“Aprovecho para despedirme”. Así concluyó la intervención de Juan Béjar en la última junta de FCC. Sonó a despedida; acaso causó sorpresa en algún accionista presente en la asamblea pero ni mucho menos entre la cúpula directiva de la compañía, sabedora desde mayo que el consejero delegado dejaría el grupo más pronto que tarde. Desde el último trimestre del pasado año, nada ha sido fácil para Béjar. Su apuesta por George Soros para ser el salvador de FCC terminó por agrietar su ya de por sí difícil relación con la presidenta no ejecutiva, Esther Alcocer Koplowitz, y por alentar a sus enemigos en la compañía a considerarle un traidor, toda vez que la opción del entorno Koplowitz pasaba por Carlos Slim.
Y fue la que triunfó. Soros pidió un poco más de tiempo para estudiar la opción de entrar en FCC a través de la ampliación de capital pero Esther Koplowitz se lo negó. La decisión estaba tomada a favor del magnate mexicano y esto ensombreció el futuro de Béjar en FCC, casi dos años después de haber llegado al grupo de construcción y servicios y haber puesto en marcha un duro plan estratégico, que incluyó desinversiones por 2.200 millones de euros y un notable ajuste laboral de casi 2.000 personas.
Entre ellas, un buen número de históricos de la compañía, de los de toda la vida, de los que vivieron los años de vino y rosas junto a Esther Koplowitz, cuando la empresaria lo era todo en el grupo, no sólo la principal accionista. En este contexto, el hecho de que la opción de Soros pinchara fue un lastre demasiado pesado para Béjar, cuya apuesta por la llegada del multimillonario estadounidense se basaba en el hecho de que aseguraría la estabilidad en el equipo directivo.
Entre unos y otros, la imagen de un Béjar traidor a la causa se fue extendiendo por la compañía y caló en la presidenta no ejecutiva, Esther Alcocer Koplowitz, que nunca se había entendido bien con él. Al fin y al cabo, la idea de incorporar a Béjar como consejero delegado de FCC nunca fue vista con buenos ojos por ella y aún así salió adelante.
Slim no delega
Tanto se oscureció el panorama para Béjar tras el fracaso de la opción Soros que no dudó en acogerse a la cláusula de su contrato que le permitía salir de la compañía con la indemnización pactada si, como había sucedido, se producía un cambio de control. Pero los bancos colocadores de la ampliación de capital de 1.000 millones que salvó a FCC del abismo y con la que se articuló la llegada de Slim exigieron la permanencia del ejecutivo, que firmó un nuevo contrato por un año.
Sin embargo, los temores de Béjar se hicieron sentir de inmediato. A diferencia de lo que, probablemente, hubiera sucedido con Soros, Slim llegó para mandar, para mandar mucho; en realidad, para mandar todo.
Desde su aterrizaje, la mayoría de las decisiones del magnate mexicano consistieron en desterrar planes puestos en marcha por el equipo de Béjar: la venta de Realia, algunas operaciones inmobiliarias que estaban en curso, actuaciones para la búsqueda de fondos con los que reforzar los negocios de agua y concesiones…
Y en poner en marcha otros como lanzar una filial de concesiones tras la venta de Globalvía, la alianza entre FCC y Carso para explorar proyectos en Latinoamérica… todo a la manera de Slim, sin consultar, sin delegar.
Una desinversión como aviso
El papel de Béjar se había reducido a mera comparsa. Slim pasaba revista cada poco tiempo y las conclusiones se dividían entre desautorizaciones y rapapolvos. Desde hace meses, las decisiones en FCC las toma el ingeniero Slim, sin apenas consultas, sin esos numerosos informes que, en el pasado, pedían los ejecutivos de la empresa.
Hasta el punto de que ni siquiera ha delegado en Miguel Martínez Parra, nombrado en marzo director general y considerado como el hombre fuerte del dueño de Telmex en la compañía.
Con este escenario, Béjar vende una parte importante de su paquete de acciones de FCC. Un aviso para navegantes que el inversor mexicano recogió con mucha frialdad. La señal que le faltaba al ejecutivo español para terminar de decidirse. Algo más de un mes antes de la junta de accionistas, Béjar comunica su decisión de manera informal.
Se inicia un periodo de negociaciones para acordar los términos de la marcha y su indemnización, que se cierra la pasada semana. De ahí al consejo extraordinario de este lunes, sin esperar unos días al ordinario, en el que se aprobarán las cuentas del primer semestre. Los motivos de tantas prisas quedan, por el momento, guardados en el cajón.