Las Cámaras de Comercio se fundaron en las postrimerías del siglo XIX y, muchos años después, en los setenta, con la Transición a toda vela, fueron ellas las que fundaron las patronales que debían cooptar con los sindicatos recién legalizados en la España democrática. Hoy, más de medio siglo después, las cámaras languidecen y sus creaciones (la Confederación Española de Organizaciones Empresariales CEOE, la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa Cepyme, las versiones territoriales y sectoriales de ambas) han derrotado con claridad a sus creadores.
La crisis no perdona a los agentes sociales, sindicatos y patronal, que han perdido subvenciones y ayudas a la formación. Pero golpea el doble o el triple a las Cámaras, sumidas en un silencio absoluto y asfixiadas desde que se suprimió la obligatoriedad de la cuota cameral a principios de 2011 para las empresas que facturan menos de diez millones de euros anuales. Esa decisión, adoptada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, privó a estos entes centenarios de su principal vía de financiación, por lo que ahora muchas cámaras necesitan arrimarse a las CEOE provinciales con el fin de ahorrar o simplemente sobrevivir.
Esto último está ocurriendo de manera más o menos larvada en varias provincias españolas. Está la Cámara de Comercio de Almería, que acaba de lanzar un ERE y prevé ceder sus instalaciones a la patronal almeriense Asempal; también está la Cámara de Comercio de Ciudad Real, inmersa en una ronda de convenios de colaboración con la CEOE de esta provincia (la patronal ciudadrealeña, es verdad, atraviesa una crisis institucional sin precedentes y actualmente está controlada por una gestora); otro convenio similar se pergeña entre la patronal y la cámara de Albacete, y otro más entre la patronal valenciana Cev y la cámara: tras fusionar sus comisiones de turismo y comercio, ambas marchan “por el camino de la integración”, en palabras del presidente de Cev, Salvador Navarro. Además, algo similar a lo de Valencia estaría gestándose en Castellón.
De 280 millones de euros en 2008, el presupuesto para 2012 solo alcanza los 65 millones
No son éstos los únicos territorios que avanzan hacia una mayor unión entre las dos partes: las cámaras gallegas y catalanas están muy noqueadas, mientras que la guadalajareña está dirigida por una gestora (al igual que la CEOE de Ciudad Real). Esto las obliga a adoptar una estrategia de comunicación de perfil bajo, bajísimo, casi imperceptible, que, según cuentan varias fuentes a Vozpópuli, se debe a que otros procesos de integración pueden estar contemplándose en diversos puntos de la geografía nacional.
También el Consejo Superior de Cámaras, que preside Manuel Teruel, está a la expectativa. En el CSC esperan que Rajoy promulgue más pronto que tarde una Ley de Cámaras que les abra un hilo de financiación. Desde la eliminación de la cuota obligatoria, los ingresos de las 88 cámaras provinciales y locales se han desplomado: de 280 millones de euros en 2008, el presupuesto para 2012 solo alcanza los 65 millones. Esta caída financiera ha provocado numerosos ERE: casi toda Andalucía, Madrid, Barcelona, Badajoz, Gijón, Castellón, Navarra…
Otra lectura más minuciosa puede dejar un entrever un ganador de la crisis cameral: Juan Rosell. Hace tiempo que el presidente de CEOE habla de "construir un nuevo modelo de organizaciones empresariales que las hagan más ágiles, modernas e independientes", y eso afecta de lleno a las cámaras. En la patronal hay quien opina que éstas deberían delegar la representación en las confederaciones empresariales (caso de Madrid, donde ambas conviven a la par) y quien piensa que las cámaras pueden guardar una cuota de representatividad más o menos notable. Por si fuera poco, hay unas 15 provincias en las que la relación patronal-cámaras es manifiestamente mejorable, si acaso abiertamente mala.