¿Qué pasó el 27 de abril en la locomotora de vapor que circula por la antigua línea de Urola, entre la localidad guipuzcoana de Azpeitia y el barrio también azpeitiarra de Lasao? Por lo poco que han reportado los medios vascos, el tren regresaba a Azpeitia cuando la locomotora se desvió del recorrido original, de cinco kilómetros, y chocó con otra máquina vacía estacionada en el andén. Hubo 14 heridos, necesitando alguno de los pasajeros varios puntos de sutura.
La noticia apenas ha trascendido: ningún comunicado o nota de prensa relativa al accidente ha sido publicado en la web del ente que gestiona el tren, que no es el museo, sino la Asociación de Amigos del Museo Vasco del Ferrocarril, presidida por Mercedes García. Ahí empieza el lío: se da la paradoja de que esta asociación recuperó hace un mes la gestión del tren, que durante el mandato de Patxi López pasó a manos de la Fundación del Museo Vasco del Ferrocarril. Mercedes García es, además, la esposa del antiguo responsable del museo –que no director, cargo que entonces no existía- Juanjo Olaizola, muy conocido en el mundillo ferroviario del País Vasco.
El PSE ha preguntado por un “uniformado que no quiso atender a los heridos”.
Tampoco ha habido ninguna notificación por parte de Euskotren, el operador de la mayoría de los trenes del País Vasco, excepto los que conectan esta comunidad con el resto de España (gestionados por Renfe). Se desconocen los motivos del accidente, aunque varias fuentes apuntan a una negligencia clara. De hecho, el PSE de Guipúzcoa ha preguntado en Pleno a la consejera de Medio Ambiente, Ana Oregi, por una persona no vinculada laboralmente al museo pero uniformada “que no quería avisar a una ambulancia para atender a los heridos, y no lo hizo, en un intento de minimizar lo ocurrido”.
Detrás de esta psicosis, alimentada por la repercusión del reportaje que Jordi Évole hizo para La Sexta sobre el accidente del Metro de Valencia, se esconde todo un embrollo que tiene que ver con el Museo del Ferrocarril y que amenaza con estallar. En enero de 2011, durante el bipartito PSE-PP, la gerencia del museo sufrió un vuelco: Olaizola, responsable de la institución desde su fundación en 1989, fue sustituido por Maitane Ostolaza, profesora titular en la Sorbona y nombrada –esta vez sí- directora mediante concurso público.
En 2006, con Olaizola al frente del museo, hubo otro accidente similar.
Olaizola fue despedido aunque posteriormente una sentencia judicial obligó a readmitirlo, pero no como director. La comisión parlamentaria que abordó los cambios en la cúpula del museo no estuvo exenta de tensión. En aquella compareció a petición del PP y en defensa de Olaizola el entonces presidente de la Federación española de Amigos del Ferrocarril, Carlos Abellán, quien al término de la comisión tuvo que disculparse por acusar a un consejero socialista de “ignorancia y testosterona”. Abellán es actualmente director del Museo del Ferrocarril en Madrid y, como informó este diario la semana pasada, es un electricista de Adif perteneciente a la Ejecutiva del PP de Santiago de Compostela que, según fuentes sindicales, un día antes de asumir el cargo fue sospechosamente elevado de categoría y sueldo.
Sea como fuere, la llegada del PNV al poder no ha supuesto un cambio en la dirección del museo, al frente del cual continúa Ostolaza, con quien este medio no ha podido contactar. Sin embargo, sí hubo un cambio de calado en el seno de la institución: la Asociación de Amigos que preside la mujer de Olaizola recuperó la gestión a finales de marzo, menos de un mes antes del accidente. Está por ver ahora que se diluciden responsabilidades.
El del 27 de abril no es el único percance ocurrido en el museo: en junio de 2006, con Olaizola al mando, chocaron tren de vapor y un vagón del Museo del Ferrocarril de Azpeitia, con el resultado de 13 heridos.