Tres de las principales compañías españolas en los sectores energético, industrial y de la alimentación afrontan en 2018 refinanciaciones al límite, batallas accionariales, graves procesos judiciales y posibles conflictos laborales. Abengoa, hasta hace dos años uno de los líderes mundiales en energía alternativa; Duro Felguera, uno de los grandes grupos industriales centenarios del país; y Pescanova, la que fuera una de las primeras compañías de la industria pesquera mundial, seguirán sufriendo en 2018 tras varios ejercicios luchando por la supervivencia.
Las tres compañías notarán el aliento de Santander en sus respectivos cogotes durante los procesos de negociación de financiación y estrategias de negocio que se planteen. El primer banco español ha asumido, o sumado, la posición que Banco Popular tenía como accionista o acreedor en los tres grupos.
ABENGOA
Tras cerca de dos años negociando una alternativa al concurso de acreedores, Abengoa esquivó el precipicio el pasado mes de marzo cuando logró firmar un acuerdo de reestructuración tras haber registrado una deuda superior a los 9.000 millones de euros.
El nuevo consejo de administración de la empresa liderado por Gonzalo Urquijo ha conseguido firmar nuevos contratos de negocio y vender la participación que Abengoa mantenía en la estadounidense Atlantica Yield. La venta de su mayor proyecto en México, prevista para el primer semestre del próximo año, servirá para seguir aliviando la deuda. Pero el fantasma del concurso de acreedores ahí sigue.
Santander es el primer accionista de Abengoa tras asumir la participación de Banco Popular
Expertos en materia concursal consultados hacen la siguiente lectura de la situación actual de la compañía: A 30 de septiembre de 2017, la cifra de patrimonio neto del grupo es negativo por importe de 1.902 millones de euros. La multinacional sevillana refinanció en marzo la deuda financiera, pero no la que mantiene con acreedores comerciales por una cuantía superior a los 2.000 millones de euros. Hasta ahora, ningún acreedor podía ejecutar la deuda con Abengoa, pero desde el pasado mes de septiembre, la compañía es "vulnerable": cualquier acreedor, financiero o comercial, podría ejecutar su crédito o solicitar el concurso necesario de la compañía ante un sobreseimiento general de pagos comerciales. El acreedor que primero acudiese al Juzgado lograría preferencia en el cobro sobre el resto de acreedores.
El pasado mes de septiembre el mismo juez del mercantil de Sevilla a cargo del preconcurso de Abengoa, dictó sentencia sobre las impugnaciones presentadas al acuerdo de homologación de la refinanciación del grupo. El magistrado no revocó el acuerdo, pero declaró que este no se extiende a los acreedores cuya impugnación ha sido estimada por ser "desproporcionado el sacrificio que se les impone" advirtiendo que no está asegurada la viabilidad de las filiales de la compañía sevillana. No obstante, el juez Pedro Márquez indicaba que existe "probabilidad suficiente" de que Abengoa mantenga la actividad.
Santander tuvo un papel decisivo durante las negociaciones previas a la entrada en preconcurso de acreedores de Abengoa. Lideró las conversaciones entre la banca y la empresa para acometer, en 2015, una ampliación de capital por 650 millones de euros. Finalmente la operación no se efectuó –"las cuentas no estaban claras", ha declarado el presidente de Santander España, Rodrigo Echenique- y la multinacional energética se declaró en preconcurso. El expresidente de Abengoa, Felipe Benjumea, y el resto del antiguo consejo de administración, responsabiliza a Santander de la crisis sufrida; Benjumea y otros consejeros aguardan sentencia sobre la petición de hasta cuatro años de cárcel por las indemnizaciones millonarias que percibieron el expresidente y el exconsejero delegado.
En la 'nueva Abengoa', Santander sigue teniendo mucho que decir. El banco presidido por Ana Botín es el primer accionista de la compañía tras asumir la participación que tenía Banco Popular. Previsiblemente el banco hará todo lo posible por evitar el concurso de acreedores de la compañía.
La declaración de concurso de Abengoa conllevaría la tramitación de una sección de calificación en la que se estudiaría la posible responsabilidad del actual consejo de administración y de aquellas entidades financieras que pudieran ser identificadas como administradoras de hecho. Santander se arriesgaría en ese caso a que el juez impusiera el abono del déficit patrimonial de la compañía.
DURO FELGUERA
La centenaria Duro Felguera comenzó a lanzar preocupantes señales a finales del pasado ejercicio, cuando presentó pérdidas semestrales y afloraron problemas de tesorería por impagos en proyectos internacionales. La compañía contrató al banco de inversión Rothschild para buscar un socio que inyectara liquidez a cambio de acciones, y se sentó con la banca acreedora para refinanciar la deuda y explorar la posibilidad de ampliar capital.
El pasado mes de septiembre acordó con Santander, Caixa, Bankia, BBVA y Sabadell extender el periodo de vencimiento de deuda, hasta el próximo mes de enero. Pero por las mismas fechas se conoció que la Fiscalía Anticorrupción acusaba a la compañía y a sus principales ejecutivos de sobornar a políticos venezolanos.
