Supermercados e hipermercados siguen arañando cuota de mercado a las petroleras tradicionales en el negocio de la distribución de carburantes, una actividad en la que empezaron a operar a comienzos de la década pasada: según estimaciones del sector, las grandes superficies ya concentran el 12% de las ventas de gasolinas y gasóleos, lo que supone un avance de dos puntos con respecto a 2009, cuando su cuota se quedaba en el 10%.
La cifra contrasta con el número de puntos de venta de estas cadenas, que, según fuentes del sector, ronda los 300 (en torno a un 3% del total). El último dato oficial de la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP), que agrupa a las principales empresas de refino, data de 2010, cuando había 268.
El avance de grupos como Carrefour (que, según su web, tiene 97 gasolineras en España), Eroski (56 estaciones de servicio), Bonarea (34), Alcampo (29) o la también francesa Leclerc se explica fácilmente: en muchos casos, ofrecen los mejores precios, gracias a los agresivos descuentos que ofrecen a los automovilistas a cambio de hacer la compra en sus establecimientos.
Así, según datos del Ministerio de Industria, los grupos de distribución ofrecen actualmente la gasolina más barata en nueve provincias (Madrid, Barcelona, Burgos, La Coruña, Pontevedra, Salamanca, Soria, Vizcaya y Zaragoza). En el caso del gasóleo, el combustible más consumido, lo venden al mejor precio en siete provincias: Burgos, Ciudad Real, La Coruña, Cuenca, Madrid, Pontevedra y Soria.
Las petroleras se quejan de que no pueden competir con los precios de sus rivales porque, para los grupos de distribución, sus gasolineras son un reclamo para captar clientes a través de los descuentos cruzados que ofrecen, por lo que esta actividad per se no sería rentable para ellas. De hecho, Mercadona, el grupo de distribución que se ha consolidado como gran ganador en esta crisis, nunca se ha planteado entrar en este segmento, recuerdan desde el grupo valenciano.
Las petroleras también recuerdan que las estaciones de servicio tienen unos costes de personal mucho más bajos (no suelen tener tiendas de conveniencia y se paga en una simple caja). Por último (y así se lo han planteado al Ministerio de Industria), advierten del riesgo de que estas cadenas vayan “depredando” el mercado; en Francia (donde la gran distribución controla el 60% de este negocio) se han cerrado muchos puntos de venta por el empuje de las gasolineras de Auchan y Carrefour, aseguran.
Aun así, algunas de las grandes del sector no han dudado en aliarse con grupos de distribución para no perder cuota: Repsol tiene acuerdos con El Corte Inglés para ofrecer descuentos por repostar y la británica BP ha hecho lo propio con Carrefour.
Las operadoras tradicionales han pedido que se tengan en cuenta los descuentos que ofrecen los grupos de distribución en las estadísticas de precios de los carburantes, una de las razones que apuntan para que en España los precios de los carburantes (sin contar impuestos) estén por encima de la media de la UE. Un operador del sector no niega que los Alcampo, Carrefour y compañía suponen una “competencia enorme”.
La Comisión Nacional de la Competencia (CNC), en el informe sobre el sector que publicó hace un año (del que prepara una inminente actualización), consideró que el aumento de la cuota de las grandes superficies sería “muy deseable, al introducir en el mercado una importante presión competitiva en precios”. Hace muchos años, en 1995, el extinto Tribunal de Defensa de la Competencia (antecesor de la CNC) ya advirtió, en otro informe sectorial, de que las grandes superficies constituían “la única posibilidad a medio plazo” de incentivar la competencia en este mercado, que entonces todavía funcionaba por un sistema de precios máximos.