España se enfrenta a un doble problema en materia laboral: cada vez se crea empleo a menor ritmo y el 92% de los nuevos contratos que se firman son temporales, lo que lastra la productividad y contribuye al estancamiento de salarios, una situación que los economistas proponen resolver con el contrato único.
Defienden esta posibilidad José Ignacio Conde Ruiz y Manu García, profesores de la Universidad Complutense de Madrid e investigadores de Fedea, así como Manuel Sánchez, economista del Instituto de Estudios Económicos (IEE), que consideran que no existe en la actualidad ninguna justitificación en España que explique el alto nivel de temporalidad y precariedad del mercado laboral.
Esta iniciativa está abanderada en el terreno político por Ciudadanos, que presentó en febrero del año pasado una proposición de Ley para crear un único contrato indefinido y poder así acabar "de un plumazo" con la temporalidad.
La propuesta no gusta a los agentes sociales -ni sindicatos ni patronal- ni tampoco fue apoyada por el resto de partidos políticos -salvo UPN, que voto a favor, y PDeCAT que se abstuvo-. En este tema hasta el PP y Unidos Podemos están de acuerdo: los primeros porque argumentan que no existe en otros países europeos y que hace falta un contrato temporal para las empresas que tienen necesidad temporales, y los segundos porque creen que abarataría el despido.
Los economistas de Fedea hacen suya la propuesta del contrato único "que sustituya todos los que existen actualmente y sirva como instrumento único para crear empleo a partir de ahora".
Cómo sería ese contrato único
Proponen acabar con todos los contratos temporales (salvo los de interinos y contratos de formación), y para actividades con alga temporalidad como la agricultura sugieren dos posibilidades: utilizar el contrato fijo discontinuo (mismo esquema que el contrato único) o recurrir a trabajadores subcontratados a Empresas de Trabajo Temporal (ETT).
Estas últimas harían un contrato fijo al trabajador y lo cederían de forma puntual a otras empresas para realizar actividades de corta duración (por ejemplo de días o horas).
El contrato único no tendría carácter retroactivo, sólo se aplicaría a nuevas contrataciones, aunque los que trabajen actualmente con contrato temporal podrían elegir pasarse a esta modalidad.
El coste de despido y el proceso (procedente o improcedente) se mantendría, aunque todos los trabajadores tendrían la misma tutela judicial que tienen actualmente los empleados con contrato indefinido.
Creen que el contrato único debería complementarse con la creación de una 'mochila austriaca'
Conde Ruiz y García ponen un ejemplo para explicar cómo beneficiaría a algunos colectivos: "Pongamos el caso de una mujer que tiene contrato temporal y está embarazada, la causa del despido está dentro del propio contrato" ya que es su fecha de extinción, mientras que con el contrato único "esta mujer estará mucho más protegida y no podrá ser despedida tan alegremente como ocurre en los contratos temporales".
Al igual que Ciudadanos, estos economistas creen que este modelo podría ser complementario a la implementación de una 'mochila austriaca', que complementara las indemnizaciones por despido. Esta última idea sí satisface el PSOE, que propuso su creación en la "Agenda del Cambio" de la ministra de Economía, Nadia Calviño, aunque no entró al detalle sobre su funcionamiento.
Fomentaría la productividad
Los economistas explican que la reforma laboral del PP de 2012 sentó las bases para evitar que en la próxima crisis económica en España se produzca una destrucción masiva de empleo como ocurrió en 2008, cuando todas las compañías intentaron recortar gastos mediante salarios, es decir, anunciando despidos.
Medidas como la prevalencia del convenio de empresa sobre el sectorial, la limitación de la ultraactividad a un año, la posibilidad de anunciar despidos colectivos sin autorización administrativa así como la creación de un año de prueba en los contratos indefinidos o el abaratamiento del despido, ofrecen una flexibilidad a las empresas para poder adaptarse a la situación, pero han contribuido también a la moderación de los salarios.
Antes de que se implementara esta reforma, la negociación salarial era "rígida e inefieciente", explican, porque incluso durante años en los que el PIB del país y la tasa de ocupación caían, la negociación pactaba subidas salariales (como en 2008 y 2009), a lo que las empresas reaccionaban destruyendo empleo.
La temporalidad cayó entonces con la destrucción de empleo, algo "lógico, pues en época de crisis los contratos temporales son los primeros en caer" y luego la temporalidad volvió a aumentar con la recuperación.
Los contratos temporales suelen aportar poco valor añadido, lo que repercute a su vez en la productividad (aumenta la ocupación en general pero al incrementarse la proporción de contratos temporales para empleados con poca formación, disminuye la productividad).
"Necesitamos un entorno laboral con igualdad de oportunidades para todos los trabajadores y que favorezca la creación de empresas que inviertan en capital humano, dado que la productividad es la única vía que tiene España para competir en un mercado cada vez más global", concluyen.