El ministro de Industria, José Manuel Soria, y su equipo en el área de Energía, comandado por el secretario de Estado Alberto Nadal, tienen verdadero pavor a los emails. Consideran que el envío de correos electrónicos internos con documentos tan sensibles como los de la reforma energética puede ser todo un sumidero por el que se filtre información confidencial antes de que se haga oficial.
Así que para evitar males mayores, desde la secretaría de Estado y su jefatura de gabinete, a cuyo frente está Ignacio Grangel, se ha dado la orden expresa de que toda la documentación relacionada con esta reforma se mueva por los despachos y entre los técnicos sólo en papel.
Prohibido los emails entre el reducido grupo de técnicos, así como entre sus superiores, que están ultimando la enésima reforma energética que se anunciará a principios de junio. Las notas, matizaciones y documentos adjuntos se realizan con bolígrafo y documentos Word impresos que sólo se presentan en formato papel, comentan a Vozpópuli fuentes internas del ministerio.
El último plan de Soria se fue al traste tras destaparse que incluía fuertes impuestos
La drástica medida se ha tomado para evitar que ocurra lo que pasó en julio del pasado año, cuando algunas empresas del sector eléctrico y otros tantos medios de comunicación tuvieron acceso a la parte mollar de la reforma, cuya medida estrella era la aplicación de fuertes impuestos a la generación eléctrica.
Fue tal la alarma empresarial y la sonada bronca política provocada por la filtración que hasta el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, frenó el proyecto inicial de Soria. Al final, el planteamiento del ministro canario y de su anterior secretario de Estado, Fernando Marti, se fue al traste. La idea inicial de aplicar una fiscalidad diferente para cada tecnología no prosperó y se quedó en una tasa homogénea del 7%.
Ahora, el Gobierno prepara una nueva reforma que previsiblemente incluirá nuevos ajustes a los ingresos de las eléctricas y más recortes a las primas a las energías renovables. Todas las compañías del sector y sus patronales están en guardia, pero hasta ahora no han conseguido obtener información alguna del búnker en el que se ha convertido Industria para los temas energéticos.