“Vacaciones de lujo y confort para toda su familia, en cualquier lugar del mundo y para toda la vida. Alojamiento en habitaciones exclusivas para los socios del Club. Más de 5.000 establecimientos de prestigio a su servicio. Reservas garantizadas en hoteles Meliá con 72 horas de antelación. Tratamiento VIP. Patrimonio y revalorización del producto. Flexibilidad total y fácil de usar. Garantía de la marca. Y un largo etcétera de ventajas y beneficios”.
Así promocionaba en 2009 la cadena Sol Melià su Club de Vacaciones, el sistema de multipropiedad de la primera cadena hotelera de España, que para algunos de sus socios se ha tornado en pesadilla después de que, el año pasado, en el ejercicio en el que España batió su récord histórico de turistas, el grupo de la familia Escarrer decidiera cambiar las condiciones de su propuesta al modificar drásticamente la ratio de conversión de los puntos con los que los socios del club materializan sus pernoctaciones.
Tras ese cambio, algunos clientes del grupo han acudido a los tribunales ante lo que consideran un “cambio radical” de las condiciones inicialmente pactadas. De momento, 37 socios del club que han invertido más de 500.000 euros en conjunto han presentado una demanda civil ante los juzgados de Madrid contra Melià Hotels Internacional y su filial Sol Melià Vacation Club, solicitando la nulidad de los contratos que tienen suscritos con la empresa y el prorrateo y devolución de las cuotas de las que todavía no han disfrutado.
En su demanda, los afectados argumentan que, con ese cambio de condiciones, “disfrutar del servicio vacacional como en temporadas anteriores” se ha vuelto “imposible” porque Melià ha optado por aumentar exponencialmente el coste de pernoctación en sus hoteles y por “impedir al socio que ya pagó” el acceso a establecimientos que, en temporada alta (verano), “completan su ocupación con clientes de mostrador que abonan facturas por elevados importes”. “A Meliá ya no le interesan los socios, pues ya le han proporcionado los ingresos que necesitaba”, sostienen.
A cambio de hasta 60.600 euros y una cuota anual, permite disfrutar de días en un resort o en hoteles de la cadena
El club, un producto que este año cumple una década de existencia y que tiene más de 30.000 miembros, da derecho, previo pago inicial de hasta 60.600 euros, más una cuota anual de mantenimiento, a disfrutar de estancias en establecimientos del grupo durante un número determinado de días al año y por hasta 50 años. Se ofrecen dos modalidades: quedarse en el “resort” de referencia del que se es multipropietario (ejecutando unas “opciones” que se asignan anualmente) u optar por otros hoteles de la cadena, previa conversión de esas opciones en puntos.
Sin embargo, argumentan los demandantes, el año pasado se produjo “un aumento desmesurado del precio” de conversión de los puntos y “donde antes el socio podía disfrutar de un alojamiento por 15 días (así se ha consumado durante años), ahora sólo puede alojarse 1 día, toda vez que el coste por puntos se ha multiplicado por 10”.
Algo que “resulta del todo contrario a los argumentos de rentabilidad del producto, y aún de su carácter como inversión, preconizados por Meliá en la publicidad y durante la exposición de venta”. Entonces, la cadena aseveraba que esas opciones y puntos tenían “un valor de conversión fijo, ajeno a las influencias del IPC, y estable para el usuario”, señalan.
Los demandantes dicen que "salvando el escollo de la complejidad que entraña la comprensión del contrato, y dejando al margen la falta de conocimiento y formación sobre el producto "SMVC" que padecía gran parte del personal de los Hoteles Meliá, se puede decir que, hasta el año 2013, y bajo un proceso de paulatina degradación, la cadena atendía aceptablemente las solicitudes de los socios, facilitando el servicio de alojamiento hotelero con respeto a las tablas de coste por noche en "opciones" (resort) o "puntos" (hoteles) anunciadas en la contratación".
