La dirección de Iberia y los sindicatos se encuentran en pleno periodo de reflexión, el que les ha concedido Gregorio Tudela, mediador designado por Fomento para tratar de facilitar un acuerdo entre ambas partes, para que analicen pormenorizadamente el documento que ha preparado y que les presentó el pasado miércoles. Y están siendo horas intensas y complicadas porque la prolongación del conflicto, cuatro meses, está empezando a provocar dudas y divisiones.
Algunas de ellas quedaron plasmadas en el encuentro que mantuvo Tudela con los sindicatos y la dirección de Iberia el pasado jueves. Era una reunión para expresar dudas sobre la propuesta del mediador y aclarar conceptos pero también sirvió para poner encima de la mesa que el documento preparado por Tudela divide a los sindicatos.
No se trata de una fractura ni mucho menos profunda pero sí lo suficiente para que unos estén por la labor de aceptar la oferta y otros por la de rechazarla, según señalan fuentes cercanas a las negociaciones. Entre los primeros se encuentran principalmente CCOO y UGT, que consideran que el documento preparado por Tudela recoge la parte fundamental que en su día pactaron los sindicatos con Iberia en el acuerdo alcanzado a mediados de diciembre a través del Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje (SIMA), esto es, que el ajuste de plantilla se lleve a cabo a través del ERE 72/01, actualmente vigente en la compañía y que cuenta con las condiciones de la anterior legislación laboral, más beneficiosas para los trabajadores.
El acuerdo del SIMA quedó después en papel mojado debido a la frontal oposición del holding IAG, que agrupa a Iberia con su socio British Airways, y que es el que ha diseñado el plan de ajuste de la aerolínea española, precisamente porque no está dispuesto a que la reducción de plantilla le salga más cara.
Los pilotos no ven el plan de futuro
Además, a los sindicatos partidarios de la propuesta no se les escapa que, a fin de cuentas, la mediación ha sido propuesta por el Ministerio de Fomento, que ha estado permanentemente pendiente del proceso y que también ha sido conocedor en todo momento del contenido de la propuesta. Es decir, que de aceptarla se aseguran el apoyo del Gobierno.
Sin embargo, el sindicato de pilotos Sepla y algunos otros minoritarios consideran que la oferta del mediador, si bien minimiza el impacto del ajuste laboral (porque también reduce en más de 650 el número de despidos) falla en algo fundamental: no recoge ningún punto que asegura la viabilidad futura de la aerolínea, un punto en el que los representantes de los trabajadores han insistido mucho a la hora de posicionarse en contra del llamado Plan de Transformación de Iberia.
Fuentes próximas a Fomento señalan que la labor del mediador no puede ir más allá del ámbito laboral por lo que no ha sido posible incluir ningún aspecto relacionado con la estrategia empresarial con vistas al futuro de la aerolínea española. Pero lo que sí pudo contemplar Tudela fue esta división entre los sindicatos, que deja en el aire una posible aceptación de su propuesta.
Un CEO contra las cuerdas
Y por otro lado está Iberia, en una complicada encrucijada. La dirección de la aerolínea ya tuvo un gesto de flexibilidad al aceptar el citado acuerdo del SIMA pero sólo sirvió para provocar la irritación en el seno del consejo de IAG y su rechazo de pleno a los presupuestos del pacto.
Ahora, está ante una situación de la que será complicado salir sin quedar marcada. Un hipotético ‘no’ a la oferta del mediador señalaría a la empresa como culpable de que el conflicto (y, por ende, las jornadas de huelga, que ya van por diez y están provocando un considerable agujero a las ya maltrechas cuentas de Iberia) se prolongue por tiempo indefinido con nefastas consecuencias para los usuarios.
Y un ‘sí’ se toparía con una nueva oposición de IAG, que dejaría en situación muy complicada al consejero delegado de Iberia, Rafael Sánchez Lozano, a la sazón también consejero del holding (y uno de los benefactores del plan de incentivos que se acaba de aprobar en pleno conflicto con la aerolínea española).
Al periodo de reflexión cada vez le resta menos pero las 72 horas concedidas por Tudela se harán cortas porque la solución no se antoja ni mucho menos sencilla.