Las tristes dos Españas siguen existiendo. Pero en el siglo XXI, esas dos Españas son económicas y están separadas por la economía y el ladrillo. Según concluye el análisis del Consejo Económico y Social (CES), el estallido de la burbuja en 2007 ha provocado que las autonomías que habían conseguido equiparar su renta a la media española se hayan quedado atrás y hayan perdido lo ganado en los últimos diez años.
Castilla-La Mancha, Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Extremadura son las autonomías que más se han alejado de la riqueza media mientras que Euskadi, Navarra, Cataluña y Madrid son las que menos han notado la crisis en términos de riqueza por habitante. La clave de esa diferencia, concluye el CES, es la actividad inmobiliaria y, como consecuencia de ella, los aumentos del paro.
A día de hoy, la diferencia entre la España rica y pobre se sitúa a niveles del año 2001 y sigue retrocediendo en el calendario. Así, mientras en el año 2001 el nivel de PIB per cápita en la región más desarrollada (Baleares) era 1,8 veces superior al de la menos rica (Extremadura), a día de hoy esa distancia es de casi dos veces.
Las dos Españas también dentro de las autonomías
La desigualdad también crece de puertas adentro en las autonomías. La diferencia entre los ciudadanos más ricos y los más pobres se ha disparado como consecuencia de la crisis, según concluye el análisis del CES, en algunas autonomías. De hecho, sólo tres comunidades, Andalucía, Cataluña y Madrid, explican la mitad de la desigualdad global que existe entre los ciudadanos.
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En los últimos años, La Rioja y País Vasco son las autonomías en las que esa desigualdad más ha crecido aunque Andalucía, Madrid y Canarias han sido tradicionalmente y siguen siendo a día de hoy las regiones más desiguales de España. Por el contrario, los ciudadanos que viven en Aragón, Navarra, Asturias y la Comunidad Valenciana registran los mayores niveles de igualdad del país.
