Dennis A. Muilenburg, cesado como presidente y consejero delegado de Boeing el mes pasado cuando la compañía se enfrentó a la mayor crisis de su historia tras los dos accidentes mortales del modelo 737 Max, dejará definitivamente la compañía con gratificaciones por valor de 62,2 millones de dólares.
Según una información del diario The New York Times, que cita fuentes de la aeronáutica, Muilenburg no recibirá ningún pago adicional de indemnización o baja. Pero el valor de acciones y premios de pensión a los que Muilenberg tiene derecho a recibir por contrato tienen un valor total de 62,2 millones de dólares.
"Agradecemos a Dennis sus casi 35 años de servicio a la compañía Boeing", dijo la compañía en un comunicado. "A su partida, Dennis recibió los beneficios a los que tenía derecho contractual y no recibió ninguna indemnización por despido o una bonificación anual de 2019", agregó la empresa.
Remontar el vuelo
El nuevo director ejecutivo de Boeing, David Calhoun, recibirá un bono de 7 millones de dólares si puede lograr que el 737 Max, que ha estado en tierra desde marzo, vuele de nuevo con seguridad.
Los vuelos de ese aparato están suspendidos a raíz de dos accidentes en Etiopía e Indonesia en los que murieron 346 personas.
Esta información ha trascendido el mismo día en que se conocieron detalles de mensajes internos de la aeronáutica publicados en el marco de la investigación que llevan a cabo el Congreso y Senado de Estados Unidos, que revelan la desconfianza de técnicos y empleados sobre la seguridad del último modelo de Boeing, el 737 Max, implicado en dos accidentes mortales en 2018 y 2019.
"Está diseñado por payasos"
"El 737 Max está diseñado por payasos que a su vez están supervisados por monos", se puede leer en uno de los correos que han sido divulgados después de que el fabricante enviase en diciembre cuantiosa documentación interna a los legisladores estadounidenses que investigan el procedimiento que resultó en la puesta en servicio del 737 Max.
Los tres tomos hechos públicos con mensajes y correos electrónicos de trabajadores y técnicos previos a los accidentes y a la aprobación del Max podrían sugerir que esa puesta en servicio fue aprobada bajo falsos pretextos por la Administración Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés).
"Aún no me ha perdonado Dios lo que cubrí el año pasado", decía uno de los mensajes, al parecer en referencia a interacciones entre el fabricante Boeing y la FAA con respecto a los problemas encontrados en los simuladores.
"¿Pondrías a tu familia en un avión entrenado en un simulador del Max?", pregunta un empleado a otro, que responde con un "no". En un comunicado, Boeing señaló este jueves que el contenido de algunos mensajes son "completamente inaceptables" y no representan los "valores" de la compañía".