Fuera el triunfalismo. Rostros adustos, sonrisas reposadas y mensajes cautos pero con ribetes positivos. Moncloa ha dado la consigna de modular el optimismo ante los esperanzadores datos del mercado laboral. En la residencia del presidente han trazado un análisis DAFO de debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, y han llegado a la conclusión de que el principal error que cometió el Gobierno socialista radicó en la mala gestión de los brotes verdes. De modo que la idea es ir dosificando las señales de luz con toda cautela, porque según los datos que maneja el Gabinete de Rajoy este segundo trimestre podría ser el primero que arroja creación de empleo desde hace dos años.
En la larga travesía por el desierto que atraviesa la economía española, el Ejecutivo ha encontrado un pequeño oasis. Los datos de mayo han sido buenos. Pese a que el paro desestacionalizado sólo se haya reducido en 256 personas; por más que la hostelería siga acaparando la mitad de los contratos; incluso cuando sólo el 7,49 por ciento de las contrataciones sean indefinidas: hay signos de una estabilización de las malas cifras de empleo.
Mientras que hace un año el paro registrado aumentaba en medio millón de personas, en los últimos doce meses el desempleo generado se situó en los 176.000 ciudadanos. Es decir, si en mayo del año pasado el paro se disparaba a tasas anuales del 12 por ciento, este mayo el desempleo sólo ha engordado un 3,7 por ciento en términos anuales, el ritmo menos malo desde el comienzo de la crisis. En definitiva, la sangría del mercado laboral está pisando el freno.
Después de dos años en los que no se generaban puestos de trabajo ni siquiera con el buen tiempo, este segundo trimestre podría retomarse la senda y que haya empleo neto, aunque sólo sea durante tres meses y a cuenta del turismo. Al disminuir el paro en casi 100.000 personas, el mayor descenso jamás registrado en mayo, este mes ha sido tan bueno que junio tendría que salir muy malo para no crearse empleo en el trimestre.
Indicios de recuperación
Se respira que lo peor ha pasado, y eso se refleja en que casi todos los sectores han elevado su afiliación a la Seguridad Social. También se plasma en que muchos ciudadanos se han animado por su cuenta y riesgo a emprender, registrándose 12.000 autónomos más. Y, sobre todo, destaca que la Seguridad Social haya encadenado tres meses consecutivos acumulando altas. Éste supone un paso cualitativo, porque el empresario registra y paga la cuota del trabajador. Es más, desestacionalizado y por lo tanto extraído el factor del buen tiempo, la Seguridad Social se ha anotado 5.600 afiliados más, la primera cifra positiva desde agosto de 2009.
A pesar de la ausencia de crédito e inversión, la curva que empieza a dibujarse en el empleo se asemeja levemente a la que comenzó de mejora en 2010. Sólo que durante 2011 se cruzaron los mercados y sus circunstancias. Berlusconi hizo el payaso con Merkel y la prima de riesgo se resintió, disparándose y poniendo al euro al borde del precipicio. En ese contexto, el nuevo Gobierno de Rajoy perdió también muy rápidamente el crédito a ojos del mercado. Y sólo unas palabras de Draghi asegurando el futuro de la moneda única pudieron obrar la calma. Poco a poco, los inversores han recuperado el apetito y en cuanto ha llegado el buen tiempo, tal y como es habitual en la economía española, el empleo ha respondido.
La prueba del algodón
Con todo, los expertos se muestran profundamente divididos en torno al fuerte carácter estacional de estos datos, y el comportamiento del tercer trimestre confirmará o refutará esta estabilización, pues ese periodo representa el bache entre finales de agosto y Navidad. Ahora bien, mientras que no se cambie el modelo productivo, España seguirá siendo un país de servicios y que por lo tanto contrata de forma temporal, únicamente cuando lo precisa.
Hasta la llegada del tercer trimestre, el Gobierno se apoya en otros indicios para su esperanzador análisis: por un lado, el PMI manufacturero de mayo dio un estirón desde el entorno de los 44 puntos hasta los 48, acercándose a los 50 puntos que implican una salida de la recesión. Por otro, el índice del comercio minorista también deparó una nota positiva al subir en abril un 0,5 por ciento.
Además, la confianza de los consumidores está fortaleciéndose en lo que llevamos de 2013, y la deuda de las familias se redujo en 2012 en 1,4 puntos hasta el 125 por ciento de la renta disponible, una disminución muy lenta pero bastante considerable. Los costes salariales en 2012 se congelaron y, por último, en marzo la balanza comercial arrojó su primer superávit por valor de 600 millones. Pese al desplome de las importaciones, el aumento de las exportaciones previsto para este año ronda el 4 por ciento, el doble que sus pares europeos en un contexto de recesión de sus mercados objetivos y falta de financiación.
Pese a lo gigantesco de los retos, el Gobierno ha encontrado donde agarrarse de cara a los próximos meses: la esperanza de que los mejores datos de empleo entronquen con un repunte de la actividad a finales de año.