Un banco multilateral nacido en 1991 tras el derrumbamiento de la URSS, para facilitar la transición de los países de Europa del Este, se enfrentaba a los riesgos habituales de que sus banqueros incurrieran en corrupción; un peligro mayor en su caso por lo delicado de la naturaleza de su misión. Ha habido varias denuncias de este tipo en los 32 años de vida del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD). Una institución pública que, como ha desvelado Vozpópuli, contrató al hijo recién licenciado y sin experiencia de Nadia Calviño, a la sazón gobernadora del banco.

Sin embargo, los problemas empezaron desde el primer momento para el BERD, con una serie que dedicó Financial Times a los gastos suntuarios de más de 55 millones de libras en decorar su sede en Londres con marmol de Carrara. Esta polémica acabó con la dimisión exprés de su primer presidente, Jacques Attali, intelectual asesor de Mitterrand e ideólogo del proyecto.

Entre estos reportajes y junio de 1993 en que Attali dimite, fue pasto de otras informaciones sobre sus cobros duplicados de billetes de avión en primera clase a Tokio, por facturar charlas cuando sólo podía recibir emolumentos del banco, y por una rebelión que se fraguaba entre los directivos si no se iba.

El gasto del BERD en estas cuestiones doblaba lo que prestó en 1991 y 1992. Y EEUU, uno de sus mayores accionistas, con un 10% de capital suscrito, cortó la financiación, mientras el G7 intentaba salvar el banco.

Los mármoles de la sede del BERD quedaron en el imaginario de la City, y fue noticia que en su décimo aniversario se gastó 13,5 millones de libras en una reforma. Pero la salida de Attali allanó el camino a un perfil más bajo en el que, sin embargo, han resaltado a lo largo de los años distintos casos de corrupción y sobornos entre sus banqueros.

Uno de los más sonados fue el de Elena Kotova, directora ejecutiva de Rusia en el BERD, junto con el banquero Igor Lebedev, acusada en 2012 de solicitar 1,4 millones de dólares a una petrolera canadiense para aprobar un préstamo. Otros directivos rusos se vieron envueltos.

En 2017, el banquero del BERD Andrey Ryjenko fue condenado a seis años de cárcel por un tribunal inglés por aceptar sobornos de 3,5 millones de dólares. En las sesiones del juicio se reveló que el MI5 le había ofrecido inmunidad si espiaba a miembros del Servicio Secreto Ruso operando encubiertos en Londres.

A principios de 2023, la Representación de Azerbayán en el BERD se ha visto envuelta en acusaciones similares.

En 2005, Government Accountability Project (GAP), una ONG radicada en Washington que se dedica a promover canales de denuncia contra la corrupción y a seguir muy de cerca a los bancos multilaterales, denunció que el 20% de los préstamos de estas entidades se usa para fines corruptos. Y señaló directamente al BERD, al que acusó de no implementar medidas adecuadas contra la corrupción. Su director legal, Tom Devine, declaró a The Guardian que el caso del BERD era el peor entre este tipo de bancos y que en sus reuniones con sus representantes se les dijo más o menos: "Piérdanse".

Opacidad

Finalmente, el BERD tomó medidas en el terreno del Compliance, como su adhesión a la Iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas, que se formó con el apoyo del primer ministro británico Tony Blair para luchar contra la corrupción en los sectores del gas natural, el petróleo y la minería.

En relación con el Compliance y la Transparencia, Vozpópuli ha preguntado al BERD de forma repetida por los términos del contrato y el proceso de contratación de Daniel Manrique de Lara, hijo de Calviño, y por las obligaciones sobre contratación de familiares de los gobernadores. La respuesta es que no van a comentar sobre "asuntos privados de la plantilla".

El BERD ha ido expandiendo su ámbito de acción a Asia Central, Mongolia y la región del Mediterráneo sur y oriental. Recientemente, la transición a la economía verde se ha convertido en una medida clave de la actuación del banco. Y es en esta área donde trabaja el hijo de Calviño.

Con todo, algunos de los proyectos que ha financiado el banco han sido objeto de escrutinio por cuestiones medioambientales. Estaba bajo presión por apoyar un controvertido oleoducto y gasoducto a través de un territorio ambientalmente sensible en Georgia, y también por un proyecto que se le pedía que financie y que amenazaría a la ballena gris del Pacífico occidental cerca de la Isla de Sajalín en el lejano oriente ruso, según ilustraba The Guardian en 2005.

En 2016, hubo seis detenidos en Croacia por corrupción en una controvertida depuradora en Zagreb que financiaba el BERD en la que se acusó al sector privado de obtener enormes beneficios a costa de los ciudadanos y el medioambiente, según ha informado Bankwatch.

Hacer negocios con dictaduras

No sólo ha habido denuncias por corrupción. Además del pintoresco caso de la propuesta de espionaje a los Servicios Secretos Rusos, el penúltimo presidente del BERD, Suma Chakrabarti, dejó el puesto después de una denuncia por espiar a sus directivos, según desveló Reuters.

En concreto, la denuncia presentada al Chief Compliance Officer por varios miembros de la junta directiva que representaban a algunos de los 67 gobiernos miembros del banco, le acusaba de implementar, junto con el comité ejecutivo, una práctica repetida que implicaba recopilar información confidencial y personal sobre los miembros de la junta directiva.

Chakrabarti, sin embargo, se distinguió por respetar una de las máximas que rigen los Estatutos del BERD: su deber de fomentar la democracia y no hacer negocios con regímenes autoritarios. Un lema que no está siguiendo con el mismo esmero la presidenta actual, Odile Renaud-Basso, que mantiene contactos controvertidos con Turquía y Bielorrusia, además de Egipto y Kazajistán, lo que ha llevado al Financial Times a preguntarse: ¿Sigue el BERD financiando la libertad?

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