Economía

Las 24 horas de Sánchez en Davos: lavado de imagen y triunfo con el Ibex

El esperpento parlamentario de la semana pasada obligó a Moncloa a montar un plan en Davos. El objetivo: enaltecerlo ante los inversores y la prensa internacional

  • Ana Patricia Botín, presidenta del Santander, junto a Pedro Sánchez, en Davos.

Moncloa ha decidido que no hay tiempo que perder. Son conscientes de las prisas los fontaneros de Pedro Sánchez, que constararon hace una semana en el Congreso la elevada probabilidad de que descarrile la legislatura. El esperpento de la primera votación parlamentaria ha obligado al equipo presidencial a acelerar el lavado de imagen. Y la primera fase se ha puesto en práctica en el Foro de Davos..

El presidente del Gobierno se trasladó este martes a la localidad suiza con un firme propósito: vender que España va bien, o no tan mal como denuncian el PP y algunos economistas agoreros. A bordo del Falcon, Sánchez y sus estrategas dieron los últimos retoques a la agenda. El líder socialista disponía de 24 horas exactas para demostrar ante analistas, empresarios y prensa extranjera que España es un destino seguro y deseable para invertir.

El plan de Sánchez se basaba en tres puntos clave. El primero, captar la atención de las multinacionales tecnológicas. Con las aguas revueltas en los sectores energético y bancario, por los impuestos endosados, Moncloa ha preferido dirigirse exclusivamente a las empresas que pueden tirar de dos PERTEs que se vendieron bien, pero se están ejecutando mal: el del vehículo eléctrico y conectado, y el de microelectrónica y semiconductores.

La primera reunión del presidente en Davos tuvo lugar el martes a las 19.00 horas, con el CEO de Cisco, Chuck Robbins. Ese mismo día, Sánchez se vio, por separado, con los CEO de Intel (Pat Gelsinger) y de Qualcomm (Cristiano Amon). Al día siguiente, el presidente del Gobierno mantuvo encuentros con el CEO de Siemens Energy (Christian Bruch), el fundador de Microsoft (Bill Gates), el responsable de Asuntos Globales de Google (Kent Walter) y el primer ejecutivo de Fujitsu (Takahito Tokita).

La segunda fase del lavado de imagen se centró en trasladar un relato económico positivo a la prensa internacional. Sánchez tiene buena planta, habla un inglés impecable y posee una capacidad innata para vender virtudes donde otros sólo ven defectos. Lo demostró la pasada semana en el Spain Investors Day y volvió a hacerlo este miércoles en Davos.

Moncloa tenía programadas tres citas. Por un lado, se acercó al set acristalado de Bloomberg, con las nieves alpinas de fondo, embutido en un plumas de 100 euros de la toledana Joma, marcando distancia con los abrigos caros de paño que lucen los magnates asiduos a Davos. Todos los detalles cuentan cuando se trata de proyectar una imagen.

Ya en el plató, el presidente afirmó, sin inmutarse, que en España hay "paz social y estabilidad política", algo "que no se ve en otros países de Europa". Aseguró también que nuestro país está "a la vanguardia de los fondos Next Generation" (obviando la opacidad y el lento ritmo de ejecución). Y confesó que tiene "una relación positiva" con el Ibex y que está "deseando reforzar esta cooperación".

El relato fue similar en la entrevista concedida a la cadena estadounidense CNBC Volvió a defender las bondades de la economía española, pero se centró, sobre todo, en analizar el contexto internacional, incidiendo en que el avance de la ultraderecha es "la mayor preocupación de las democracias occidentales".

Sánchez se dirigió posteriormente a una sala donde le esperaba el periodista Tom Friedman. Ganador de tres premios Pulitzer y con gran predicamento en Estados Unidos en asuntos internacionales, Friedman mantiene una columna en The New York Times. Para Moncloa, era una buena oportunidad para colar mensajes sobre la situación política en España. Ya lo logró con otro medio tan respetado como el Financial Times, que publicó en noviembre un editorial favorable a la amnistía a los líderes del Procés.

Esa amnistía, con la inseguridad jurídica que acarrea, fue la gota que colmó el vaso de los grandes empresarios, cuyos líderes llevaban meses rumiando el cabreo, por los ataques del Gobierno y el incremento de las trabas para hacer negocios. Por eso, Sánchez necesitaba una foto con el Ibex. La 'encerrona' se programó a las 17.15 horas, en el Hotel Kongress, y figuraba en la agenda oficial como "Saludo y encuentro informal del presidente del Gobierno con representantes de empresas españolas".

Charla "informal" con Sánchez en Davos

Pedro Sánchez se llevó el gato al agua. A la cita acudieron, puntuales, hasta los dos empresarios 'rebeldes' que habían eludido confirmar: los presidentes de Iberdrola (Ignacio Sánchez Galán) y Ferrovial (Rafael del Pino). La presencia de ambos en el Kongress supone un éxito para Moncloa. Sobre todo, la del directivo salmantino, que se atrevió a plantar al jefe del Gobierno en la edición del pasado año. Iberdrola es la segunda mayor empresa del Ibex, tras Inditex, y Davos sigue siendo el foro económico más prestigioso. Ambos datos permiten hacerse una idea de lo que dolió el plante de 2023 en los cuarteles monclovitas.

La llegada de Del Pino al hotel suizo también es motivo de alegría para Sánchez, ya que refleja cierta normalidad en las relaciones con la única compañía del Ibex que se ha llevado su sede de España. Esa misma sensación transmitió la asistencia de otros representantes del Ibex. Saludaron y conversaron con Sánchez de manera "informal" Carlos Torres (BBVA), José María Álvarez-Pallete (Telefónica), Francisco Reynés (Naturgy), Josu Jon Imaz (Repsol) José Manuel Entrecanales (Acciona), Héctor Grisi (Santander) y Maarten Wetselaar (Cepsa).

Tras el encuentro, Moncloa se apresuró a filtrar que los empresarios recibieron a Sánchez entre aplausos. Pero lo cierto es que esa ovación se produjo a propuesta del presidente de BBVA y tenía como destinatario al consejero delegado (Wetselaar había recibido recientemente un premio Forbes).

Ana Patricia Botín, presidenta del Santander, no estuvo presente por cuestiones de agenda, pero pudo saludar tras el discurso de Sánchez en el Congress Hall. Allí habló ante centenares de oyentes, para recordar a empresarios e inversores que su Gobierno de coalición es un "aliado" y no un "rival". El mismo político que presumía hace no tanto de no ser como Galán y Botín, aseguró ante el auditorio que "las empresas son esenciales para el crecimiento y el bienestar de un país", porque "crean empleo, innovación y oportunidades que nos hacen mejores".

Al final de la jornada, cogió el Falcon de regreso con el regusto del triunfo en el paladar, con aura de líder, enfundado en su abrigo Joma.

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