Si muchos de los focos del planeta miran en estos días a Venezuela, qué decir de los de una industria del petróleo que asiste con preocupación a la incertidumbre política que asola al que aún sigue siendo uno de los principales productores, aunque venido a menos. Parte de esa industria la integra Repsol, que el año pasado cumplió sus bodas de plata en el país Latinoamericano, al que llegó en la primera mitad de la década de los 90 en un contexto bien diferente. Aún con todo, la energética española sigue teniendo en Venezuela uno de sus principales mercados, del que obtiene aproximadamente el 10% de su producción anual.
Independientemente de lo que suceda en las próximas semanas, que se antojan cruciales para el futuro del país, Repsol lleva tiempo minimizando riesgos en una plaza cuya inestabilidad no es, precisamente, noticia de última hora. Uno de los aspectos más relevantes ha sido la progresiva reducción del riesgo patrimonial de la empresa respecto de sus actividades en Venezuela. Los últimos datos, correspondientes al cierre del tercer trimestre de 2018, situaban este riesgo en menos de 1.000 millones de dólares, un 60% menos que hace apenas 18 meses.
La compañía que preside Antonio Brufau ha aprovechado los buenos resultados obtenidos en los últimos trimestres para incrementar sus provisiones en relación con el negocio en Venezuela, ante la creciente incertidumbre en torno a un país en el que, no obstante, Repsol tiene vocación de permanencia. En la actualidad, Repsol participa en dos empresas mixtas de petróleo (que operan en total cuatro bloques, con concesiones que vencen entre los años 2031 y 2035) y dos empresas mixtas de gas (la última de sus concesiones vigentes finaliza en 2036).
En sus últimas conferencias con analistas, el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, ha insistido en lanzar un mensaje positivo sobre Venezuela, "un país al que miramos con optimismo", aun conscientes de sus elevados riesgos. No en vano, de acuerdo con las clasificaciones contenidas en el Country Risk Rating de IHS Global Insight y el Country Risk Score del Economist Group, Venezuela figura entre los países en los que Repsol está expuesto a un especial riesgo geopolítico junto a Libia, Argelia y Ecuador.
El crudo, a salvo de todo escenario político
Una situación que puede verse compensada por el enorme potencial energético del país. Hace mucho tiempo que Venezuela dejó de ser el primer exportador de petróleo del planeta pero, aún en la actualidad, es el productor con mayores reservas del planeta.
"Repsol y todas las empresas que operan en Venezuela han podido comprobar que el actual régimen apenas ha tocado ni tocará este sector porque de él depende por completo la ya de por sí maltrecha economía del país", apunta un empresario y experto de negocio energético. En números, las industrias del petróleo y el gas suponen una cuarta parte del PIB y acaparan más del 90% de las exportaciones.
Eso sí, el sector no es ajeno a las dificultades que vive todo el país. La producción se ha reducido de forma dramática, de los más de 3,5 millones de barriles diarios a apenas 1,4 millones en la actualidad. "Eso es lo que dicen los números pero la realidad es que el bombeo apenas supera el millón de barriles diarios", apunta la citada fuente.
El peso de Venezuela en el negocio de Repsol ha disminuido de forma notable en los últimos años, no sólo por la crisis interna del país sino también por la diversificación geográfica llevada a cabo por la compañía, potenciada especialmente a raíz de la adquisición de la canadiense Talisman, a mediados de la pasada década, que elevó la presencia de Repsol en mercados estables como la propia Canadá, EEUU, Reino Unido y Noruega.
El precedente de Libia
"Es lógica la preocupación de Repsol por la situación en Venezuela pero, entre los posibles escenarios que se abren, sólo la deriva en un conflicto armado perjudicaría en gran medida los intereses de la compañía", apunta una fuente que trabajó como directivo para una empresa española en el país latinoamericano. "Hasta ahora, Repsol está pudiendo hacer su trabajo con el régimen chavista; si la crisis culmina con una transición hacia un sistema plenamente democrático, lo más probable es que el escenario incluso mejore para la empresa".
Una circunstancia que, según algunos analistas, explican el hecho de que la cotización de Repsol apenas se haya resentido en las últimas sesiones.
Repsol tiene relativamente reciente el precedente de Libia, país en el que ha podido reanudar la producción después de la crisis que terminó con el régimen que Muamar Al-Gadafi impuso durante décadas en el país mediterráneo. "La relación de Repsol con los actuales gobernantes les permite seguir operando allí, como ha sucedido hasta ahora en Venezuela y como ocurrirá si hay un cambio. La compañía se tendrá que sentar a negociar con el que gobierne".
Actualmente, la situación en los centros de producción es muy complicada debido a la falta de medios materiales. Sin embargo, su situación geográfica, alejados de los centros urbanos, también hace que la situación para los trabajadores sea más tranquila. No obstante, en algunos casos los expatriados ya han sacado del país a sus familias por motivos de seguridad.