Pero sostienen que "la nueva política impuesta por Meliá, cercena la mayoría de las posibilidades vacacionales esenciales para los socios, eliminando de facto el derecho a acudir a hoteles que venían siendo referente habitual del disfrute estival". Y llegan incluso a acusar al grupo de “haber perpetrado una venta piramidal”.
“Como consecuencia directa de la política por la que se cierra el acceso a los hoteles por puntos en temporada alta, Meliá ha dejado en evidencia la concepción, diseño y venta de un producto piramidal, donde el ejercicio de los derechos vacacionales del socio, depende de la no concurrencia con otros socios, y se asienta sobre endebles acuerdos entre las diferentes empresas implicadas" en la prestación del servicio. Como ejemplo cita el hotel canario Gran Palacio de Isora, que "sólo dispone de 18 habitaciones para uso del club" cuando "el número de socios afiliados a tal hotel supera los 2.500", generando una potencial demanda que supera "con mucho las posibilidades de alojamiento real".
"Cuando en 2013, Melià comienza a negar a sus socios el acceso a los hoteles en temporada alta, afirmando que no les asiste tal derecho, y que en todo caso no se incumple el contrato porque siempre pueden acudir a su "resort" de referencia, la acumulación de la demanda derivada por la propia Meliá, colapsará la posibilidad de alojamiento del Hotel de Isora, resultando matemáticamente imposible alojar a todos los socios en tan sólo 18 habitaciones, y mucho menos en el mes de Agosto, tal y como promocionaba la cadena en la oferta del producto".
Así, Melià “negó a los socios el acceso en Julio y Agosto a los hoteles peninsulares de playa, ofreciendo, sin rubor, desplazar las vacaciones a meses como Octubre o Febrero, desde luego nunca en verano”, sostienen. “Olvida Meliá, que la principal razón por la cual el socio consintió su afiliación al Club Sol Meliá, fue precisamente, el poder disfrutar de esos mismos hoteles en las vacaciones de verano, y sin tener que pagar facturas por importes tan elevados. Para eso adelantaron los socios entre 15.000 y 60.600 euros”.
Sin embargo, el grupo mallorquín se ha acogido a una cláusula del contrato que especificaba que los beneficios ofrecidos a sus socios “están sujetos a cambios sin previo aviso y las reservas están sujetas a disponibilidad”. Los demandantes aseguran que “el personal de venta de Melià jamás advirtió de la sujeción del producto a la disponibilidad de los hoteles y resort”.
Añaden que, antes de su firma, “en ningún caso se permitió al cliente leer el contrato con antelación, a pesar de ser extenso, complejo, enrevesado, y contar con numerosas referencias a textos legales no reproducidos ni facilitados”. “Durante la exposición del producto previa a la venta, Meliá ofrecía como valor intrínseco del mismo, la garantía de alojamiento en el periodo estival, fechas de mayor demanda en las que la pertenencia al club suponía una posición de privilegio y ventaja sobre el resto de usuarios”.
“Meliá no informó, ni advirtió de la posibilidad escondida en el contrato de modificar las condiciones de uso alterando al alza el precio por puntos de sus hoteles, ni del umbral en que pensaba imponer dicho agravamiento, cercenando con ello toda posibilidad de que el usuario se hiciese una idea real del derecho de alojamiento que adquiría”, dice la demanda.
El texto argumenta que “la ausencia de información y claridad en el contrato, ha impedido al consumidor hacer el análisis previo y lógico a toda compra, ya que sin poder saber el valor del "dinero Meliá" que obtiene cada año (opciones-puntos), mal se va a poder calcular el rendimiento del servicio adquirido”.
El Club Melià cuenta con 30.879 Socios activos, según la última memoria de Responsabilidad Social Corporativa de la empresa. En 2013, proporcionó a la cadena unos ingresos de 72,4 millones de euros (un 4,6% menos). Preguntada por este asunto, la multinacional no ha hecho comentarios.