El próximo 12 de septiembre se espera el veredicto del Tribunal Constitucional alemán sobre la ayuda financiera a España. Si la alta instancia germana determina que su país no tiene que actuar como garante en la asistencia de otros países (hablando claro, hacerse responsable de los presuntos errores de otros), en el Gobierno español saben que se acabó lo que se daba. La deuda se desplomará y las agencias de rating bajarán la calificación soberana a bono basura. A partir de ahí...
El pasado 30 de agosto, Moody´s dijo que, de momento, aplaza hasta finales de septiembre la revisión de su rating sobre España. No hace demasiado tiempo, el 13 de junio, ya había rebajado su calificación, dejando la deuda soberana al borde del bono basura. Un retoque más y la economía perderá el grado de inversión.
Sin embargo, no parece tan claro que eso vaya a ocurrir. Desde ese mes de junio, hay un modo de actuar mucho más conjuntado en la Eurozona e incluso los alemanes han flexibilizado su rígida postura anterior, partidaria sólo de la austeridad y el control del déficit. Son conscientes de que no puede subsistir una Eurozona con un grupo de países financiándose a tipos negativos y otro con unos costes insostenibles. Por muchos recortes que se implementen, si la recesión profundiza, el déficit no mejora, como está ocurriendo. El futuro de la moneda única está en juego y tanto su principal economía como el Banco Central Europeo (BCE) parecen haber tomado conciencia.
La eurozona está en un momento de todo o nada, aguardando que el TC germano se pronuncie. El Gobierno, satisfecho ante el periodo de wait and see de Moodys.
Por ello, fuentes del Gobierno se han felicitado del periodo de gracia otorgado por Moody´s, que aplaza la revisión de su rating hasta comprobar si de verdad hay hoja de ruta común, sin ningún tipo de cortapisa. Esas mismas fuentes realizan un pequeño guiño cuando hablan de la postura razonable de la agencia, aunque la firma avisa que "no descartamos la necesidad de una acción inmediata si se deteriora drásticamente la capacidad de España de refinanciar deuda, obligando al país a buscar ayuda externa más allá del programa de recapitalización". Es decir, si el Constitucional alemán dice 'no', rebaja al canto. España está totalmente en manos de ese organismo.
Discurso común
De momento, las cosas discurren por donde deben. Los políticos europeos tienen, por fin, un discurso común y sólo el Bundesbank y su insistencia en aferrarse a la ortodoxia chirría un poco. Dicen que su presidente, Jens Weidman, está en el alero y puede dimitir o ser cesado, pero conviene no descartar la idea de que a Angela Merkel le resulte muy útil la figura del 'policía malo', para que nadie dé por sentado que la canciller está definitivamente ganada para la causa europea y suavizará así sus posturas y pondrá buena cara si algún país se relaja con los ajustes.
Pero el espaldarazo definitivo ha llegado de la mano de Mario Draghi, y sus mensajes favorables a la compra de deuda, el último el pasado lunes. Eso ha impulsado a los bonos de manera más que relevante, con mención especial para Portugal, España e Italia (por ese orden).
En el Ejecutivo, esperan que las nuevas disposiciones del BCE rebajen sensiblemente la prima de riesgo. A continuación, una vez constituido y capitalizado el ESM, pedirán ayuda financiera, en forma de compra de bonos. Es decir, un rescate blando.
Si el Constitucional alemán dice 'no', dará igual ya si hay nuevas rebajas de rating, porque la situación será insoportable para los estados miembros.
Mientras tanto, podrán presentar una hoja de servicios marcada por las duras reformas acometidas y, sobre todo, la creación del banco malo, como respuesta al Memorando de Entendimiento. La solución a la crisis podría no estar tan lejos, pero hace falta que no surjan más obstáculos políticos.
Es muy bueno que el 10 años esté por debajo del 7% y más aun que la deuda a corto plazo perfile una curva aceptable. Pero un veredicto contrario de Constitucional dinamitaría todo este proceso y devolvería la situación a los angustiosos meses de mayo, con un agravante: que ni los mercados ni la clase política sabrían ya qué camino seguir. Sería una debacle.
Pactistas
Por ello, el stand by de Moody´s es una postura razonable y pactista. Un recorte de España a bono basura haría casi imposible una resolución favorable de Alemania o al menos, facilitaría las posturas a los que no quieren hacerse corresponsables de naciones que han perdido el grado de inversión.
Lo mismo podría decirse, además, de Standard & Poor´s y sus sacudidas a Cataluña, a la que han colocado en junk bond por elevar la tensión política en un momento como este. Ni el mismísimo Mariano Rajoy podría haber escrito de una manera más acorde a sus intereses los recientes informes de S&P sobre la región y el Institut Catalá de Finances. Y conviene olvidar que, pocas semanas antes, la propia S&P aclaraba que si España pedía el rescate de manera oficial, no le ibra a rebajar el rating. Al revés, le animaba a ello. ¿Gobierno y agencias de la mano?
Desde las calificadoras, evidentemente, rechazan de plano un posible pacto o negociación con el Ejecutivo, aunque algunos miembros de las mismas reconocen, de manera no oficial, que es significativo este modo de actuar reciente. Desde el Gobierno, relevantes miembros han mostrado su satisfacción, comentando que “por fin se están haciendo las cosas de manera lógica”. Si Draghi mañana no decepciona a los mercados y el día 12 Alemania no veta las compras de deuda, queda mucho partido por jugar, tanto al Gobierno como a nuestros países vecinos.
Por el contrario, si el tribunal alemán se enroca, habrá vuelto a sembrar de espinos un terreno que ha costado meses limpiar para comenzar a edificar el nuevo proyecto europeo. Y lo peor, habrá demostrado que los mecanismos de limpieza empleados recientemente no sirven. Habrá puesto, una vez más, el contador de la crisis a cero. Vuelta a empezar, pero con los ánimos más desgastados que nunca.
Los operadores tienen confianza. Un gestor de renta fija decía ayer "sería una sorpresa mayúscula que ahora se deshiciera todo lo avanzado de un plumazo. El momento en la Eurozona es de todo o nada". Si Alemania dice 'no', importará poco ya, si España es bono basura.