CaixaBank culmina con éxito una de las batallas empresariales más difíciles de los últimos años. Tras casi dos años de tiras y aflojas, la entidad catalana se ha hecho hoy con el control del banco portugués BPI, tras la opa lanzada por el 100% de la entidad. CaixaBank ha conseguido elevar su participación del 45% al 84,5% con esta operación, con una inversión de 644 millones.
Entre los inversores que han aceptado la opa está el grupo empresarial Violas, que tenía un 2,68%, y la empresaria angoleña Isabel dos Santos, con un 18%, los dos accionistas más enfrentados inicialmente a la opa de CaixaBank.
Tras la toma de control, la entidad catalana tiene como principales retos devolver el pulso comercial a la entidad; reducir la participación en la filial de Angola, que no es del agrado del Banco Central Europeo (BCE); y mejorar la eficiencia de BPI. También deberá abordar posibles cambios de gestión, aunque CaixaBank ha transmitido que habrá continuidad.
La adquisición de BPI ha sido recientemente bien valorada por analistas como Goldman Sachs. Para este banco de inversión, “los menores riesgos sistémicos en Portugal […] permitirán a CaixaBank conseguir un coste de capital más bajo gracias a las operaciones” en este país.
CaixaBank ya anunció su intención de recortar 900 empleos en BPI y cerrar 52 oficinas (17% de costes en total, hasta 84 millones), lo que le permitiría mejorar la eficiencia del 74% al 50%. El banco luso tiene en torno a 5.700 empleados en Portugal y 2.600 a nivel internacional.
En principio, BPI se mantendrá como una filial independiente de CaixaBank, con su propio equipo gestor. Recientemente, la entidad catalana remodeló su cúpula directiva para adaptarla a estas nuevas circunstancias y para que uno de los ejecutivos de confianza de Gonzalo Gortázar, Pablo Forero, esté más implicado con la estrategia en Portugal.