Hace una década, el apellido Bin Laden se asociaba exclusivamente al entorno del terrorismo islámico y más concretamente al grupo Al Qaeda. Su entonces líder, Osama Bin Laden, se había convertido en el terrorista más buscado y perseguido del mundo debido a los múltiples atentados que promovió contra intereses estadounidenses, que culminaron con los ataques del 11-S. Pero los Bin Laden eran célebres desde mucho antes en Arabia Saudí en su papel de prósperos empresarios en sectores diversificados. En los últimos meses, este apellido es todo un paradigma del desplome económico que ha supuesto para el primer productor mundial de petróleo el brusco descenso de los precios. Hasta el punto de que el Grupo Bin Laden, una empresa capaz de facturar 15.000 millones de dólares al año, adeuda hasta siete meses de salario a buena parte de sus trabajadores.
El pasado miércoles se produjo el último episodio de una crisis empresarial que parece no encontrar fin. Un grupo de trabajadores del Grupo Bin Laden se manifestaba en las inmediaciones del aeropuerto internacional Rey Abdul Aziz, de Jeddah, donde la compañía realiza uno de sus proyectos de infraestructuras, para protestar por los retrasos en el pago de los salarios. Según informa la prensa local, cinco de ellos resultaron heridos al ser arrollados por el coche de un directivo de la compañía, que trataba de huir de la protesta.
No era ni mucho menos la primera vez que los empleados afectados por los impagos, en su mayoría procedentes de otros países, mostraban su indignación por la situación. La sede de la compañía en Riad, capital de Arabia Saudí, ha sido testigo de diversas manifestaciones al respecto. Una situación que ha llegado a las más altas esferas del país toda vez que el Reino no es precisamente ajeno a esta situación.
La pesadilla para el Grupo Bin Laden empezó, como para la mayoría de las empresas del país, cuando los precios del crudo comenzaron a desplomarse. El petróleo es algo más que la base de la economía del país. El 90% de sus ingresos depende del denominado ‘oro negro’ por lo que el recorte de más del 60% en sus precios en poco más de un año ha hecho temblar los cimientos de Arabia Saudí.
Sin el favor de la Administración
Entre las primeras consecuencias de este escenario se contaron numerosos casos de impagos a las constructoras por parte de la Administración saudí, una circunstancia que se ha trasladado de forma dramática a los trabajadores. Las autoridades del país han reiterado en numerosos mensajes oficiales que el problema está resuelto, después de mantener reuniones con los altos ejecutivos de las empresas afectadas. Pero, por el momento, los retrasos siguen a la orden del día.
Pero además, el Grupo Bin Laden arrastra un problema añadido para nada desdeñable. La compañía fue considerada responsable del derrumbe de una cúpula en la Gran Mezquita de La Meca el pasado mes de octubre, un terrible accidente que costó la vida a más de 100 personas.
La constructora realizaba en aquel momento uno de los numerosos proyectos que ejecuta por todo el país. La equívoca maniobra de una las grúas, junto al temporal de lluvia y viento que azotaba la región en aquellos días, provocaron la tragedia. Además del enorme e irrecuperable coste en forma de vidas humanas, el accidente tuvo gravísimas consecuencias para el Grupo Bin Laden, ya que fue suspendido como contratista de la Administración, para la que lleva trabajando toda su vida.
Un ajuste histórico
Sin posibilidad de recibir encargos del Gobierno que, además, mantiene numerosos impagos y retrasos por proyectos ya iniciados, Grupo Bin Laden afronta la mayor crisis de su dilatada historia que ya llevó a su cúpula a hacer planes para eliminar hasta 15.000 empleos.
En los últimos días, el Gobierno saudí ha presentado un plan para hacer la economía menos dependiente del petróleo, hasta el punto de perseguir el ambicioso objetivo de poder sobrevivir aunque el crudo no existiera a partir de 2020. Un plan que lleva aparejado un durísimo ajuste, que ha empezado a reflejarse en el último presupuesto del país, con un desfase cifrado en más de 130.000 millones de dólares.
Un escenario que no es precisamente favorable a que los problemas de Grupo Bin Laden se solventen y que condena a que la maldición del apellido se extienda también a la trayectoria empresarial de una compañía cuyos cimientos fueron forjados por el padre del actor intelectual del 11-S.