Economía

Los expertos cargan contra el Nobel Paul Krugman: no habrá un corralito en España

Los principales analistas nacionales desmontan la apocalíptica tesis del gurú americano: "Es prácticamente imposible".

La ruta para un corralito español ya ha sido trazada por Krugman. Pero los expertos españoles lo consideran un camino muy remoto y harto improbable. Creen que el premio Nobel y otros medios como el Financial Times especulan sobre cadenas de futuribles. “Lo hacen como si no hubiese vida inteligente en Europa y Merkel y Hollande fuesen a dejarlo todo caer”, comenta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.

La película de terror empieza en Grecia. En un primer paso hipotético, el partido en contra de la austeridad, Syriza, gana las próximas elecciones. A continuación, toma la difícil decisión de incumplir con los compromisos de recortes. En ese instante, el BCE debe decidir si le retira el tubo de liquidez a las entidades helenas y, por tanto, éstas quiebran. En ese caso, Grecia tendría que hacer un ajuste muchísimo más drástico que el exigido por el FMI y Europa al no recibir financiación; los griegos tendrían que acuñar dracmas y tardarían semanas en desplegar toda la logística. Además, la inflación sería tan alta que arruinaría a la población. “Cuando en Argentina se levantó el corralito y se pudieron recuperar los depósitos, el valor del dinero se desplomó al dispararse los precios un 50 por ciento”, explica José Carlos Díez.  

“Los griegos no quieren eso”, asegura Yannis Symeonides, periodista heleno. Con un 80 por ciento de la población a favor de permanecer en la eurozona, todavía está por ver que Atenas vaya a rechazar el euro. Con todo, muchos expertos mantienen que convendría que Europa perdonase las deudas a Grecia con tal de evitar que el pánico inversor se extienda a otras naciones. E incluso si ocurriese su expulsión de la moneda única, aún parece difícil que se precise instaurar un control de capitales en otros países porque haya un contagio. Ni siquiera se ha establecido en Grecia, donde los depósitos han caído sobre un 30 por ciento durante el último año y medio y donde en las últimas semanas se ha intensificado este proceso hasta el punto en que se han retirado, en apenas unos días, 2.000 millones de euros de las entidades helenas.

¿Y por qué no haría falta un corralito en España? Pues porque hay un banco central que puede emitir los billetes que haga falta para respaldar a una entidad. Los bancos siempre estarían en suspensión de pagos en el supuesto de que todos los impositores acudiesen a la vez a extraer sus fondos. Pero para eso está el banco central, que actúa como prestamista de última instancia. Otra cosa distinta sucedió en Argentina: “Allí había dólares en los depósitos y el Banco Central Argentino sólo podía emitir pesos y no divisas estadounidenses, de modo que no pudo garantizar esos depósitos, de ahí la necesidad del corralito”, explica Rubén Manso, inspector del Banco de España en excedencia y fundador de Mansolivar & IAX.

Otro pesimista habitual como Nouriel Roubini cree que el problema de España radica en el sistema financiero. En opinión de este gurú, el deterioro de los activos inmobiliarios acompañado de un paro enquistado agudizará las pérdidas de los bancos. Éstos necesitarán una recapitalización que el Estado español no podrá pagar, y eso nos obligará a solicitar el rescate europeo. Y tan pronto como seamos asistidos por los fondos de la UE y el FMI, los inversores huirán de España, lo que acabará destruyendo el euro. Sin embargo, llegado ese escenario, “el coste de la desintegración europea es mucho mayor que el de avanzar en la unión fiscal y rebajar así los costes para financiarse, y precisamente eso es lo que economistas como Roubini o Krugman no tienen en cuenta”, sostiene Javier Kessler, de Kessler y Casadevall. Por su parte, Juan Ramón Caridad, responsable de Swiss & Global, considera que la UE nunca permitiría que los acontecimientos degenerasen hasta llegar a un corralito que se llevaría por delante a todas las entidades europeas. “Los bancos franceses y alemanes tendrían un problema igual de grande que los españoles”, asegura.

Y lo mismo piensa seguramente el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, quien no cree en la desaparición del euro. Sin embargo, sí que augura todavía entre 12 y 14 meses de incertidumbre para los países de la periferia, porque los teutones no tienen intención alguna de levantar la presión. Las autoridades germanas estiman que las economías del sur padecen un exceso de deuda y lo mejor para obligarlas a desendeudarse consiste en someterlas a unos tipos de interés muy altos. Aunque eso provoque importantes tensiones sociales.

Pese a la continua salida de capitales extranjeros, los depósitos de la banca española se han mantenido estables hasta marzo. Bankia admite que ha perdido algunos, pero fuentes del sector recuerdan que éstos se han movido a otras entidades nacionales. Por si acaso, hay sucursales que están acumulando billetes para la hipótesis extrema de que un día tuviesen colas para sacar dinero. Unos meses antes de que sucediese el corralito argentino, en Venezuela lograron detener una corrida bancaria en 48 horas, en parte porque no salieron imágenes de las oficinas por televisión.

Por otra parte, las entidades españolas cuentan con reservas en el Banco Central Europeo del orden de los 200.000 millones entre depósitos y garantías, por encima de su exposición al inmobiliario. Y además podrían recurrir al ELA (Emergency Liquidity Assistance), esto es, “el Banco de España por sí solo podría imprimir euros cuando fuese necesario para brindar liquidez a una entidad”, dice Alberto Matellán, director de Estrategia y Macroeconomía de Inverseguros.

En definitiva, los expertos españoles concluyen que se antoja muy lejana la posibilidad de un corralito. “Krugman es un economista brillante, pero claramente no ha estado muy acertado. Establece un cadena de condicionales para llegar al corralito que no parecen factibles, sobre todo porque el BCE siempre puede intervenir”, argumenta Ignacio Muñoz Alonso, consejero delegado de Addax Capital. Así que en las manos de Mario Draghi estamos.

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