El consejero delegado del Grupo Stellantis, la cuarta automovilística a nivel mundial, ha criticado a la Unión Europea por haber decidido hace cuatro años y, sin haber realizado estudios de impacto, la prohibición de la venta de coches térmicos nuevos a partir de 2035. A su juicio "ir al vehículo eléctrico está muy bien" pero según Tavares habría que hacerlo en el orden correcto, y el primer paso tendría que haber sido garantizar que la energía utilizada sea limpia, algo que tardará una veintena de años.

Además, señala que habría que desarrollar antes las infraestructuras de recarga, que tendrán que ser mucho más densas que la red de gasolineras porque el tiempo para cargar las baterías es muy superior al necesario para llenar el depósito.

Otro reproche a la UE del máximo dirigente de Stellantis es el de haber desplegado una alfombra roja a los fabricantes chinos de coches eléctricos sin reclamar "reciprocidad" a Pekín para operar en el mercado chino, donde dijo que Stellantis sólo se mantendrá si considera que puede ser rentable. Y es que los aranceles para entrar en el mercado europeo son de alrededor del 10%, mientras que para introducirse en el mercado chino son del 25%.

Un complejo presente y futuro acrecentado por los problemas de escasez de semiconductores que les ha provocado "fuertes incidencias" en la producción y que se empiezan a superar pero muy lentamente. Espera que la situación se restablezca a finales de 2023, pero no antes de esa fecha.

Equiparar eléctricos y térmicos en 2026

A pesar de todos los contratiempos para desarrollar el coche eléctrico, el precio sigue siendo una de las barreras que dificulta su rápida expansión. Una barrera que para Tavares podría estar resuelta en poco más de cuatro años, pues espera que en 2026 se pueda equiparar ya el precio de los vehículos eléctricos con el de los térmicos. Una diferencia que hoy todavía puede suponer un 40 o un 50%, aunque advierte de que esta nueva tecnología será más volátil por el peso de las materias primas.

En una entrevista en medios franceses, Tavares señaló que para 2026 calcula que se podrá llegar a "una igualdad en la estructura de costos" de producción de los coches eléctricos y térmicos gracias a la fabricación masiva de los primeros. Eso sí, como los eléctricos tienen un peso mayor debido sobre todo a las baterías, eso significa que hacen falta más cantidad de materias primas y de diferente tipo, y al final los precios de los vehículos eléctricos serán "mucho más volátiles".

Las baterías aportan para los fabricantes buena parte del valor añadido en este tipo de coches, razón por la cual Stellantis ha puesto en marcha una filial, en asociación con TotalEnergies y con Mercedes -Automotive Cells Company (ACC)-, para su fabricación, con una planta programada en Douvrin, al norte de Francia.

La mejora de esas baterías y la reducción de los costos de fabricación son los que permitirán elevar la autonomía de los futuros coches eléctricos. El consejero delegado de Stellantis señaló que "en dos o tres años" tendrán en su gama coches con más de 600 kilómetros de autonomía, e incluso con 700 kilómetros.

Una igualdad de precio que en el caso del modelo C4 eléctrico de Citroën que se fabrica en la planta de Villaverde (Madrid), asegura Stellantis que ya prácticamente es capaz de equiparar el coste de producirlo con las versiones de gasolina o diésel que la compañía produce en exclusiva y para todo el mundo en la planta madrileña.

Citroën Villaverde comenzó 2022 con un 17% de eléctricos en su mix de producción y confía en cerrar el año para el Citroen C4 con una media cercana al 30% del modelo eléctrico sobre el total. Si el coste de producir un C4 eléctrico y otro de motorización convencional ya está casi igualado, la rentabilidad en la comercialización de ambos también se ha equiparado en el mercado, según el director de Citroën España y Portugal, Nuno Marques.