Duro Felguera comunicó el viernes a la CNMV un nuevo deterioro por valor de 32 millones en proyectos internacionales
A finales de noviembre el hasta entonces presidente del grupo, Ángel Antonio del Valle, renunció al cargo siendo sustituido por Acacio Rodríguez. En una carta dirigida a la plantilla, publicada por La Nueva España, el nuevo presidente admitía que los bajos márgenes de beneficio y el riesgo de perder grandes proyectos había colocado al grupo "en una difícil situación".
A mediados del mes pasado Duro Felguera comunicó la cancelación de contratos internacionales valorados en 918 millones de euros. También informó sobre sus resultados hasta septiembre, unas pérdidas de 11,5 millones frente al beneficio de 1,6 millones del mismo periodo de 2016.
El viernes Duro Felguera volvió a encender las alarmas. La compañía comunicó a la Comisión Nacional del Mercado de Valores que tras revisar durante el mes de diciembre sus proyectos internacionales ha "constatado desviaciones" en la estimación de los costes. En total, la empresa avanzó un deterioro de 32 millones de euros.
La compañía añadió en su comunicado del viernes al regulador del mercado que está intensificando "sus actuaciones para atraer socios a una futura ampliación de capital", si bien admitía que en estos momentos no hay acuerdo al respecto y se está pendiente de determinar fecha e importe de dicha ampliación. El grupo aseguró también que se está en "la fase final de negociación con el pool de bancos de una línea de liquidez que será formalizada durante el mes de enero", lo que estabilizará la situación del circulante.
A los problemas financieros del grupo y a los conflictos judiciales se suma un contencioso que mantiene con Hacienda. La Agencia Tributaria reclama 122,4 millones de euros a la empresa; en sus últimas cuentas Duro Felguera sostuvo como "no probable" la posibilidad de que tenga que satisfacer ese importe y avanzó que presentará alegaciones al Tribunal Económico Administrativo Central.
Santander es el principal acreedor financiero de Duro Felguera, con unos 165 millones de euros de los 267,7 millones de deuda que la compañía debe a la banca, a 30 de septiembre de este año.
PESCANOVA
De las tres grandes compañías españolas que este año afrontan duras negociaciones financieras y reestructuraciones de capital, Pescanova es la que mejor lo tiene. Tras protagonizar en 2013 uno de los mayores concursos de acreedores de una empresa de alimentación en España, la reestructuración de su deuda y la entrada de los bancos acreedores en el capital de la compañía han permitido que la multinacional gallega mantenga la actividad generando unos ingresos anuales cercanos a los 1.000 millones de euros y su plantilla prácticamente intacta en España.
Pero los nubarrones no terminan de borrarse del horizonte de Pescanova. La reestructuración del grupo dio lugar a la existencia de dos pescanovas, la 'nueva' –presidida por Jacobo González-Robatto, controlada por la banca acreedora, y que aglutina la mayor parte del negocio del grupo pesquero- y la 'vieja'–que tiene como principal activo el 1,6% de la 'nueva' Pescanova y que está participada por algunos de los antiguos accionistas de la empresa-.
La 'vieja' Pescanova ha llevado a la 'nueva' a los tribunales, por una ampliación de capital y por una comisión de 300 millones de euros impuesta por la banca acreedora en la solicitud de un crédito.
Tras la vuelta a cotización de las acciones de la vieja Pescanova, no es posible saber ahora quiénes son los principales accionistas
La nueva Pescanova aprobó en abril ampliar capital por 135,4 millones de euros; la operación supuso que la participación de la vieja Pescanova se diluyera hasta el 1,6%, desde el 20% anterior. En septiembre, la vieja Pescanova impugnó la operación en los tribunales.
El pasado mes de julio la vieja Pescanova acudió a los tribunales para reclamar la nulidad de obligaciones de pago por importe de 300 millones de euros procedentes de un crédito súper sénior sindicado suscrito por la nueva Pescanova en favor de la banca acreedora.
Las decisiones judiciales de ambos procesos trastocarán las previsiones de negocio y gestión de la compañía si estas beneficiaran a la vieja Pescanova. Pero también la vieja Pescanova afronta otras incertidumbres. La principal, saber quién es ahora su principal accionista y quién puede tomar decisiones. La vuelta a cotización de las acciones de la vieja Pescanova, suspendidas tras el fraude contable conocido en 2013, han provocado un baile desquiciado de compra y venta de títulos y en la actualidad no es posible saber quiénes son realmente los principales accionistas de la empresa.
Santander vendió en 2014 la deuda que tenía en Pescanova. Pero tras absorber Banco Popular, el banco presidido por Ana Botín se ha convertido en uno de los principales accionistas de la nueva Pescanova. Si la nueva Pescanova logra despejar su futuro en los tribunales y mantiene los ingresos previstos, la compañía gallega será próximamente una preciada empresa para los grandes grupos internacionales del sector y la banca podrá hacer caja en una posible venta.