El año pasado, el número de bodas en España repuntó por primera vez desde 2005, con un repunte interanual del 3,4% en el número de matrimonios, hasta 168.835, según el INE. Pero ni ese brote verde en materia conyugal sirvió para que Bodaclick, el principal portal español de internet dedicado a la organización de bodas, levantara el vuelo.
La empresa encadenó en 2012 un nuevo ejercicio de pérdidas (otros 3,82 millones de euros) y la acumulación de números rojos propició que a cierre del pasado año contara con unos fondos propios negativos de 3,89 millones y un flujo de caja negativo de 3,4 millones. Circunstancias que llevaron a KPMG a destacar en su informe de auditoría la “incertidumbre sobre la continuidad de las operaciones del grupo, que dependerá de su capacidad para generar tesorería y/o financiación suficiente que le permita atender sus obligaciones en el corto plazo”.
Tras ese párrafo de énfasis, que pone en duda la viabilidad del portal fundado en 2000 por Ignacio Vega de Seoane (consejero delegado desde diciembre pasado) y Luis Pérez del Val Sheriff, sus máximos accionistas (con un 21,4% cada uno), la compañía ha decidido romper su relación con KPMG, que venía auditando sus cuentas de forma ininterrumpida desde 2007, y nombrar a un nuevo auditor “seleccionado de entre de una de las compañías auditoras de mayor prestigio”, según el orden del día de su última junta de accionistas.
En marzo pasado, el grupo ya nombró a PwC, rival de KPMG, su asesor registrado (encargado de garantizar liquidez para el grupo en el mercado) en sustitución de Arcano, que había acompañado a Bodaclick desde su salida a bolsa.
La propuesta de acuerdos de la última Junta también recogía la propuesta de discusión de “posibles alternativas y fórmulas de financiación” ante la delicada situación financiera del grupo, que ha aplazado el pago de sus principales deudas ante la sequía del crédito.
De momento, el principal respaldo entre sus acreedores ha venido de una entidad pública, la Empresa Nacional de Innovación (ENISA), dependiente del Ministerio de Industria, que el año pasado le refinanció una deuda de 700.000 euros de la que más de la mitad (370.000 euros) vencía en marzo de este año.
El grupo, con el que no ha sido posible contactar, presentó a lo largo del año pasado tres expedientes de regulación de empleo (ERE) que redujeron su plantilla media más de un 30%, hasta 246 empleados. Un duro ajuste laboral que corrió paralelo a la salida, en julio de 2012, del exministro Josep Piqué, fichado como presidente no ejecutivo poco antes del debut de Bodaclick en el mercado alternativo bursátil (MAB), en junio de 2010.
El exministro de Industria y Exteriores y actual consejero ubicuo tenía pactada con Bodaclick, además de una retribución de 15.000 euros anuales (independiente de la correspondiente a sus labores como consejero), la entrega de hasta un 1% del capital social de la empresa a su salida de la misma, siempre que permaneciera en el cargo durante cuatro años.
Finalmente, el también presidente de Vueling y consejero de EADS estuvo algo más de tres años en Bodaclick, por lo que recibió 80.879 acciones (un 0,49% del capital del grupo) procedentes de la autocartera de la empresa, con un coste de adquisición de casi 199.000 euros. La compañía cifra en 84.000 euros el impacto en sus reservas de esta operación, "como consecuencia de la diferencia de valor contable de las acciones y el valor razonable de los servicios prestados".
En el supuesto de que Piqué (de cuya salida de Bodaclick se cumple hoy un año) no las haya vendido, esas acciones tienen hoy un valor de apenas 38.000 euros, como consecuencia del batacazo que se pegó la cotización de la empresa en los meses posteriores a la marcha del exministro.
El grupo salió a cotizar a 2,78 euros (un precio que nunca más ha vuelto a alcanzar), con una valoración de 45 millones de euros que permitió a sus fundadores captar unos 10 millones. A los precios actuales su valor bursátil es de poco más de 7 millones. Su cotización lleva estancada en 47 céntimos de euro desde el pasado 12 de febrero, en una prueba más de la nula liquidez del MAB, pensado como una alternativa para proporcionar fondos a pymes en proceso de expansión.