El primer avión sin piloto matriculado en Europa, un hito tecnológico made in Spain, reposa en una nave en Toledo. Y ahí se va a quedar. Al menos hasta que los acreedores de Flightech, la empresa que ha diseñado y fabricado el Altea-Eko, decidan qué hacer con él.
La compañía ha sido recientemente declarada en concurso de acreedores. A pesar de existen ocho aviones fabricados, que ha realizado 83 vuelos de ensayo ante los reguladores pertinentes, la empresa no logró vender un sólo sistema. Tras una inversión de 12 millones de euros, la compañía llegó sin los recursos financieros necesarios para acometer la venta del sistema Altea-Eko, y no ha tenido más remedio que solicitar la declaración de concurso de acreedores.
"Cuando iniciamos el desarrollo del avión, ni siquiera se empleaba todavía la palabra dron", recuerda Francisco Gayá (64 años), presidente y fundador de Flightech. "En 2006 nos vimos con la Dirección General de Aviación Civil y ya nos advirtieron que no existía legislación al respecto, lo más parecido estaba en la OTAN", indica.
El precio de venta de un sistema de Flightech asciende a 2,7 millones
El lunes Francisco Gayá celebra la junta de accionistas más triste de su larga vida empresarial. Fundador de medios como Cinco Días, El Mundo, o la radio Europa FM, Gayá convenció hace más de una década a 27 inversores para participar en Flightech. Tres años después de lograr la primera matrícula europea para un avión sin piloto, la matrícula EC-LYG sigue siendo la única de las 7.090 concedidas desde 1952 por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea para este tipo de aeronaves. Pero el lunes Gayá y sus socios en la compañía tratarán sobre la situación concursal de la empresa.
El producto que trataba de vender Flightech es de difícil comercialización. "No se trataba de vender un dron, un juguete", subraya Gayá. El precio de venta de un sistema de Flightech es de 2,7 millones de euros. Cada sistema estaba compuesto por tres aparatos y una estación de tierra. Y cada cliente requería una adaptación determinada del sistema, dependiendo de si el fin era, por ejemplo, vigilar una red ferroviaria o una frontera, para labores contra incendios... El coste de una sola demostración ascendía a unos 30.000 euros.
"Hicimos una demostración al Ministerio de Defensa, tuvimos conversaciones con la Guardia Civil, con la Dirección General de Tráfico, con la Comunidad Autónoma de Madrid, con la Junta de Andalucía", dice Gayá. "Negociamos con una empresa mexicana para vigilar un oleoducto en el país, también realizamos labores comerciales en India...", añade.
En parte, Gayá culpa del concurso de acreedores de la empresa a una información publicada el pasado año. "Cuando estábamos ya negociando con clientes la venta del sistema, El Confidencial publicó que nuestro avión 'era una tartana' [el titular de la información original ha sido modificado]", dice el empresario. "Nuestros posibles clientes leyeron que el único avión sin piloto matriculado de Europa era una tartana, obsoleto y no existía, y el resultado fue que no tuvimos ningún pedido", sostiene. "Para vender un avión pionero, de alta tecnología y en un sector de vanguardia es imprescindible generar confianza", afirma.
Francisco Gayá y sus socios han llevado a cabo 10 ampliaciones de capital para sostener la empresa; Gayá comenta que en los últimos meses se trató de negociar la incorporación de socios de la industria aeronáutica en el capital, sin éxito. "Con la venta de un sólo sistema, Flightech era viable", sostiene.
La compañía está ahora a la espera de que el juez del juzgado mercantil designe administrador concursal. De los 12 millones de euros invertidos en la empresa, cinco millones son créditos financieros, la mayor parte avalados por Francisco Gayá. El principal acreedor es la asociación Madrid Network, que concedió a Flightech 1,4 millones. También son acreedores Novo Banco y Banco Sabadell.