España ha sido pionera (para su desgracia, y la de los consumidores) en la creación del famoso déficit tarifario del sistema eléctrico, una figura que el ministro de Industria, José Manuel Soria, acaba de consagrar también para la bombona de butano y que amenaza con convertirse en un problema de calado en el caso del gas.
Fuentes del sector aseguran que, de mantenerse las previsiones actuales, el desfase entre los ingresos y los costes regulados del sistema gasista puede alcanzar a final de año los 700 millones de euros, incluyendo las partidas ya acumuladas en ejercicios anteriores.
De cumplirse el pronóstico, supondría duplicar con creces el agujero actual del sector gasista, que el año pasado ascendió a 310 millones de euros, según dijo en marzo pasado la secretaria general de la patronal del gas (Sedigas), Marta Margarit.
La directiva de Sedigas insistió en el carácter “coyuntural” de este desajuste y lo relacionó con la baja utilización de los ciclos combinados (centrales que queman gas natural para producir electricidad), cuya aportación en el mix eléctrico, con la demanda en continua caída, se ha quedado en el 8,2% en el primer cuatrimestre de este año (en abril, con la producción hidráulica y eólica disparada, se quedó en apenas el 5,3%).
En el primer trimestre, el consumo de gas para generación eléctrica se desplomó un 43,3%, lo que propició una caída interanual del 10,7% en la demanda total de gas transportada por Enagás, el operador del sistema gasista. La semana pasada, su presidente, Antonio Llardén, sostuvo que la caída del consumo de los ciclos en el conjunto del ejercicio 2013 se quedará en el entorno del 10%. y la evolución de la demanda total (incluyendo la doméstica y la de uso industrial) será "plana" en el mejor de los casos.
Las razones del déficit tarifario del gas no son muy distintas de las causas del multimillonario desfase que arrastra el sector eléctrico, cuya cuantía amenaza la sostenibilidad del sistema: sobrecapacidad de instalaciones, la decisión administrativa de contener las tarifas y una demanda que no remonta el vuelo como consecuencia de la crisis.
En el sector empieza a sobrevolar la idea de que la nueva reforma energética que prepara el Gobierno para junio puede incluir cambios de calado para el negocio de transporte y distribución de gas.
El Ejecutivo también se plantea introducir algún mecanismo que permita incrementar la baja utilización de los ciclos combinados, así como que las tecnologías cuya aportación a la generación eléctrica es intermitente (fundamentalmente, la eólica) compensen a esas plantas por su labor de respaldo, algo que la patronal eólica (AEE) ya ha calificado de "inaceptable".
La propia Comisión Nacional de la Energía (CNE) ha advertido recientemente del carácter “estructural” del déficit tarifario del sector gasista, cuya cuantía cifraba Banco Espirito Santo (BES) en 342 millones de euros en un informe publicado en enero pasado.