Florentino Pérez, histórico presidente de ACS, tiene motivos para la preocupación. Sus frecuentes visitas a Oriente Medio en busca de nuevos inversores para el grupo de construcción, servicios e infraestructuras responden a las tensiones que se viven en el accionariado de la compañía debido a la intención de algunos accionistas de referencia de dejar la empresa en el corto plazo. Una cuestión que debilitaría su posición en ACS y hasta podría poner en peligro su cargo.
Después de todo lo sucedido en ACS durante 2012, con sufridas refinanciaciones, la abrupta y costosísima salida del capital de Iberdrola y su consiguiente traducción en unos resultados con 1.926 millones de pérdidas, el año que termina ha podido parecer balsámico para el grupo. Sin embargo, la tormenta ha dejado secuelas y los socios de referencia de la compañía parecen haberse cansado de tanta aventura.
La pasada semana, Miguel Fluxá, presidente de Iberostar, aprovechó la inauguración de uno de sus complejos turísticos en México para señalar que está dispuesto a vender la participación de su empresa en ACS, que asciende a algo más del 5%.
Iberostar compró este paquete poco antes de la llegada de la crisis, a precios superiores a los 46 euros por acción, cota que ACS no ha vuelto a ver ni de lejos.
Voces críticas
Muy discreto en público, Fluxá ha sido de los más críticos con la gestión de Florentino Pérez dentro de las cuatro paredes del grupo constructor. Aunque en sus declaraciones en México aseguró que no tiene prisa para vender porque no necesita con urgencia el dinero, lo cierto es que las fuertes minusvalías latentes que acumula actualmente, superiores a los 350 millones de euros (y que se han llegado a acercar a los 500 millones tiempo atrás) le han generado alguna que otra tensión con la banca acreedora, que llegó a exigirle una ampliación de capital de 150 millones de euros para paliar la situación.
Iberostar fue una de las principales afectadas por la supresión del dividendo a cuenta, con el que atiende el servicio de la deuda. Fluxá, perteneciente a la elite empresarial afincada en Baleares (como los March, principales accionistas de ACS), lugar habitual de vacaciones para Florentino Pérez, entró en la constructora precisamente por consejo de éste. Una recomendación que se ha tornado ruinosa.
Pero el hecho de que otros accionistas de referencia sean más discretos no significa que no estén en una situación similar. Es el caso de Southeastern, fondo de inversión estadounidense que ha apostado desde hace mucho tiempo por los grupos de construcción y concesiones españoles, especialmente por ACS y Ferrovial.
A los responsables del fondo, que también estaban presentes en Hochtief desde antes del abordaje de ACS, tampoco les convence la gestión de Florentino y no han dudado en ir disminuyendo su participación, que llegó a superar el 5% y que actualmente, según fuentes del mercado, está por debajo del 4% (aunque en los registros de la CNMV aún figure un 4,8% al no estar obligado a realizar una nueva comunicación hasta que no se sitúe por debajo del 3%).
Los March, a la espera
Mientras, Banca March, que sigue siendo el principal accionista de ACS, ha reducido su participación en los últimos dos años, en los que han colocado el 8% de la constructora en varias operaciones. En 2013, los banqueros mallorquines han aprovechado los picos de cotización alcanzados por ACS para realizar nuevas desinversiones. De largo, es el valor con mayores plusvalías de su cartera (y, junto al propio Pérez, son los únicos socios que pueden presumir de poder hacer aun rentable su inversión), lo que podría ser un motivo más para justificar una salida.
Los March también han sido muy críticos con la gestión de Florentino pero han asistido a la resistencia numantina del ejecutivo al frente de la compañía incluso en momentos críticos como las refinanciaciones de 2012. No son pocos los que apuntan a que en la rotación de la cartera de Corporación Financiera Alba, el brazo inversor de los March, se incluirá ACS.
De ahí la urgencia de Florentino Pérez para encontrar nuevos socios, que se traduzcan en nuevos apoyos. En algo más de un año, las turbulencias volverán a ACS: llegarán los vencimientos de los préstamos refinanciados en 2012 y, además, Pérez deberá renovar su mandato. Y quiere tenerlo todo atado para cuando regresen las emociones fuertes.