Las grandes corporaciones del sector energético español han alcanzado un punto de no retorno para adaptarse a la transición energética y tomar una posición de liderazgo en la lucha contra el cambio climático. Lo han hecho, además, en tiempo récord, aunque también para la historia quedará la factura que les va a pasar el correspondiente ajuste contable, que se va por encima de los 10.000 millones de euros en los casos más sonados, los de Naturgy, Endesa y Repsol, conocido el último en la tarde de este lunes.
Precisamente cuando todo el planeta mira hacia Madrid con motivo de la Cumbre del Clima, que se celebrará en la capital hasta el próximo 13 de diciembre, los gigantes energéticos españoles han terminado de mostrar el coste de la adaptación a una nueva realidad que ya no tiene marcha atrás. Justamente desde el entorno corporativo se ha repetido muchas veces el mensaje de que la transición energética y la lucha contra el cambio climático no salen gratis.
A finales de junio de 2018, Naturgy daba el primer paso. Recién rebautizada, la anteriormente conocida como Gas Natural Fenosa hacía su presentación en sociedad con los detalles de un plan estratégico nuevo cuyo punto más llamativo consistió en una revisión del valor de sus activos cuya cuantía se aproximaba a los 4.000 millones de euros.
El grupo presidido por Francisco Reynés centraba su actuación principalmente en aquellas plantas de generación tradicional, con incidencia especial en las centrales térmicas de carbón, poco antes de anunciar el cierre de alguna de ellas antes de 2020 tras decidir renunciar a realizar las inversiones exigidas desde la Comisión Europea para que siguieran operando.
Endesa y el carbón
Por entonces, la medida de Naturgy, que llevó a la empresa a registrar pérdidas contables superiores a los 3.000 millones de euros ese mismo semestre, fue un aviso a navegantes dentro del sector, aunque en un primer momento ninguna de sus competidoras nacionales pareció darse por enterada.
No obstante, quien más quien menos en el mercado pensaba que el resto tendrían que seguir un camino similar. En el caso de Naturgy, el momento aprovechado fue el de la recomposición definitiva de su estructura accionarial, iniciado ya en 2016, con la salida definitiva de su capital por parte de Repsol. Hablando de Endesa, solo hubo que esperar aproximadamente un año para que la compañía controlada por la italiana Enel procediera a ajustar el valor de sus activos para afrontar el posible efecto del cierre adelantado de las dos centrales de carbón por las que, en principio, iba a apostar más allá de 2020: As Pontes (Galicia) y Litoral (Andalucía).
En este caso, el ajuste fue valorado en un máximo de 1.300 millones y Endesa emplazó al mercado para proporcionarle más información a la revisión de su plan estratégico vigente, algo que tuvo lugar la semana pasada. Apenas 24 horas antes hizo lo propio su matriz, que elevó la cifra de inversión en renovables para los próximos años por encima de los 14.000 millones de euros. De ellos, algo más 6.000 millones irán a parar a España y Portugal. El plan de Enel también supuso un portazo a la generación de energía tradicional.
La reinvención de Repsol
Repsol ha puesto algo más que la guinda en el pastel. Su ajuste con vistas a la transición energética es tal que bien pudiera hablarse prácticamente de una refundación del otrora grupo exclusivamente petrolero. La compañía que preside Antonio Brufau se convierte en la primera de su sector que se compromete a ser neutra en carbono para el año 2050, en línea con los compromisos del Acuerdo de París, acordados precisamente en una Cumbre del Clima como la que estos días se celebra en Madrid.
La revisión del valor de activos, cuyo impacto se acerca a los 5.000 millones de euros en el caso de Repsol, resulta precisamente de pasar todos y cada uno por el tamiz de París, con idénticas exigencias en las etapas previas de 2020 y 2040. Como en el caso de Naturgy, Repsol presentará un nuevo plan estratégico a cinco años, pese a que el actualmente en vigor se encuentra aún en su ecuador. No obstante, en numerosos aspectos, llevaba camino de ser ampliamente superado mucho antes de tiempo, especialmente en lo que se refiere a la apuesta por la generación de energía baja en carbono.
A esta área se irá uno de cada cuatro euros de inversión que contemple el nuevo plan de Repsol, que centrará el ajuste de sus activos en la línea de negocio de upstream (exploración y producción).
El esfuerzo contable en la adaptación al nuevo modelo ha quedado palpablemente demostrado. Ahora resta conocer el resultado, con un horizonte de diez años para el que se anuncian inversiones de 240.000 millones para financiar la transición energética.