Los problemas reputacionales para Caixabank no han terminado. En pleno ruido mediático originado por los jubilados que no se sienten bien atendidos en sus sucursales, los trabajadores de la entidad presidida por José Ignacio Goirigiolzarri han decidido movilizarse para exigir al banco menos presiones a la hora de trabajar.
La fusión de Caixabank con Bankia llegó a su fin en noviembre con la integración tecnológica, que fue un éxito. Pero los problemas han llegado después. Ahora que las dos entidades trabajan como una sólo, los sindicatos denuncian fuertes presiones desde los puestos directivos, que exigen a los trabajadores "retos comerciales inalcanzables" que ha provocado que se "multipliquen las bajas por ansiedad y depresión".
Por eso CCOO, SECB y UGT han convocado para el próximo 22 de febrero movilizaciones en doce ciudades españolas: Barcelona, Valencia, Madrid, Sevilla, Bilbao, Burgos, Las Palmas de Gran Canaria, Tenerife, Pamplona, Palma de Mallorca, Murcia y Toledo.
Los sindicatos quieren aprovechar el tirón y el ruido mediático originado por Carlos San Juan y las más de 600.000 firmas recogidas en Change.org para hacer valer su derecho a manifestación y huelga. Los representantes de los trabajadores exigen "más medios, menos retos y menos presiones".
La presión ha comenzado una vez se ha cerrado el ERE que se tramitó para 6.542 empleados y que se cerró con un 100% de bajas voluntarias tras recibir 8.246 peticiones. La cifra final de desvinculaciones pactada con sindicados supuso reducir en 1.839 salidas el planteamiento inicial de casi 8.300 bajas incentivadas planteadas, tras elevar Caixabank desde 686 a 708 los trabajadores que podrán recolocarse en filiales del grupo.
No en vano, son paralelas al redimensionamiento de la red de sucursales con el cierre de unas 1.500 oficinas o casi el equivalente al 27% de la red actual, que se comenzarán a clausurar después de que se realice la transición electrónica de ambas entidades planeada para el fin de semana del 12 de noviembre.
El problema de Caixabank y el resto del sector
Los bancos, ante un entorno de bajos tipos de interés, ha entrado en una espiral obsesiva por conseguir ser rentable a toda costa y si no puede ser por la parte de ingresos se consigue a través de la línea de gastos. De ahí el enorme proceso de restructuración del sector, no sólo en cierre de oficinas sino también con el despedido de sus trabajadores, una fuerza laboral que 'sobra' porque los banqueros entienden que ya no es necesario tener a tanto capital humano solventando dudas cotidianas a sus clientes.
Dar un pequeño giro a la tuerca de vez en cuando está bien, pero llega un momento en el que ya comienza a apretar de más y es lo que ha pasado ahora. La gota ha colmado el vaso y los clientes están cada vez más descontentos, pues por mucho que los primeros espadas de la banca como José Ignacio Goirigolzarri hablen de "escucha activa", basta con darse un paseo por las calles para ver las colas en las sucursales que aún siguen abiertas.