Natixis ha sido uno de los bancos europeos más afectado por la crisis financiera. Plagado de activos considerados como tóxicos, tuvo que echar mano de avales de su matriz, Banque Populaire Caisse d'Epargne, por valor de 35.000 millones de euros para salir adelante y poner en marcha un ambicioso plan de venta de activos crediticios de dudoso cobro para salir adelante. Aunque los números rojos han desaparecido de sus balances, estos planes continúan y el banco sigue precisando liquidez.
Sólo en el último trimestre de 2011, Natixis vendió 2.000 millones de euros en activos tóxicos. De ahí procede su estrategia respecto a las instrumentales de Rivero y Soler: hacerse fuertes en la refinanciación, provocar la declaración de crédito vencido y ejecutar las acciones de la francesa Gecina que le corresponderían como garantía del préstamo. De hecho, Natixis consultó con la inmobiliaria gala (presidida por Bernard Michel, representante de Credit Agricole, que controla algo más de un 8% del capital) acerca de la viabilidad de colocar acciones de la compañía en el mercado.
La respuesta fue positiva: como en otras ocasiones, el consejo se encargaría de llevar a cabo el proceso a través de un banco de inversión para que la colocación afectara lo menos posible a la cotización de Gecina. El resultado se traduciría en más de 200 millones de euros de liquidez para Natixis.
Sin embargo, no contaron con el movimiento defensivo de Rivero y Soler. Después de que el pasado 30 de mayo Natixis no se presentara a la reunión decisiva con el resto de componentes del sindicato bancario, los empresarios españoles se acogieron a la figura del preconcurso de acreedores el pasado 1 de junio pero no agotaron el plazo de cuatro meses que da la Ley para tratar de llegar a un acuerdo antes de presentar definitivamente el concurso. El 25 de septiembre acudieron a los juzgados de lo mercantil para hacerlo con lo que bloqueaban cualquier intento de Natixis por ejecutar las acciones.
Apretar las tuercas a ACS
La entidad francesa tampoco pierde de vista en este sentido el contrato de financiación de un paquete de acciones de Iberdrola que mantiene con ACS a través de instrumentos derivados. La relación de Natixis y de la banca francesa en general con Florentino Pérez ha sido inmejorable en los últimos tiempos. De hecho, son precisamente Natixis y Société Générale los grandes apoyos que le quedan al grupo constructor español para sostener su inversión en la eléctrica.
En su día, la eléctrica pública francesa EdF manifestó su interés por llevar a cabo una gran operación con Iberdrola e incluso se llegó a pensar que Natixis estaba abriendo camino al sobrepasar el 3% del capital de la eléctrica española, una maniobra cuyo destinatario final resultó ser ACS.
Desde entonces, pese a que la situación económica ha ido a peor, la relación entre ACS y Natixis ha sido mejor que buena. Las diferentes renovaciones del contrato de derivados no supusieron sino una revisión de los margin call sobre el precio de Iberdrola para corregir los descensos en la cotización de la eléctrica.
Sin embargo, la última de las revisiones, realizada este verano, cambió la tendencia. ACS logró no tener que aportar más garantías en función de la evolución del precio de las acciones de Iberdrola pero, a cambio, Natixis endureció considerablemente las condiciones del contrato, todo lo contrario a lo que había hecho hasta este momento. La constructora presentó la refinanciación como un triunfo pero, en realidad, se trató de un aviso de la entidad financiera gala. El primer resbalón de ACS le puede resultar muy caro.
Por el momento, a Rivero y Soler no les ha bastado con mantener al corriente de pago la financiación de sus préstamos. Y ACS ya sabe lo que es vender precipitadamente un paquete de acciones de Iberdrola ante la amenaza de ejecución de los acreedores. Además, los mercados ya descuentan que Florentino Pérez está de salida en Iberdrola y su presencia en la eléctrica es ya mucho menos interesante para un banco como Natixis con indudables conexiones con el Gobierno galo.