Las fotos muestran a dos personas saliendo de una sala de reuniones. Ambas con chaqueta y sin corbata, una coge una mochila mientras sale aparentemente despavorido. Las personas que 'huyen' son dos directivos de IKEA, que habían solicitado una reunión con el equipo de gobierno de la ciudad de Alicante pero que no contaban con la presencia de cámaras de distintos medios de comunicación. Al verlas, cogieron sus pertenencias y se marcharon.
Esta reacción ha sentado muy mal a los miembros del consistorio alicantino, conformado por un tripartito entre PSOE, Guanyar (IU-Podemos) y Compromís, todos partidos de izquierda. Una de las primeras medidas que tomó este nuevo ayuntamiento salido tras las elecciones locales de mayo fue instar a la Generalitat Valenciana a paralizar el proyecto de IKEA que estaba en marcha bajo el gobierno del PP y cuya obra estaba a cargo del polémico Enrique Ortiz, constructor con el que se relacionaron varios casos dudosos con la anterior alcaldesa alicantina, la también popular Sonia Castedo.
Tras el verano, el objetivo de IKEA era "saludar" al nuevo consistorio y retomar la situación del proyecto, pero la presencia de cámaras no pareció gustarles. La compañía ha emitido un comunicado en los siguientes términos:
"Como muestra y evidencia del interés que IKEA tiene por instalarse en Alicante y estar, de esta forma, más cerca de todos los alicantinos, habíamos solicitado una reunión con el Ayuntamiento de Alicante para preguntar por el estado de nuestro proyecto en Rabasa.
Al entender una vez en la misma y en un momento determinado que la reunión iba producirse en términos distintos, hemos creído conveniente emplazarnos a otro momento.
Creemos que se ha producido un malentendido porque la voluntad de la compañía, como en todos sus proyectos, es la de seguir trabajando conjuntamente con las administraciones públicas y demás agentes locales con el objetivo de que, en este caso concreto, nuestro proyecto en Rabasa sea una realidad cuanto antes".
"No estamos acostumbrados a reunirnos con delincuentes ni con gente que no quiere fotos, ha dicho el alcalde alicantino"
Por su parte, mucho más duros han sido los responsables locales. El alcalde Natxo Bellido ha dicho haberse quedado "perplejo" e "indignado", porque la convocatoria a los medios era pública y notoria. Bellido ha dicho que la reunión ha comenzado cordialmente y que los representantes de Ikea han trasladado que la reunión "era para saludarnos". "El alcalde les ha contestado que además de saludar se hablaría del proyecto y en ese momento hemos dado entrada a los medios gráficos, que hacemos en todos las reuniones y que no tuvimos en el primer encuentro, y al ver la entrada de los gráficos han dicho 'esto no' y han salido".
Bellido ha explicado que han esperado que volvieran a entrar cuando salieran los fotógrafos pero solamente se ha producido la entrada de uno de ellos "que se había dejado un maletín y que además, no ha dicho ni adiós. Han afirmado que no pensaban volver a entrar".
Los representantes del consistorio alicantino han insistido en que el encuentro no era con tres personas anónimas y privadas, sino "el alcalde de la ciudad de Alicante, el vicealcalde y el segundo teniente de alcalde, además de los técnicos municipales". "Nos parece una falta de respeto hacia el Ayuntamiento de Alicante. Si no querían salir en la foto, lo dicen, se salen y vuelven, que era lo que esperábamos", ha afirmado Bellido que ha dicho: "como no estamos acostumbrados a reunirnos con delincuentes ni con gente que no quiere fotos no sabemos que pasa".
Ultimatum de la compañía
Por su parte, después del desencuentro con el consistorio, los miembros de IKEA sí se reunieron con el portavoz de Ciudadanos, José Luis Cifuentes, para dejarle claro, según la prensa local, un ultimatum: «La empresa quiere una respuesta definitiva a su solicitud porque quiere hacer una inversión en Alicante». La tardanza (más de ocho años de tramitación) y la inseguridad jurídica ha colmado la paciencia de la empresa, que reclama una respuesta «para saber si sigue adelante o se va». Cifuentes no lo toma como un ultimátum y criticó la «falta de seriedad» del tripartito al no dar una respuesta definitiva: «Es crucial que el gobierno tripartito aclare a Alicante si quiere, o no, la inversión de Ikea en la ciudad», aseguró Cifuentes.