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Los informes que dejan a Endesa en la encrucijada: mantener las nucleares pero sin invertir

La compañía ha encargado diversos estudios para evaluar un eventual cierre de sus plantas de generación de energía tradicional. La conclusión generalizada es que Endesa debería mantenerlas abiertas mientras arrojen un flujo de caja positivo, lo que sucederá si no asume inversiones importantes.

  • Central nuclear de Garoña.

El debate en torno al coste de la generación de energía tradicional y sus resultados, especialmente en el terreno de la nuclear, ha llevado a Endesa a buscar segundas opiniones sobre el futuro de sus plantas. Y los resultados dejan a la compañía que preside Borja Prado en una delicada encrucijada. Por un lado, jamás amortizará la inversión; por el otro, lo mejor que puede hacer es mantener abiertas las plantas siempre y cuando no requieran una inversión significativa.

“Sería difícil justificar ante cualquier consejo de administración una inversión en este tipo de tecnología. Otra cosa es intentar maximizar la inversión que ya está hecha”. Con esta rotunda afirmación resumía la situación Miguel Solchaga, consejero delegado de Solchaga, Recio y Asociados, una de las consultoras que ha elaborado los informes. Durante su intervención en una jornada sobre la viabilidad económica de la generación eléctrica organizada por Esade, Solchaga explicó que el estudio realizado concluye que Endesa tan sólo ha amortizado un 58% de la inversión en plantas de generación y que la cifra que resta por compensar se eleva por encima de los 7.500 millones de euros, de los que el 92% se corresponde con las instalaciones hidroeléctricas y nucleares.

“Aun así, tiene sentido mantener abiertas las plantas porque los flujos de caja son positivos”, explicó Solchaga. En el caso del cierre (o parón de la actividad, como ha sucedido en el caso de la central de Santa María de Garoña) ni siquiera se obtendría este flujo positivo. “Para todo aquel que haya invertido parece razonable mantener las plantas abiertas y minimizar la falta de rentabilidad”, apunta el informe.

Eso sí, este escenario será válido siempre y cuando no se lleven a cabo inversiones adicionales de consideración. “Al tratarse de una inversión irrecuperable, mientras se observen flujos de caja positivos la compañía puede mantener las centrales operativas, pues en caso del cierre, ni siquiera obtendrían el flujo de caja positivo. No obstante, a la vista de la rentabilidad observada, los accionistas no estarían dispuestos a invertir nuevamente en las centrales para alargar su vida útil”.

En la misma línea, Antón García, vicepresidente de Compass Lexecon, expuso que estos flujos de caja positivos que generan las centrales de Endesa son muy vulnerables. Tanto, que no resistirían un escenario de precios más reducido que el que se da actualmente. “En el momento en que los precios del pool bajaran levemente, Endesa no podría sostener los flujos de caja positivos de las centrales nucleares”. En ese caso, el informe de esta consultora concluye que lo más eficiente sería cerrar las instalaciones.

Consultas con AFI

Endesa también ha recurrido a Analistas Financieros Internacionales (AFI) para valorar su visión sobre el futuro de las centrales. Arturo Rojas, socio de la firma, aseguró que el precio del pool debería subir una media anualizada del 5,3% para que Endesa recuperara la inversión en 30 años. Si la compañía eléctrica quisiera amortizar su inversión en este periodo, el precio mayorista de la electricidad debería situarse en el entorno de los 240 euros por megawatio/hora.

“La conclusión es que es imposible recuperar la inversión. Tardaría 100 años en hacerlo si el precio subiera en torno al 3% anual”.

El problema para Endesa es que alargar la vida de las centrales nucleares supone realizar importantes inversiones para cumplir con los requisitos del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), lo que pondría en peligro el flujo de caja positivo. Y lo mismo sucede con otro tipo de instalaciones. El informe de Solchaga, Recio y Asociados recoge que las estimaciones de inversión de Endesa para elevar la vida útil de sus centrales de carbón rondan los 800 millones de euros. “Es probable que la compañía se vea obligada a renunciar a mantener la actividad en algunas centrales, ya que no podría garantizar a sus accionistas una rentabilidad suficiente”.

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