee, Don Omar, Wisin&Yandel…) hubiera sido mucho más complicado llegar hasta donde está. Es uno de los pocos artistas urbanos latinos capaz de crear álbumes coherentes, no simples colecciones de éxitos.
"Muchos pueden pensar que en el disco no pasa nada relevante, pero la explicación es que no es un álbum de fuegos artificiales"
Nada más publicarse el álbum, las críticas han sido entre tibias e indiferentes, desde Alexis Petridis en The Guardian diciendo que tiene más estilo que sustancia hasta cientos de comentarios en redes sociales subrayando que Colores está por debajo del último lanzamiento de su amigo Bad Bunny. En la página Metacritic, que hace media de las notas que ponen diferentes reseñitas, no pasa de un discreto 72 sobre 100. "Colores es un disco monocrómatico", sentencia la edición colombiana de Rolling Stone, acusándolo de "mantenerse en la zona de confort" y de falta de profundidad en las letras (el periodista que firma incurre en el tópico de que un disco feliz, fluído y buenrrollero no puede ser compatible con la profundidad artística). Parece que muchos esperaban fuegos artificiales y este álbum no los tiene; pedían fuegote y se han encontrado un disco a fuego lento. Mi impresión que es irá creciendo con los meses y que himnos como Rojo, Rosa y Morado -sobre todo, las dos últimas- seguirán brillando en su repertorio dentro de diez años. Balvin encontró su 'tempo' bajando las revoluciones.
Giro abstemio
No estamos ante un disco de tralla. Más bien se trata de una ‘suite’ con suaves mutaciones, un viaje por distintos estados de ánimo. No hay ningún pepinazo claro, pero tampoco ninguna canción de relleno: nos recuerda que en el campo sonoro del reguetón es mucho más complicado firmar un buen medio tiempo que un rodillo rítmico. Está apuesta 'light' puede tener que ver con la nueva vida de Balvin, que ahora es abstemio, deportista y centrado en la meditación. También tiene como prioridad ser padre cuanto antes. Este giro saludable, que ha hundido en la miseria a tantas estrellas de rock, no afecta al nivel de Colores, que sigue irradiando fiesta a pesar de lo relajado de los mensajes.
Disfrutar de estas canciones no exige caderas de atleta. Lo explicó Balvin en un reciente perfil sobre su momento artístico: “Quiero ver a abuelos en Alemania, Y en Africa y en Asia cantando las canciones de este álbum", explicaba. De manera coherente con el mensaje, en la gala de los premios Lo Nuestro se podía encontrar en su camerino a sus padres e incluso a su abuela. También pasó por allí nuestro Raphael para pedirle una colaboración de registro reguetonero. Los únicos vicios del Balvin del 2020 son la ropa de diseño, los relojes de lujo y adquirir obras de Takashi Murakami para colgar en su mansión de Medellín. El artista japonés firma la portada.
En el disco se menciona a Cristiano Ronaldo y "La Macarena", entre otros referentes de la cultura popular
Termino con una propuesta: me parece un disco perfecto para disfrutar con niños pequeños en estos días de encierro. Ritmos dulces, arreglos buenrrolleros y ausencia de palabrotas. Además solo dura media hora, así que es complicado que se aburran. Se puede bailar con ellos en el salón o aprovechar que los títulos de canciones son distintos colores, así que vale pedir un dibujo inspirado en cada tema. Las letras tienen referencias que pueden reconocer, desde Cristiano Ronaldo a “La Macarena”, pasando por “Mambrú se fue a la guerra”. También hay diversas referencias al culo y a romper las leyes, que suelen hacerles reír. Raro será que no funcione.