El precio final de la gasolina, el que abona el conductor que para en una estación de servicio a reponer su vehículo de combustible, no depende solo del importe del petróleo. No es una novedad que, además de variar según el valor de la materia prima, el llamado oro negro, sube o baja de acuerdo a costes fijos como la logística y la distribución; los impuestos locales y la demanda que haya. Pero a todas estas variables podría sumarse una menos difundida: la provocada por el margen de error legalmente permitido a los surtidores o dispensadores.
Debido a las mermas de combustible que se dan desde que se producen los combustibles hasta que llegan al usuario final, el Estado tolera un margen de error máximo en los dispensadores destinados al suministro a vehículos automóviles que, según la Orden ITC/360/2010, de 12 de febrero, referente a metrología, se sitúa en el +/- 0,5%. Esto podría traducirse en que los titulares de los surtidores pueden "fallar" en 5 litros por cada mil litros de repostaje efectuados, sea por arriba o por debajo. Esta conformidad da pie a pensar que, a la hora de "equivocarse", los operadores de las estaciones no lo harán en favor de los consumidores finales, llenando más sus tanques, por mínimo que sea el volumen, sino "ganando" ese 0,5% de margen consentido y, por consiguiente, favoreciendo una "subida", insignificante o no, pero de algún modo oculta, del precio de la gasolina.
¿Subidas en el precio "ocultas"?
"Las pérdidas de combustible pueden darse por cuatro motivos. Parte del fluido se queda adherido a las paredes de las cisternas o depósitos de almacenamiento. Además, el fluido es volátil y si la cisterna o el surtidor no está equipado con un sistema de recuperación de gases, solo los equipos muy modernos lo están, se producen pérdidas por evaporación; en tercer lugar, se pueden producir pequeñas fugas en todos los trasvases necesarios para hacer llegar al cliente el producto", indican fuentes del sector energético. Y, por último, dicen, se pueden producir mermas cuando el producto se carga a una temperatura determinada y se vende a otra menor. "Si tenemos en cuenta que estamos hablando de un margen de error del 0,5% en volumen, no es muy significativo en cuanto al precio final que paga el consumidor, ya que no es nada comparado con las diferencias de precio que hay entre surtidores, y que a veces llegan hasta el 15%", consideran.
"Ningún operador puede ajustar las medidas del surtidor porque está prohibido. Hay muchos precintos que no pueden manipularse", dicen en la AEESCAM
"Este alza oculta se refiere a que los operadores ajustan los medidores de caudal de los surtidores tomando como referencia ese máximo del 0,5% que les permite la ley como mermas. Es evidente que si se lo das al cliente pierdes, dejas de ganar o estas regalando 5 litros por cada mil litros vendidos", explican. Algo con lo que no está de acuerdo la Asociación de Empresarios de Estaciones de Servicio de la C.A.M. (AEESCAM). Según el secretario general, Víctor García Nebreda, en nigún caso el operador de surtidores puede ajustar ninguna medida del dispensador porque lo tienen prohibido por ley. "Tenemos tantos precintos en los aparatos surtidores que, incluso, cuando se nos funde un fluorescente y tenemos que cambiarlo, no podemos manipular nada que venga con precinto. Con lo cual, a los seis euros que cuesta el fluorescente, le tenemos que sumar 140 euros por llamar al reparador, a la empresa autorizada de metrología para que te vuelvan a precintar", aclara.
Nebreda especifica que no es que el Estado tolere un margen de error a las gasolineras, sino que "el cero en los aparatos de medición no existe". "No hay ninguna báscula que pese exacto, por ejemplo, los medidores de la luz tienen un margen del 7%; los medidores del agua del 15% y los aparatos surtidores, por muy modernos que sean tienen ese +/- 0,5%. Cuando a nosotros nos ponen una multa en la carretera, nos avisan de que el medidor del radar tienen un margen de error del 10%", compara.
Usuarios finales
Sin embargo, la suma de muchos consumidores implica un "ahorro" mayor. Para David Cobas, ingeniero químico, las pérdidas que se dan desde que se producen los combustibles hasta que llegan al usuario final, extrapoladas a cantidades industriales, pueden significar grandes sumas de dinero, también las que se dan en las estaciones de servicio. "Es conocido que el coste derivado de este tipo de mermas suele ser absorbido por los usuarios finales", indica Cobas. "Algo parecido ocurre con los costes derivados de los tratamientos aplicados a lo largo del proceso de refino para proteger el medioambiente. Como la legislación cada vez es más exigente y deriva en tratamientos más caros, el coste se subsana aumentando el precio de venta final", compara. Así, continúa, continuamente estamos viendo cómo el precio del barril de crudo disminuye significativamente, pero en cambio nuestro bolsillo lo nota levemente. "El precio del petróleo puede bajar, pero el margen de los distribuidores rara vez lo hace", concluye.
"La legislación en torno a la metrología es muy exigente y su control corre a cargo de las distintas comunidades autónomas", indican desde la AOP
Desde la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) explican que existe una normativa "muy rigurosa" desde hace muchos años. "La legislación en torno a la metrología es muy exigente y su control corre a cargo de las distintas comunidades autónomas", consideran. "Pero es entendible que haya unas mermas asociadas al transporte, como en toda actividad que mueve un líquido", agregan.
Y así lo reconocen tamién desde el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (Minetur). "Efectivamente, los surtidores tienen que pasar inspecciones y calibraciones periódicas para comprobar que la medida del surtidor es correcta dentro de unas determinadas tolerancias. Las CCAA tienen la competencia ejecutiva de controlar que no haya fraudes en la medida", señalan a Vozpópuli.
En cuanto a las pérdidas por vertidos al terreno, la citada institución señala que si bien actualmente la Instrucción Técnica Complementaria MI-IP 04 establece que en las nuevas instalaciones los tanques se instalarán con sistema de detección de fugas, tal como cubeto con tubo buzo, doble pared con detección de fugas u otro sistema debidamente autorizado por el órgano competente de cada comunidad, no se exige que, en el caso de las tuberías, estas sean de doble pared de cara a evitar esos escapes.
Nuevas instalaciones
"Igualmente se obliga a que los tanques pasen una prueba de estanqueidad, pudiéndose realizar anualmente con producto en el tanque y la instalación en funcionamiento, o bien cada cinco años una prueba de estanqueidad a tanque vacío, limpio y desgasificado, tras examen visual de la superficie interior y medición de espesores. Adicionalmente, las tuberías deben ser sometidas cada cinco años a una prueba de estanqueidad", explican.
Con miras al futuro, desde el Ministerio adelantan que está en elaboración un Proyecto de Real Decreto cuya intención es establecer la obligatoriedad para las instalaciones nuevas de que todos los tanques y tuberías enterrados sean de doble pared con sistemas de detección de fugas.
Según fuentes del sector energético consultadas por este diario, esta tolerancia a las mermas beneficiaría "al que es muy eficiente y tiene una merma menor del 0,5%". Por ejemplo, a las gasolineras que tienen equipos de recuperación de gases de gasolinas, como son todas las grandes gasolineras y las modernas por directiva europea. "Su sistemas les benefician porque encima recuperan los gases de los depósitos de los vehículos que se van a llenar, evitando así que esos gases sean expulsados a la atmósfera y contaminen", resaltan.