Las andanzas de Luis Portillo, uno de los denominados ‘señores del ladrillo’ que pulularon por el panorama empresarial español al calor de la burbuja inmobiliaria, continúan teniendo consecuencias para los bancos acreedores aunque han transcurrido seis años desde que no está en primera línea. Hace poco más de un año, el concurso voluntario de sus principales sociedades dejaba en suspenso los pagos pendientes a la banca, que ascienden a casi 200 millones de euros. Ahora, la liquidación como final de este proceso deja en el aire el cobro de estas cantidades.
El administrador concursal de las sociedades de Portillo, BDO Auditores, concluye tras la elaboración del preceptivo informe que carecen de la viabilidad patrimonial para continuar con la actividad que desempeñan, basada en el sector inmobiliario, por lo que el siguiente paso a dar es proceder a la liquidación.
Este planteamiento por parte del empresario sevillano no sentará especialmente bien a la banca acreedora, a la que ya golpeó la declaración de concurso de acreedores. Sólo en préstamos que han entrado en mora, la deuda de las sociedades de Portillo con la banca asciende a 200 millones de euros.
Entre ellas destaca la que mantiene con BBVA, de cerca de 70 millones de euros, relacionada con la compra de acciones de Colonial. La entidad financiera había presentado ya una demanda de ejecución de la garantía que sostenía el préstamo, consistente en las acciones de la inmobiliaria que compró con el crédito y en el Hotel Senator Gran Vía, situado en la madrileña Plaza del Callao.
Ejecuciones paralizadas
Sin embargo, el proceso se paralizó con la declaración del concurso de acreedores. De la misma forma también quedó en suspenso el procedimiento que estaba llevando a cabo Novagalicia para tratar de recuperar los más de 15 millones de euros que le debía Portillo, cantidad relacionada con la contratación de una cobertura de 'swaps' sobre acciones de BBVA. En su momento, el ex presidente de Colonial se negó a satisfacer la deuda con la entidad gallega al alegar la existencia de una serie de supuestas deficiencias en la cobertura.
Deutsche Bank y Banco Popular también figuran en la lista de afectados por los impagos de Portillo y ahora ven como la posibilidad de recuperar el dinero se vuelve prácticamente inconcebible. Zent Inversiones, la cabecera de las sociedades de Portillo, acumula unos fondos propios negativos de 716 millones de euros mientras que el activo que presenta la compañía es prácticamente inexistente.
A mediados de la pasada década, Luis Portillo se codeó con la flor y nata del empresariado español después de hacerse con el control de Inmobiliaria Colonial, en una operación de más de 4.000 millones de euros realizada desde una pequeña empresa del sector, Inmocaral, cuya capitalización bursátil no llegaba a los 300 millones. A esta operación, realizada con un enorme apalancamiento, se sumó la adquisición de Riofisa (algo más de 2.000 millones de euros) y la compra de un 15% del capital de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) cuando la compañía controlada por Esther Koplowitz cotizaba en zona de máximos históricos, cerca de la cota de 80 euros por acción.
El estallido de la burbuja inmobiliaria provocó el desplome de las acciones de Colonial, que Portillo puso como garantía de los préstamos que solicitó para comprarlas. La caída del precio de los títulos provocó la salida de Portillo como presidente de la inmobiliaria y el inicio de su ruina personal, cuando llegó a acuerdos biltarales con las entidaees acreedoras para canjear la deuda por activos.