Los primeros convenios de empresas suscritos este año han optado por la congelación salarial. Y lo hacen de forma incluso más aguda que en el ejercicio anterior. Entre enero y febrero, los trabajadores y empresarios han acordado una subida de sueldo media del 0,06 por ciento frente al 0,9 por ciento convenido durante todo el 2013.
Aunque todavía pocos, unos 17 afectando a 1.901 trabajadores, los convenios firmados resultan harto significativos por varias razones. En primer lugar, porque representan aquello que de verdad se aplica en una empresa. Y segundo, porque se encuentran por debajo del 0,44 por ciento de alza salarial media pactada en los siete acuerdos sectoriales o territoriales aprobados hasta finales de febrero, y precisamente esa brecha entre unos y otros quizás explica que los descuelgues de empresas se hayan disparado en los dos primeros meses del año hasta los 534, casi un 25 por ciento más que los registrados entre enero y febrero de 2013.
Los descuelgues de los convenios se disparan casi un 25 por ciento en los dos primeros meses del año
Justo cuando se plantea un nuevo pacto de rentas para los próximos tres años con visos de aumentos de sueldos, el 2014 arranca con un patrón bien distinto: los trabajadores acuerdan con las empresas que deben ahondar en la senda de la congelación a cambio de mantener el empleo.
El pacto salarial consensuado por la CEOE y los sindicatos para el periodo 2012-2014 se elaboró con unas perspectivas de recuperación en el horizonte que no se han cumplido. De hecho, para 2014 se fijó una horquilla de alzas de sueldos entre el 0,6 por ciento y el 1,5 dependiendo de la evolución del PIB de 2013. Sin embargo, la economía se contrajo finalmente un 1,2 por ciento el año pasado, por lo que las subidas durante este ejercicio en ningún caso superarán el 0,6 por ciento.
Es decir, otro año de fuerte moderación salarial. Si bien es cierto que la inflación ronda incluso el territorio negativo y ello permite ganar capacidad adquisitiva aun con un leve repunte de las retribuciones.
Si lo analizamos por el lado positivo, se ha dado un giro de 180 grados al modelo económico español. Tradicionalmente, los empresarios compraban la paz social vía incrementos salariales que luego repercutían vía precios, en una espiral inflacionista que nos hizo perder competitividad. Pero el esquema ha cambiado de los pies a la cabeza: “Ahora estamos ganando competitividad frente a países emergentes como Brasil que elevan sus sueldos a tasas del 8 por ciento. Y también recuperamos competitividad respecto al resto de países europeos, nuestros socios comerciales más directos”, explica un analista.
La inflación baja permite ganar poder adquisitivo incluso en un contexto de moderación salarial, sostienen los expertos
Medido por costes laborales unitarios, España ha reconquistado respecto a Alemania toda la competitividad que perdió desde el 2005. Aunque todavía queda por neutralizar el encarecimiento acumulado desde el 2000.
Visto por el lado negativo, esta realidad pone de manifiesto la precarización del empleo y la delicada situación que por lo tanto pueden seguir padeciendo tanto el consumo nacional como la recaudación de las maltrechas cuentas públicas. Es el peligro de la deflación. No es de extrañar que CCOO y UGT abogen por subir los sueldos, por poco que sea, con el propósito de favorecer la demanda interna. Y de ahí que el propio Gobierno contemple con agrado una leve alza de las remuneraciones siempre que se siga salvaguardando la competitividad.
“Esta vez se trata de un acuerdo fácil de alcanzar gracias a la inflación baja, porque con poco que se suban los salarios ya se está ganando poder de compra", afirma un experto en materia laboral.
Algunas voces malpensadas también apuntan que por debajo de la mesa el Ejecutivo puede añadir como incentivo una reforma de la formación que pese a los escándalos respete las estructuras para impartir cursos de sindicatos y patronal. “Con las elecciones generales a un año vista y la Comisión Europea presionando, la foto de la mano de los agentes sociales vale mucho para el Gobierno. Necesita cariño después de dos años adoptando medidas en solitario, y los agentes sociales pueden sacar tajada”, comenta una fuente conocedora de los entresijos patronales y sindicales.
El Gobierno trata de garantizarse la paz social hasta el final de la legislatura y trasladar un mensaje de recuperación
De hecho, la firma de un pacto de rentas respaldado por CCOO y UGT supondría un gol para el PSOE y el fin de la resistencia de los sindicatos a la reforma laboral. “El mensaje evidente consistiría en que se acabó la oposición a la reforma del mercado de trabajo y que se abre un nuevo periodo en el que hay que apoyar la recuperación. Un golpe maestro”, sostiene una fuente patronal.
De esta forma, el Gobierno trata de garantizarse la paz social hasta el final de la legislatura, máxime cuando se perfila una recuperación por barrios, de la que se beneficiarán sobre todo las rentas altas. Un hecho que alimentará la desigualdad y que podría desatar una conflictividad hasta el momento bastante reprimida.