El Banco Central Europeo (BCE) guardaba en la chistera una nueva operación de financiación a tres años, como la del pasado 21 de diciembre. Una cifra, 529.531 millones de euros que ha ido en la línea de la anterior subasta de liquidez -aunque ligeramente superior que la anterior de 489.000-. Este nuevo truco de magia se ha posicionado en el medio de la amplia horquilla que barajaban los mercados –entre un prudente de Barclays que apostaba por 300.000 millones de euros y unos osados Goldman Sachs y Man GLG, que se atrevían a vaticinar hasta un billón–. La subasta efectuada por la entidad emisora del euro con sede en Fráncfort es un nuevo balón de oxígeno a la banca del Viejo Continente. Lo que ha sido bien recibido por los mercados: los parqués de toda Europa han registrado subidas por la mañana y el Ibex se ha colocado en torno a los 8.600 puntos.
En la primera subasta, el Banco Central Europeo ha revelado que prestó a 523 bancos europeos a un plazo de tres años y a un tipo de interés fijo del 1%. La entidad monetaria europea ha anunciado que las entidades de crédito deberán devolver el efectivo obtenido el 29 de enero de 2015, si bien también tienen la posibilidad de hacerlo un año después -parcial o totalmente- y no esperar los 36 meses. En esta segunda barra libre han sido casi 300 entidades financieras más las que han acudido a la subasta -un total de 800-.
“Por entidad y por tamaño la banca española e italiana serán las más interesadas, pero también la francesa y por extensión la europea”, apunta José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi. Los inversores calculan que la industria bancaria de España e Italia acaparará alrededor del 20% de los 529.531 millones Inyectados por el BCE. Portugal, Italia y España. O lo que es lo mismo, la periferia del euro. José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, pronostica que las entidades de crédito que acudirán a esta segunda subasta serán las mismas que en la primera de diciembre.
A juicio de Díez, en la primera barra libre de diciembre del año pasado se resolvieron los problemas de liquidez a corto plazo de bancos españoles e italianos. En esta ocasión, el epicentro del peligro se encuentra en Atenas, advierte el economista. Si la primera inyección de hace tres meses supuso un alivio a la fuerte restricción del crédito, esta segunda emisión implica una “mejora marginal en los préstamos”, sostiene Martínez Campuzano.
¿Una segunda oportunidad perdida?
Los expertos advierten de que el efecto anestésico de esta segunda inyección de liquidez de 529.000 millones no es una solución en sí misma al problema de acceso al crédito en Europa. “El asunto de fondo es que en Europa la situación de la industria financiera sigue estando bajo cuestión; es la confianza”, subraya Martínez Campuzano. El sector está sobredimensionado y tiene problemas de rentabilidad, a lo que en “España se suma el dificultad del apalancamiento”. ¿Qué tipo de bancos son los que se necesitan en Europa? “entidades financieras saneadas, con buenos ratios de capital y que puedan asumir menos riesgo”, responde el economista.
“Nadie en sus cabales financiaría esta banca. Los mercados están cerrados. Así que a las entidades de crédito les sale muy bien acudir al Banco Central Europeo”, afirman otras fuentes del sector. Algunas voces críticas entre los expertos advierten de que la muralla china impuesta por el organismo responsable de la política monetaria conlleva un peligro: “cuanto más dinero, más riesgo”.
“En Europa se está produciendo una expansión monetaria sin un aumento del efectivo. Es decir, se está aumentando la base monetaria del lado de las reservas de los bancos”, apuntan las mismas fuentes del sector. Esto es: “se mantienen bancos zombis artificialmente. Estos lo que hacen es jugar al carry trade (lo que se gana con el diferencial de intereses entre dos activos) y así lo único que se consigue es retrasar el problema”.
Grecia y colaterales
El Banco Central Europeo anunció ayer en un comunicado la suspensión temporal del uso de bonos griegos como garantía (colaterales) en sus operaciones de financiación. La medida llega días después de que la agencia de calificación Standard & Poor's dejara la nota de Grecia endefault selectivo. Los expertos culpabilizan a la restructuración de la deuda: “el BCE no quiere este instrumento porque sabe que va haber una quita”.
En 2009, con la crisis financiera en pleno auge, el organismo con sede en Fráncfort relajó los criterios de los colaterales que los bancos deben depositar a cambio de liquidez, apuntaron otras fuentes del sector. Algunos inversores advierten de que esta relajación en los criterios supone un riesgo ya que lleva al BCE a asumir garantías como hipotecas y préstamos, que en última instancia podrían resultar incobrables. Lo que podría comportar una pérdida para la entidad.
En esta línea, hay quien se atreve a citar una de las medidas del Gobierno para que los ayuntamientos paguen sus facturas. El pasado Consejo de Ministros dio su visto bueno para que consistorios y autonomías paguen a sus acreedores. Una medida que recoge la posibilidad de que aquellas empresas que reduzcan el importe de sus facturas cobren antes. Algo, que según apuntan los expertos puede traducirse en el término de moda: una quita.
El euro y los inversores extranjeros
529.531 millones. La cifra inyectada por el BCE es gigantesca a la vista de cualquier ciudadano, pero los mercados creen que es “pequeña”. La suma es reducida en relación a la necesidad de liquidez de los bancos de la zona euro, según apunta desde Nueva York Jose Wynne, jefe de estrategia global de divisas de Barclays Capital.
Un encuesta realizada por Barclays Capital muestra que la mitad de los clientes -204 entidades de crédito, hedge funds y gestoras de activos- creen que esta inyección de liquidez es positiva para el euro. El motivo es que los inversores lo ven "como una solución al problema crediticio”.
Esto, a su vez, puede observarse como un incremento en la demanda de la moneda por aumento de confianza, según Jose Wynne. Pero el experto apunta a que esta gran financiación a largo plazo (LTRO en sus siglas en inglés) del BCE, aunque positiva para los mercados domésticos y globales, acabará por provocar una depreciación en la divisa europea en el medio plazo (vaticinan un euro a 1,20 dólares para finales de año). Razón por la que Barclays Capital recomienda a sus inversores invertir en divisas de países emergentes como Brasil, Sudáfrica, México o incluso Rusia a cambio de euros, como estrategia a medio plazo.