Pedaleamos sobre una bicicleta estática incapaz de alcanzar su meta. Según las previsiones del servicio de estudios de BBVA, uno de los más respetados y potentes de España, el déficit público se sitúa al cierre de 2013 en el 7 por ciento del PIB sin ayudas a la banca, 5.000 millones por encima del 6,5 por ciento exigido por Bruselas y en unos niveles similares a los registrados en el año anterior.
Y no es el primer organismo de peso que lo advierte: hace escasos días el consenso de Funcas cifró el desfase presupuestario en el 6,8 por ciento del PIB. Se trata de ese gran elefante que se encuentra al fondo de la habitación pero que nadie quiere ver. El problema de las cuentas públicas sigue ahí, la deuda del Reino de España prosigue imparable su espiral al alza y sólo el aval del BCE nos mantiene alejados de otra tormenta en los mercados.
"Persiste la incertidumbre sobre la capacidad de los gobiernos para reducir el déficit a niveles por debajo del 3 por ciento del PIB en 2016, dado el elevado volumen de la carga de intereses de la deuda, la temporalidad de algunas medidas acometidas y una recuperación que será lenta en su inicio", concluye el informe Situación España elaborado por BBVA.
Los ingresos no repuntan
Pese a todos los esfuerzos de consolidación fiscal emprendidos a fuerza de subir impuestos, la recaudación de 2013 permanece estancada en el 37,1 por ciento del PIB, de acuerdo con las estimaciones de BBVA Research. Y ello se debe a que la caída de la economía ha drenado en torno a 0,9 puntos de los ingresos, sobre todo de las arcas de la Seguridad Social, que pierde unos 4.000 millones.
Todo lo cual obliga a hacer los esfuerzos por el lado del gasto, un apartado en el que según BBVA entre enero y septiembre de 2013 se han ralentizado los recortes. Y a pesar de que los economistas de la entidad han observado en los últimos meses una intensificación de los ajustes, éstos no han sido suficientes y dejan la previsión de desembolsos en el 44,4 por ciento del PIB, dos décimas más que en 2012. Los recortes en las partidas de empleados públicos, prestaciones por desempleo e inversión no han logrado compensar el aumento del gasto en pensiones y en intereses de la deuda.
En los nueve primeros meses del 2013, las cuentas han engordado el agujero presupuestario en dos décimas, cuando el objetivo era reducirlo al cierre del año en 5 décimas. Y esta vez no se han tomado medidas como el recorte de la paga extra o la amnistía fiscal, que a finales de 2012 aportaron más de 5.000 millones extra a las cuentas públicas.
Un 2015 complicado
En opinión de los analistas del banco que preside Francisco González, semejante desviación traslada parte de la presión del ajuste a 2014. Y aunque en el corriente año será algo más fácil cumplir con el objetivo de déficit gracias a un crecimiento del PIB del 0,9 por ciento, los problemas se vislumbran en el 2015, justo el año de las elecciones generales. Para entonces, el Gobierno habrá de aplicar una nueva ronda de ajustes si pretende cumplir con el objetivo del 4,2 por ciento comprometido con Bruselas.
Tal y como reflejan los números del banco, incluso creciendo el Ejecutivo tendrá que tomar medidas en 2015 para recortar el déficit en unos 9.000 millones, una cantidad muy sustancial. Y eso sólo lo puede lograr de dos formas: subiendo la recaudación mediante la reforma fiscal y adoptando nuevas iniciativas para podar la Administración. La pregunta que no se hace BBVA es si el Gobierno será capaz de afrontar semejante acto de responsabilidad inmerso en una campaña electoral.