El retraso en conformar un nuevo Gobierno y la perspectiva incluso de la celebración de unas nuevas elecciones generales están provocando que las empresas tengan que revisar casi sobre la marcha sus planes de futuro. Destacan entre ellas las constructoras, que habían dado ya por descontado que 2016 no iba a ser el año del resurgimiento del sector en España pero que ahora comienzan también a temer por el siguiente. Mientras se aclara el panorama político se suceden los movimientos más allá de las fronteras, algo que no está al alcance de todas por lo que el futuro de las medianas y pequeñas se complica cada vez más.
Pese al ligero repunte experimentado por el sector en España durante la segunda mitad del pasado ejercicio, las grandes compañías ya contaban con que los efectos aún no se dejaran sentir claramente en 2016, por lo que el presente sería otro año para olvidar en lo referente al mercado local, con una más que previsible bajada de las cifras de ingresos.
La mayoría de las empresas del sector esperan a que se conforme el nuevo Gobierno central para terminar de perfilar sus presupuestos
No obstante, las perspectivas para 2017 eran algo más esperanzadoras. Una estimación que está empezando a venirse abajo como consecuencia de la situación política en España. La mayoría de las empresas del sector esperan a que se conforme el nuevo Gobierno central para terminar de perfilar sus presupuestos. Pero tanto el tiempo como la paciencia se agotan. La situación comienza a comprometer los pronósticos para 2017, lo que haría que se completase un ciclo prácticamente de diez años consecutivos de caída de actividad en el mercado español.
A estas alturas, la internacionalización de las empresas ha dejado de ser noticia. Sin embargo, la novedad estriba en que, lejos de estabilizarse, sigue su curso. A la vista de los acontecimientos en España, los grandes grupos continúan con sus vistas materialmente fijadas en el exterior y ya no solamente con licitaciones de grandes proyectos sino incluso con la adquisición de compañías en el extranjero y aperturas de oficinas comerciales y de representación en diversos mercados.
En cambio, los movimientos en España van en dirección totalmente contraria. Sirvan los casos de Sacyr y FCC, que llevarán a cabo sendos ERE en sus divisiones de construcción, ante las perspectivas que se avecinan en el mercado local.
El drama de las pequeñas empresas
“Estas decisiones son muy significativas de lo que se espera en los próximos años. Además, las empresas también tratan de adelantarse a los acontecimientos ante posibles cambios en la legislación laboral”, apuntan desde una consultora.
La incertidumbre cobraría tintes más graves si definitivamente no pudiera formarse un Gobierno y se celebraran nuevamente elecciones, a finales del próximo mes de junio. “Además del resultado incierto de la consulta, la formación del nuevo Ejecutivo podría demorarse hasta finales de año. Las empresas no pueden esperar tanto tiempo y seguirán volcándose en los mercados internacionales”.
Eso sí, no todas pueden hacer lo mismo. La situación es especialmente negativa para las compañías medianas y, sobre todo, las pequeñas, que no tienen posibilidades de emprender la aventura internacional. Si el mercado local continúa sin revivir se podría asistir a una nueva oleada de ajustes y quiebras corporativas. Numerosas decisiones de inversión están actualmente paralizadas a la espera de novedades. De no llegar éstas en un breve periodo de tiempo, estas decisiones cambiarán de sentido y se transformarán en recortes.