El Gobierno de Arabia Saudí está siendo condenado sistemáticamente por los tribunales administrativos del país a causa de las diversas denuncias que han interpuesto particulares como consecuencia de las expropiaciones realizadas en su día para el proyecto de la línea de alta de velocidad entre La Meca y Medina, que está llevando a cabo el consorcio español Al-Shoula. Un capítulo éste de las expropiaciones que en España suena muy familiar cuando se habla de infraestructuras, igual que el de los sobrecostes,retrasos y enfrentamientos entre políticos. Un cóctel que creíamos muy nuestro pero que es más internacional de lo que parece.
Hace tiempo que en España no se emprenden proyectos faraónicos. La llegada de la crisis dejó en la estacada muchos de los que ya se habían iniciado y sacó a la luz las numerosas miserias de los que se llevaron a cabo en los años del boom. El último que se ha inaugurado ha sido el del puente de la Constitución, en Cádiz. En los titulares sobresalieron los más de cinco años de retrasos y los aproximadamente 240 millones de sobrecostes que ha presentado el proyecto.
Una cantidad que palidece frente a los más de 13.000 millones que se calculan para la red de alta velocidad en España que, además, sigue aumentando año a año, legislatura a legislatura, al margen de la situación económica, la imposibilidad de hacerla rentable y el desequilibrio con otras áreas en las que España presenta un claro déficit de infraestructuras. Tampoco aguanta comparación con los más de 6.000 millones de sobrecostes que el Gobierno saudí reconoce en el llamado AVE de los peregrinos.
Quienes conocen la forma de hacer negocios en Oriente Medio y el trato con las administraciones de los países del entorno se sorprenden notablemente cuando escuchan tales cifras y más aún cuando se enteran de que el Gobierno local ha perdido un 85% de los pleitos presentados en los tribunales por antiguos propietarios de los terrenos que ahora ocupa la línea de alta velocidad y que, en su día, fueron expropiados a precios muy por debajo de lo establecido legalmente.
"Hay una seriedad extrema en estos países, tradicionalmente es muy difícil, por no decir imposible, que se admita un modificado con la alegría y ligereza con que se hace en España", apunta un empresario curtido en mil batallas con licitaciones de proyectos en Oriente Medio. "La verdad, el AVE La Meca-Medina parece una obra hecha en España", comenta con sorna.
A cuentas con los retrasos
En el caso de las expropiaciones, en España hay casos totalmente opuestos. Por ejemplo, las que se llevaron a cabo para realizar las autopistas de peaje de última generación, entre ellas las célebres radiales de Madrid que están todas cerca de entrar en fase de liquidación, presentaron unos costes, aceptados en su día por los tribunales, pero que superaban con mucho lo que deberían haber sido, lo que ha sido una de las causas que han hecho imposible rentabilizar las concesiones.
En el polo opuesto, numerosos propietarios de los terrenos expropiados para la construcción de la terminal 4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas mantienen pleitos en los tribunales al estimar que las expropiaciones se hicieron a precios demasiado reducidos, una cuestión que aún se dirime aunque la T4 lleva cerca de diez años en funcionamiento.
A los sobrecostes y los problemas con las expropiaciones en el AVE a La Meca se añaden los retrasos, que han llevado al consorcio Al-Shoula, compuesto por Renfe, Adif, Ineco, Talgo, Cobra y OHL, entre otros, a tener serios problemas con el Gobierno saudí. La fecha actual prevista para la entrega de la línea, fin de 2016, viene de una revisión de 12 meses en relación con la prevista inicialmente.
El consorcio ha mantenido la teoría de que el deficiente trabajo realizado en la fase anterior ha provocado las demoras debido a que el trazado ha tenido que ser modificado en numerosas oportunidades.
"En este punto es en el que ha habido más diferencias en relación con lo que suele ocurrir en España. Las amenazas de rescisión de contrato han surtido efecto y el incremento en el ritmo de los trabajos ha permitido recuperar algo de tiempo", apunta la citada fuente.
La caída del crudo enfrenta a los políticos
Por último, el proyecto también ha llevado la discordia al seno del Gobierno local, especialmente tras la renovación que sufrió por la muerte del rey Abdalá y la subida al trono de su sucesor, Salman. Los ministros del área económica, que fueron casi todos renovados, han puesto en grito en el cielo por el coste de la obra y su repercusión en la economía saudí, fuertemente castigada por la prolongada caída de los precios del petróleo.
Por el contrario, el ministro de Transportes, Mohammed Al-Muqbel, uno de los que consiguió mantenerse tras la criba del rey Salman, ha sido siempre partidario de seguir con las obras contra viento y marea para cumplir con el deseo del monarca fallecido de dejar el AVE de los peregrinos como su gran legado.